Blog de Antonio Javier Roldán sobre adolescencia y educación

Capítulo 5


domingo, septiembre 14th, 2008

Es que no estoy motivado

 

Limpieza anual. ¡Vaya rollo! -pensó Sofía cuando sus padres le anunciaron que ya tocaba. Cuando arrancaba el zafarrancho aquello era como sumergirse en un mundo inhóspito de polvo y de agotamiento. Para empezar, papá le había ordenado sacar del garaje un viejo escritorio familiar que acumulaba polvo con sus puertas pegadas a la pared. Si lo sacas al jardín, los tesoros que encuentres son para ti. ¡Genial! Pues nada a por él.

Sofía se puso la ropa de trabajo y se dirigió ilusionada hacia la mole de madera. Vamos, que puedes, tía… ¡Ufff! Este muerto no hay quien lo mueva. ¡Qué gracioso es papá, que manda cosas imposibles! Lo volveré a intentar. Nada. Cuanto más cansada peor. ¡Papá! No puedo moverlo. ¡Claro que puedes! Si lo logras te compro el disco de “Operación Market”. En ese momento Sofía ya acumula dos motivos para pelearse con el escritorio, su propia búsqueda y posterior descubrimiento de su contenido -que no olvidemos que es para ella- y un disco como aliciente extra. A lo mejor el padre pudiera haber caído en la tentación de ofrecer sólo el disco, la recompensa material, pero pensó que el mejor premio residía en la curiosidad satisfecha como inicio de nuevos caminos.

Papá, que no hay manera. ¿Me ayudas? Hija, si te ayudo a mover un mueble al final habré sido yo el que lo haya sacado fuera y no tú. Mejor te enseño a manejar la polea, la cuerda y la carretilla. Cuando Sofía ha comprendido el manejo de las herramientas, visualiza el problema como un proyecto, encauzando su fuerza y ganas de forma ordenada, para no perder más tiempo. El escritorio se ha movido. Es un paso. Su primera victoria. Está tan contenta que casi ha olvidado el incentivo del disco. Ese mueble sale a la calle como ella se llama Sofía.

El escritorio descansa en el jardín entre una nube de polvo. Sofía abre sus puertas con prevención por sus posibles inquilinos con patitas. Dentro de él encuentra unos viejos libros de su abuelo, una cámara de fotos de los años cuarenta y unos papeles de la guerra. Con cariño toma sus trofeos. Leerá los libros, buscará en Internet como era la fotografía anterior a la era digital y prestará un poco más de atención en clase cuando le hablen de la Guerra Civil. ¿El disco? Lo ha olvidado. Quizás para su cumple.

Estar motivado significa tener motivos y estos pueden estar relacionados con el conocimiento personal o con los bienes materiales. Animar a un adolescente a estudiar colocándole una videoconsola en el horizonte sólo puede servir en determinados casos y de forma excepcional. Es más gratificante, de cara al futuro, promover su curiosidad y animarle a que nunca se rinda y luche por sus objetivos. Sin embargo, no siempre basta con las palabras de aliento. Si no le entregamos las herramientas y le enseñamos a manejarlas, acabará por rendirse ante la imposibilidad de alcanzar su meta. Sabemos que el alumno se resiste a trabajar las técnicas de estudio, porque las percibe como un retraso en la ejecución de las tareas diarias, pero debemos mostrarle que son las herramientas las que le permitirán mover el mueble.

Para aumentar la motivación por el estudio es muy importante que el propio profesor enseñe la polea antes que el escritorio y que su propia presencia y actitud ayuden a ese aprendizaje no siendo ni muy tirano ni muy blando, al igual que el objetivo a alcanzar no debe ser ni imposible ni demasiado asequible, sino acorde con sus posibilidades y ganas de saber. De todas formas el adolescente debe comprender que en su avanzar hacia el mundo adulto descubrirá que no todo en la vida es divertido ni agradable -madrugar, pagar la hipoteca, trabajar, tener poco tiempo libre…-, por lo que tampoco debe esperar que el colegio sea una fiesta continua de audiovisuales, juegos, libros con poco texto y asignaturas simpáticas. Sería trasmitirle una idea falsa de lo que le espera de mayor. Siempre el término medio nos da el equilibrio.

Antiguamente un joven estudiaba para tener trabajo, aspirar a una mayor riqueza y formar una familia. Hoy en día esas metas han variado considerablemente. Es cierto que el objetivo de alcanzar un buen estatus social y tener pareja siguen entre sus prioridades, pero resulta que en los últimos años los adolescentes perciben que viven muy bien, con sus necesidades cubiertas a nivel básico y de ocio, por lo que piensan en la etapa adulta como un entorno hostil que le puede privar de sus privilegios. ¿Por qué no divertirse ahora que puede, tanto en la escuela como en casa? Ya comenté en un capítulo anterior que la percepción del tiempo para el adolescente nos es como la nuestra.

Por eso pienso que aquello que se decía antes de “estudia para ser algo en la vida” suele caer ahora en saco roto. Quizás sea mejor fomentar la curiosidad y el afán de superación entregando carretillas y poleas, y dejar que el poso de la adolescencia y la ilusión por lograr autonomía buscada hagan el resto.

Antonio Javier Roldán

 

Colaboraciones


Las creencias dañinas (II): No soy lo suficientemente valiosa como persona

Cuando hablamos de autoestima nos estamos refiriendo al valor que nos damos como personas. Todas somos únicas, diferentes, irrepetibles e insustituibles, y en eso radica nuestro valor. Independientemente de nuestra apariencia, de las cosas que hagamos, de las personas que conozcamos, de las hazañas y éxitos que logremos, de los bienes que acumulemos o de los lujos o riquezas que consigamos…, todas las personas somos importantes, interesantes y especiales, y merecemos ser apreciadas, reconocidas y respetadas.

Pero algunas personas sienten que no tienen el suficiente valor. Están convencidas de que son incompetentes para afrontar con éxito los retos y desafíos de la vida y se desaprueban y rechazan continuamente a sí mismas, sintiéndose mal por ser como son. Cuando esto ocurre, creen básicamente tres cosas: que necesitan a otras personas “más fuertes” en quienes confiar y, por lo tanto, sienten que dependen de ellas; que necesitan el amor y la aprobación de todas las personas que les rodean; y que tienen que evitar, por encima de todo, que los demás descubran su nulo valor.

En consecuencia una persona sin autoestima:

  • Tiene un deseo por complacer y satisfacer a todo el mundo, tan perjudicial como inútil.

  • Siente que vive constantemente usando una máscara o representando un papel, como una impostora que espera, tarde o temprano, ser descubierta.

  • Es hipersensible a la crítica, lo que la hace sentirse fácilmente cuestionada y atacada por los demás.

  • Tiende a defenderse continuamente, bien adoptando una actitud agresiva intentando demostrar que son otros los equivocados, procurando desbancar sus argumentos, probando que se tiene razón, desconfiando de los motivos de los demás o dudando siempre de su sinceridad, o bien adoptando una actitud pasiva aceptando la crítica, buscando justificaciones o excusas, culpabilizando a otros, ocultando la verdad o mintiendo, o permitiendo que se invadan los límites personales.

  • Muestra un alto grado de perfeccionismo o autoexigencia para hacer todo sin fallos, lo cual fácilmente la conduce al desmoronamiento emocional cuando las cosas no salen con la perfección exigida, esto es, siempre.

  • Es indecisa, no tanto por falta de información y alternativas, como por miedo a equivocarse y fracasar como persona.

  • Se resiste a los cambios por la misma razón.

  • Siente que su autoeficacia personal es inexistente.

  • Se critica de manera dura y excesiva, lo que la lleva a sentirse insatisfecha consigo misma.

  • Responde con suspicacia o incredulidad ante los halagos, reconocimientos o cumplidos.

  • Tiene continuos sentimientos de culpabilidad: Se acusa por conductas que no siempre son objetivamente censurables, exagerando la magnitud de sus errores y lamentándose por ellos indefinidamente, sin llegar a asumirlos nunca.

  • Depende afectiva y emocionalmente de los demás. No tiene libertad, autonomía ni control sobre su propia vida.

Por eso algunos de los comportamientos más frecuentes hacia las demás personas son: Hacer todo lo posible para agradar, obtener el cumplido y el halago continuo, evitar las críticas, responder siempre a sus peticiones y demandas, cumplir sus expectativas y deseos, esforzarse en resultar útil, necesaria e imprescindible, estar siempre disponible, disimular sus sentimientos, sus emociones, sus deseos, su dolor…, preocuparse constantemente por sus problemas, intentar tener la respuesta perfecta para cada persona y en cada ocasión, huir de los conflictos y las confrontaciones, evitar mostrar desacuerdos de cualquier índole, dar más credibilidad a los criterios y juicios de los demás que a los suyos propios y confirmar todo previamente con ellos. Además siempre procuran conseguir todo lo que se proponen y obtener éxitos y logros en su vida (belleza, talento, éxito profesional, capacidad económica…), evitan cometer errores y equivocaciones, esquivan los fallos y eluden todo fracaso posible, ocultan sus debilidades, defectos y limitaciones, siendo extremadamente cuidadosas con todos los detalles y pormenores, evitan que en su vida se produzcan cambios imprevistos e inesperados, rechazan riesgos y experiencias nuevas, rehuyen retos y desafíos, o limitan sus opciones, posibilidades, metas y objetivos.

Lograr lo anterior es imposible: Pensemos lo que pensemos, sintamos lo que sintamos y hagamos lo que hagamos, siempre habrá personas que no estén de acuerdo porque es imposible contentar y satisfacer a todos a la vez. Los desacuerdos, conflictos y confrontaciones forman parte de la vida.

En ocasiones, por querer resultar útil y necesarias, las personas podemos acabar siendo utilizadas y manipuladas. Los demás pueden ser un espejo en el que mirarse, pero en ocasiones pueden resultar reflejos distorsionados.

Además, la perfección no existe, todo puede mejorarse siempre. Cometer errores y fracasos es una parte intrínseca de la vida. Los adolescentes, en su etapa de exploración y medida de sus límites, deberían saber que no hay posibilidad de aprender y avanzar sin equivocarse: Si no corremos el riesgo de hacer una cosa mal, tampoco podremos saber que somos capaces de hacerla bien.

Trinidad Nieves Soria López (Psicóloga Clinica)

Puedes enviar tus reflexiones, poesías o artículos sobre la adolescencia para que se publiquen en “La pavoteca” enviando un correo electrónico.

 

La Pavoteca examina a…

 

Javier Urra

Web: Oficial

1.Pregunta de Matemáticas: ¿A qué edad recuerda que se inició su adolescencia?

13 años.

2.Pregunta de Ciencias Sociales: ¿Cómo percibía entonces la sociedad que estaba descubriendo?

Como un reto.

3.Pregunta de Tecnología: Hoy en día muchos adolescentes se sienten fascinados por las consolas, los ordenadores, los móviles… ¿En qué empleaba usted su tiempo libre?

En leer, en jugar al football, en montar en bicicleta..

4.Pregunta de Lengua: ¿Cómo era su comunicación con los adultos?

Amplia: era (y soy) hijo único.

5.Pregunta de Educación Física: ¿Le importaba mucho su aspecto físico?

Sí. Pero más tener buenos amigos..

6.Pregunta de Educación Plástica: En la adolescencia procuramos escoger nuestra ropa según la imagen que queremos transmitir a los demás. ¿Cómo era su imagen entonces?

Pelo largo. Gafas Rayban. Pantalón Levis-strauss..

7.Pregunta de Ciencias Naturales: ¿Recibió alguna información sobre educación sexual o prevención de drogas fuera del entorno familiar?

No.

8.Pregunta de Música: ¿Qué tipo de música o artistas escuchaba en su adolescencia? ¿Los sigue escuchando?

Mike Oldfield; Serrat; Los Brincos. Sí.

9.Pregunta de Idioma extranjero: ¿Sintió alguna vez que nadie le comprendía?

No

10.Pregunta de Religión/Ética: Al llegar a esta etapa de la vida, ¿hubo algún cambio en sus valores o principios?

Interioricé más y me preocupé más por la religión..

¡Muchas gracias, Javier!

Materiales recomendados

Web: Educared
Este portal educativo pertenece a la Fundación Telefónica. En él podemos acceder a todo tipo de recursos para familias, alumnos y docentes. Dentro del apartado de “Recursos” podemos encontrar una entrada dedicada al “Software educativo” donde informarnos de los términos más usuales de Internet así como algunas herramientas para proteger a los jóvenes en la navegación por la red, y otras entradas a enciclopedias y a un manual ortográfico. En la sección de “Comunidad virtual” hay un lugar de encuentro para padres y madres con reportajes y foros.

Índice

  1. Formación
  2. Educación en valores
  3. Comunidad virtual
  4. Herramientas y servicios
  5. Información
  6. Actividades
  7. Recursos educativos

  8. Esperamos tus sugerencias.


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