Blog de Antonio Javier Roldán sobre adolescencia y educación

Capítulo 26


viernes, enero 30th, 2009

 

Esto no es un hotel

 

Aunque siempre he preferido viajar pateándome los destinos por mi cuenta, estas Navidades aproveché mi incursión en un nuevo continente para apuntarme a uno de esos paquetes organizados en el que la mayor parte de las actividades se desarrollan en un grupo dirigido por un guía de la agencia. Ha sido una experiencia distinta, pero interesante. El caso es que en el seno del grupo era habitual comentar las excelencias o las faltas de atención en los hoteles que cada viajero había escogido para cada etapa del viaje. Me resultó muy curioso comprobar en mis compañeros las distintas reacciones ante un mal servicio de un hotel e incluso la percepción de la calidad en los detalles cotidianos. Lo que para algunos era una anécdota para otros podía suponer un grave contratiempo. No es lo mismo visitar un país como cliente que hacerlo como turista. El cliente acude a cada evento con su carpetita de la agencia para comprobar las medidas de la cama, las calorías del menú programado o el confort del autobús, mientras que el turista exige sus derechos como consumidor permitiendo un margen de error en los servicios recibidos, compensado con la riqueza de las experiencias vividas en el país de destino.

Curiosamente, nuestros adolescentes se comportan en casa como si fueran los clientes de un hotel, pero no de uno cualquiera, sino de un establecimiento de lujo en el que ellos ocupan la suite presidencial. Al principio, durante la infancia, los pequeños de la casa hacen honor al apodo de “reyes de la casa”, siendo el centro de los desvelos y atenciones de la familia. Digamos que tienen las necesidades básicas del huésped de una pensión, pero reciben las atenciones de un marqués. Al llegar a la juventud sucede todo lo contrario. Van a casa a dormir y comer, por lo que son tratados como en una pensión,  mientras que ellos demandan un hotel “high quality”.

Durante la adolescencia parece ser que se logra el equilibrio por ambas partes: El aparthotel. Es decir, el adolescente tiene su castillito en su habitación, con intimidad y decorado a su gusto, pero con todos los servicios de habitación garantizados. Este estatus de aparthotel suele ser bastante injusto hacia los padres. La familia es responsable de la manutención, trato con el colegio, vigilancia de su salud, financiación de la ropa que el cliente escoge, y todo con una sonrisa  por delante para no traumatizarle por aquello de que el cliente siempre tiene la razón. Eso sí, que los gerentes del aparthotel no se metan en la vida del cliente ni le pasen factura en forma de responsabilidad, colaboración en las tareas o cumplimiento del régimen disciplinario establecido por el hotelero, porque puede pedir el libro de reclamaciones y toparse con algún juez despistado que le admita a trámite la protesta.

¿A qué es difícil imaginar que un camarero le pida ayuda a los clientes para servir la cena? Pues así se sienten muchos adolescentes cuando se les  invitan a colaborar en casa. Les extraña enormemente, porque los encargados últimos de la casa son sus padres. Ellos buscan la autonomía en el reino de la calle, donde tirar un papel al suelo, poner la música a todo volumen o usar el móvil sin control, difícilmente tendrá consecuencias inmediatas. Cuando llegan a casa deben respetar las normas familiares, procurando a la vez fortalecer los lazos afectivos, y asumir una serie de responsabilidades que no siempre son atractivas. Así que su primer instinto es refugiarse en su habitación, en esa especie de aparthotel donde nunca falta la ropa limpia o una conexión a la ADSL. La huida a su guarida no hace más que reforzar las dudas de los padres sobre su hijo. ¿Por qué nos da la espalda? ¿Por qué se encierra en sí mismo? ¿Qué está ocultando? La desconfianza de los padres va en aumento y con ella la presión de la que huye el propio inquilino.

Luego está el tema de la calificación de la categoría del hotel. Pues fulanito vive en un hotel en el que se puede regresar hasta las doce. Y Menganito dispone de videoconsola los días laborables. A Zutanita la dejan bajar a la discoteca, etc. Por eso suele ser efectivo realizar ofertas de promoción en las que invitar a nuevos clientes, cercanos al inquilino de la suite, para que las comparaciones fluyan en ambos sentidos creando situaciones y momentos de encuentro muy interesantes para ambas partes.

Si un joven ha vivido toda su vida en un hotel cuesta hacerle aterrizar y pedirle que colabore en las tareas domésticas de casa, pero si desde pequeño se la ha enseñado a que el mantenimiento del hogar es una labor compartida, dependiendo de la disponibilidad de cada miembro, entonces será más entendida la invitación a asumir nuevas responsabilidades que le ayudarán a entrar en el mundo de los adultos con sus ventajas e inconvenientes.

El día en el que el gerente del hotel llama a la puerta de la suite presidencial e informa al inquilino del fin de las vacaciones, porque ya tiene edad suficiente, profesión y vivienda -aunque sea bajo un puente-, nuestro protagonista sentirá agorafobia ante la contemplación de tan amplio abanico de deberes en detrimento de sus derechos. Digamos que se le acabó el chollo y no está preparado para sufrir en el nuevo mundo que le fagocita sin remedio.

Aquellos jóvenes que han participado de las tareas del hogar desde niños y que han sido invitados a asumir pequeños cargos en casa y en el colegio, sabrán penetrar en la selva y sobrevivir a ese duro proceso que les llevará a ser los protagonistas de su libertad.

Antonio Javier Roldán

Puedes enviar tus reflexiones, poesías o artículos sobre la adolescencia para que se publiquen en “La pavoteca” enviando un correo electrónico.

 

 

La Pavoteca examina a…

 

Javier Sádaba

Biografía: Wikipedia

Web: U.A.M.

1.Pregunta de Matemáticas: ¿A qué edad recuerda que se inició su adolescencia?

Creo que muy pronto. Si tengo que poner una fecha, entre los diez y los doce años.

2.Pregunta de Ciencias Sociales: ¿Cómo percibía entonces la sociedad que estaba descubriendo?

“Sub specie aeternitatis”!; es decir, estática, inamovible, como si estuviera dada para siempre.

3.Pregunta de Tecnología: Hoy en día muchos adolescentes se sienten fascinados por las consolas, los ordenadores, los móviles… ¿En qué empleaba usted su tiempo libre?

Casi todo en jugar el fútbol. Y en leer y releer un par de libros que llegué a aprender de memoria. Y música, mucha música.

4.Pregunta de Lengua: ¿Cómo era su comunicación con los adultos?

Bastante normal. Creo que les caía simpático. Un poco repipi pero simpático.

5.Pregunta de Educación Física: ¿Le importaba mucho su aspecto físico?

Sí. Porque era muy delgado. Por eso, hacía gimnasia todos los días.

6.Pregunta de Educación Plástica: En la adolescencia procuramos escoger nuestra ropa según la imagen que queremos transmitir a los demás. ¿Cómo era su imagen entonces?

Me importaba muy poco la ropa y todo lo que tuviera que ver con mi imagen (si exceptuamos mi delgadez y llevar el pelo ordenado, dado lo rizado que lo tenía).

7.Pregunta de Ciencias Naturales: ¿Recibió alguna información sobre educación sexual o prevención de drogas fuera del entorno familiar?

Prácticamente ninguna, ni dentro ni fuera.

8.Pregunta de Música: ¿Qué tipo de música o artistas escuchaba en su adolescencia? ¿Los sigue escuchando?

La música me entusiasmó desde el principio. Los coros y las zarzuelas, sobre todo. Y los sigo oyendo hoy, solo que acompañados de música clásica.

9.Pregunta de Idioma extranjero: ¿Sintió alguna vez que nadie le comprendía?

Por supuesto. Uno, a estas edades, se cree el ombligo del mundo. De modo especial, me sentía incomprendido en mi idea de la religión, que era excesivamente personal

10.Pregunta de Religión/Ética: Al llegar a esta etapa de la vida, ¿hubo algún cambio en sus valores o principios?

Superficialmente no, aunque se fue fraguando la incredulidad respecto a lo que me habían enseñado y que se centraba en una rígida educación cristiana.

¡Muchas gracias, Javier!

Materiales recomendados

 

Web: Stop Drogas

En esta web encontramos información de las características y riesgos de cada una de las drogas que están presentes en nuestra sociedad. También disponemos de pistas para detectar a sus consumidores y la posibilidad de conocer la legislación sobre aspectos legales de las drogas.

Como ya sucedía en la web hermana de Protégeles existe una Línea de Denuncia anónima contra las drogas. En ella es posible facilita cualquier información al respecto con la seguridad de que se realizará la investigación y la denuncia correspondiente gracias a la colaboración con la Guarcia Civil y el Cuerpo Nacional de Policía.

Al final de la web hay un banner donde podemos pinchar para acceder a una material con buenos consejos para dejar de fumar que ya se ha distribuido en jornadas de prevención en algunos centros educativos.


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