Blog de Antonio Javier Roldán sobre adolescencia y educación

Capítulo 31


viernes, marzo 6th, 2009

 

La autoestima

 

Este capítulo está dedicado a la memoria de Rafael Fuentes Sánchez. Mi blog trata sobre el descubrimiento de la vida, de ese largo camino que va desde la infancia a la edad adulta. A veces, en ese maravilloso tránsito, nos encontramos con personas cuya presencia constituyen toda una lección para los que tenemos la fortuna de conocerlas. Desde pequeño Rafa me ha mostrado el valor de la amistad, la lealtad y la generosidad, estando siempre presente junto a mi familia en los momentos felices y en los que necesitábamos su cercanía. Si algún día mis alumnos me preguntan qué es la amistad estoy seguro de que él, desde mi memoria, me echará un cable para poder transmitir su significado.

Rafa nos dejó el 4 de marzo de 2009.

¡Gracias por haber hecho de este mundo un lugar mejor!

 

Todo comenzó en clase de mates. Esther salió a la pizarra acordándose del padre del interfecto al que se le ocurrió sacar de un depósito de agua un sexto de su capacidad para luego usar otros 12 litros en regar un jardín, sin olvidarse de rellenar el jodío depósito con un cuarto del total para el día siguiente. ¡Hay gente para todo! El caso es que frente a la pizarra, sumergida en el virtual líquido elemento, ahogada entre signos y denominadores, y nadando contra la corriente de la razón, descubre aterrada que el depósito contiene la sospechosa cantidad de -0,5 litros de agua, lo cual indica que el recipiente protagonista de la historia está más seco que su boca en esos momentos, o bien que semejante vasito no merece ser ascendido al calificativo de depósito, pero sí al de chupito. El profesor aguanta el tipo con profesionalidad, porque en sus años ha visto coches que circulan a 547km/h, padres más jóvenes que sus hijos, conejos de siete patas, carniceros que venden el chóped a precio de caviar o bancos que ofrecen un interés del 342,7%. Tranquilamente le pregunta a Esther sobre la veracidad de su respuesta, a lo cual ella responde que debe ser un deposito pequeñito. La carcajada resuena por toda la clase mientras que Esther regresa a su pupitre para dar paso a Policarpito, el empollón, que en un par de requiebros matemáticos repara el desaguisado con soltura.

El dichoso problemita ha sido la culminación de unos días muy malos. Esther es muy sensible a las críticas, siempre lo ha sido, pero desde que se está abriendo camino a la edad adulta no para de toparse con barreras que le obligan a retroceder a la infancia y a compensarse a sí misma con golosinas, pasando de estudiar o buscando caricias digitales por parte de sus amigas a través de su Facebook -”Hoy estoy triste” “Tía, con lo que tú vales” “Pasa de las mates” “Pues no estás tan gorda” etc.- No sólo son las matemáticas. No. Tampoco se anima a opinar en los debates de clase, no sea que alguien se ría de su forma de pensar. Luego está el tema del cuerpo, que crece de forma inversamente proporcional a los deseos propios -y de los gorilas en celo que la rodean-, mientras que la tonta de Enriqueta parece que ha pasado por el quirófano de lo maciza que está. Tan agobiada se siente que ni duerme ni come bien. La percepción que Esther tiene de sí misma es que es una especie de monstruo deforme, sin habilidades destacables y e incapaz de ser aceptada por la gente que le rodea. No se quiere a sí misma y eso la gente lo nota.

Pero al día siguiente ocurre algo inesperado. Su profesor de matemáticas -el muy…- la saca de nuevo a la pizarra a perpetrar otro problema. El merluzo de Policarpito comienza con las sonrisitas ante el presumible destrozo aritmético que se va a producir, y entonces a Esther se le enciende una especie de chispa que le recorre desde el corazón a la cabeza. Mira a Policarpito con ojos de pantera y se dispone a enfrentarse al problema cual felino enrabietado: “En un corral hay 34 animales entre gallinas y conejos“. Planteo, resolución, solución… ¿19,2 gallinas? Huy que mal rollo, 19 gallinas y una pata suelta en plan vudú. Va a ser que está mal. El profesor le insinúa con suavidad si necesita algo de orientación, pero al observar la expresión feroz de Esther opta por dejarla seguir. Otra vez. Planteo, resolución, solución… ¿7 gallinas? Eso es posible. Veamos la comprobación. ¡Funciona! Deja la tiza en la repisa. Mira al profesor -¡toma!- y regresa al asiento pisando la mochila de Policarpito. Perdona niñito, ha sido sin querer, monín. Cuando acaba la clase el profesor la llama a su mesa: Esther hoy lo has hecho muy bien. Otra en tu lugar se hubiera descompuesto después del mal rato de ayer. Eso demuestra que tienes mucho carácter y que sabrás luchar por las metas que te pongas. Si crees en ti misma, yo también lo haré y lo haremos todos.
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Es muy probable que haya tenido algo de fortuna en el problema. También sabe que va a tener complicadillo aprobar la evaluación, pero algo es algo. Ha ganado una batalla, que es el primer paso para ganar la guerra. ¡Claro! Quizás se trate de eso. ¿Por qué no? Así que, antes de acostarse, anota en su agenda “Preguntar en clase lo del problema del depósito”.

Cuando va a apagar la luz observa su cara reflejada en el espejo. Hay algo especial en sus ojos, no sabe si son los más bonitos del mundo o un simple par de canicas inexpresivas, pero es evidente que ese rostro que le devuelve el reflejo “tiene ángel” y da la casualidad de que es el suyo y que eso no hay quien lo cambie. Algún día alguien se perderá dentro de esa mirada y descubrirá ese tesoro que ella se empeña en esconder. Susurra un “nena, tú vales mucho” y se pone a soñar con mundo sin matemáticas.

Hoy sí ha sido un buen día.

Antonio Javier Roldán

Colaboraciones

 Querido Diario

Sábado

Querido diario:


Ya me han comprado la ropa. ¡Ha sido mejor de lo esperado! Papá estaba hoy muy contento porque le han pagado unos proyectos que le debían y no le ha importado gastar un poco más de la cuenta. Me han comprado unos vaqueros nuevos, unas deportivas –parecidas a las de Noelia, pero más fashion-, ropa interior, dos jerséis y una camisa vaquera. Es curioso como la ropa nueva te hace más bonita. Antes de cenar me la he puesto y me he mirado en el espejo, como si fuera un pase de modelos, y me he descubierto deslumbrante. No son de marca. Eso es para la gente insegura que tiene necesita muletas para caminar por la vida. Mi única marca es “Kayleigh”, que es de gran calidad y merece toda mi confianza. Está claro que si alguien es mi amiga por mi tipo de ropa es que está más vacía que mi chanchito.

Dice Marta, mi hermana mayor, que yo cuando sea mayor no tendré que maquillarme como ella, porque yo tengo ángel. Creo que me vacila, porque ella es mucho más guapa. Lo curioso ha ocurrido antes de la cena, cuando estaba ante el espejo. Mamá ha entrado, y me ha mirado sonriendo. Yo también la he sonreído, porque me sentía bien. Se ha acercado a mí y me ha dicho: – ¿A qué te sientes hermosa?
– Sí –respondí.
– Eso es porque te quieres. No por la ropa.
– No te entiendo.
– La belleza nace dentro de ti. Si te encuentras bien contigo misma, los demás te verán hermosa. La felicidad se nota y se transmite.
– ¡Anda ya! Más quisiera yo ser como Marta, mamá.
– Mírate al espejo. ¿Qué es lo que más te gusta de tu cara?
– No sé… ¿Los ojos?
– Tú sabrás. Yo creo que todo en ti es especial.
– ¡Claro! Porque soy tu hija.
– No. Fíjate bien. No hay ninguna persona en el mundo que tenga esos ojos, ni esos labios, ni ese rizo de pelo en la frente. Eres única ¿lo ves?
– Pero, ¡mira que orejas!
– Algún día alguien te querrá como eres y amará cada rasgo de tu cara. Ese día te sentirás guapa, como hoy con la ropa nueva.

Cuando se ha ido mi madre me he vuelto a mirar en el espejo y, es verdad, tengo ángel. Lo que descubre una en la adolescencia…

Antonio Javier Roldán

(Fragmento de “El diario de Kayleigh”, en descarga gratuita)

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La Pavoteca examina a…

 

Gaspar Llamazares

Biografía: Wikipedia

Congreso: Perfil

1.Pregunta de Matemáticas: ¿A qué edad recuerda que se inició su adolescencia?

Es difícil de establecer, es un proceso primero físico y luego psíquico y social que fue de los catorce a los dieciséis en adelante.

2.Pregunta de Ciencias Sociales: ¿Cómo percibía entonces la sociedad que estaba descubriendo?

Primero como propia, en mi familia y grupo de amigos, más tarde como ajena cuando la pongo toda en cuestión: la familia, la religión, los valores y el orden social donde se dice una cosa y se hace otra. La sociedad me parecía hipócrita y cerrada.

3.Pregunta de Tecnología: Hoy en día muchos adolescentes se sienten fascinados por las consolas, los ordenadores, los móviles… ¿En qué empleaba usted su tiempo libre?

Mi obsesión para divertirme, pero también para evadirme de lo que no me gusta, fueron los libros (todos los libros y sobre todo los que me prohibían) el cine y el deporte.

4.Pregunta de Lengua: ¿Cómo era su comunicación con los adultos?

Con mí familia no era mala, aunque pasé del acuerdo a las brocas a las horas de comer. Con los profesores colaboraba con los de visión abierta y me organizaba frente a los autoritarios o arbitrarios.

5.Pregunta de Educación Física: ¿Le importaba mucho su aspecto físico?

No me gustaba mi aspecto físico .Hacia deporte, pero a sabiendas de que lo mío no tenía remedio.

6.Pregunta de Educación Plástica: En la adolescencia procuramos escoger nuestra ropa según la imagen que queremos transmitir a los demás. ¿Cómo era su imagen entonces?

Como hijo de profesional y de clase media, entonces se me podría encuadrar entre los normales (un poco tirando a pijo) y más tarde entre los barbudos contestatarios.

7.Pregunta de Ciencias Naturales: ¿Recibió alguna información sobre educación sexual o prevención de drogas fuera del entorno familiar?

Información directa poca, aunque mi padre era médico .Fueron precisamente los libros de medicina y las novelas prohibidas los que me salvaron de la ignorancia.

8.Pregunta de Música: ¿Qué tipo de música o artistas escuchaba en su adolescencia? ¿Los sigue escuchando?

Escuchaba a Leonard Cohen, a los cantautores de protesta españoles (Victor Manuel, Aute, Serrat, Nuberu) y más tarde a Bob Dylan, Radio Futura, Queen. Ahora escucho de todo y también a aquellos.

9.Pregunta de Idioma extranjero: ¿Sintió alguna vez que nadie le comprendía?

Muchas veces: Primero con la crisis religiosa. Luego frente a pósters y maestros y más adelante frente al régimen. De todas manera siempre fui consciente de que los incomprendidos no estábamos solos.

10.Pregunta de Religión/Ética: Al llegar a esta etapa de la vida, ¿hubo algún cambio en sus valores o principios?

Un cambio radical: El niño de clase media, tímido y ratón de biblioteca, se enfrenta a lo que no le gustaba y se organizó con otros en el movimiento estudiantil y más tarde en organizaciones políticas.

¡Muchas gracias, Gaspar!

Materiales recomendados

 

Libro:“Decir no a los hijos. 60 respuestas para…”

Tanto en la exploración del mundo adulto en la adolescencia, como el descubrimiento de la vida desde el nacimiento hasta llegar a la emancipación, los hijos  ponen a prueba sus propios límites. Los padres y las madres estarán ahí para dejar claros esos límites para que el tránsito a la madurez ocurra de forma adecuada.

Mª Ángeles Juez nos propone convertir ese “no” en un medio para dar seguridad a los hijos, a base de paciencia, esfuerzo y comunicación, convirtiendo a los padres en un rompeolas que aguanta y protege. Todo un reto dado el desgaste que supone. Para ello nos propone 60 preguntas que abarcan todas las edades, ilustradas con casos reales  seguidos de una respuesta razonada a esas cuestiones.

Índice

  1. Para empezar, qué y cómo.
  2. Los padres lo tienen difícil.
  3. El rompeolas.
  4. Pobrecito, es tan pequeño…
  5. Vivir para consumir.
  6. Importancia de los abuelos.
  7. El niño va al colegio.
  8. Padres ausentes.
  9. Madres superwoman=madres culpables.
  10. Padres ricos, padres pobres.
  11. El hijo llega a la pubertad.
  12. SOS. ¡Aquí está la adolescencia!
  13. ¿Quién les dice “no” a los padres?

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