Blog de Antonio Javier Roldán sobre adolescencia y educación

Still got the blues for you


martes, febrero 8th, 2011

 

Still got the blues for you

 

Siempre cuento a mis alumnos que su profe de matemáticas suspendió la materia que ahora imparte cuando estaba en plena adolescencia. Para algunos es una forma de motivarse cuando la pizarra se llena de signos inexplicables y creen que nunca serán capaces de entender todo aquel compendio de insensateces algebraicas. También les he contado cómo viví la llegada de la droga a mi barrio, o cuáles fueron mis sentimientos cuando me enamoré de verdad por primera vez y cómo he logrado regar ese sentimiento para que todavía hoy perdure. Sin embargo nunca les he hablado de mi analfabetismo emocional cuando mi alma y mi cabeza pugnaban por apropiarse de las sensaciones que se me clavaban como saetas.

Los primeros suspensos llegaban y su frecuencia me inmunizó. Las chicas entraban y salían de mi corazón, tan deprisa que apenas dejaban el aroma incierto de un perfume o un recuerdo en que refugiarme. Avanzaba hacia un mundo injusto y cruel al que no deseaba pertenecer. ¿Cómo explicarles a los demás la inseguridad que  se apoderaba de aquel muchacho con cuerpo de hombre y alma de niño? ¿Cómo describir las emociones que me zarandeaban si ni yo mismo era capaz de nombrarlas?

Entonces sucedió… Uno de mis compañeros comenzó a quedarse en clase durante los recreos, aquella media hora de gloriosa libertad emboscada entre las seis horas diarias de clase. Cada día tomaba la tiza y copiaba la letra de una canción de un guitarrista llamado Gary Moore. Al principio no le presté mucha atención, al tratarse de música de rock duro, pero poco a poco me picó la curiosidad, hasta sentarme con mi bocadillo en mano frente a aquellos textos. Todo estaba ahí, mis preocupaciones, anhelos, deseos, frustraciones… ¿Quién era capaz de contar aquellas historias? ¿Un melenudo aporreando la guitarra? Imposible.

 

Así que una mañana me acerqué a mi compañero con una casete en la mano y le dije que hiciera con ella lo que considerara oportuno, que por fin alguien había sido capaz de describir mis emociones y que necesitaba saber si su música sería capaz de armonizarlas y acompañarme en las largas tardes de estudio y melancolía. Así llegó Gary a mi discoteca.

 Y pasó un año, y otro más… Entonces la conocí a ella, la que acaricia mi corazón cada amanecer y lo conforta al caer el día. Juntos escuchamos a Gary Moore, convirtiéndolo en una de esas pequeñas complicidades que conforman el mundo de la pareja.

El domingo seis de febrero supimos que Gary Moore nos había dejado. Yo lo siento como si hubiera perdido a un colega de viaje, a una de esas referencias a las que me agarré cuando mi única certeza consistía en reconocer mis dudas. Mi compañera y yo nos hemos levantado un poco más tristes que ayer, pero temo que días como este serán cada vez más frecuentes. Cosas de la edad…

Así que, gracias por todo Gary, por tus habitaciones vacías en las que tu guitarra lloraba cuando mis lágrimas brotaban secas; por recordarme que allí en los campos de batalla los hombres no siempre mueren por un ideal; y, sobre todo, por descubrirme que mirando a los ojos de ella lo más fácil sería enamorarme.


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2 Responses to “Still got the blues for you”

  1. Mª José/Joy Says:

    Hola chic@s!

    Cuando alguien que nos brindó su tiempo, guitarra y poesía desaparece, en efecto es como si una cierta desnudez se apropiara de nosotr@s…

    Habrá que taparse con sus notas cuando venga el frío…

    Un fuerte abrazo!

  2. Mada Says:

    Antonio, me ha encantado lo que has escrito, felicidades…
    eres un crack!
    Un abrazo
    Mada

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