Blog de Antonio Javier Roldán sobre adolescencia y educación

Flores en el tejado


domingo, marzo 31st, 2013

 

Flores en el tejado

 

Las calles de Sevilla durante la Semana Santa se transforman en un museo al aire libre, donde el barroco se enreda por las fachadas y las cornisas color albero. La ciudad entera se echa a las calles para contemplar los desfiles de las cofradías, algunas de ellas repartiendo la cera desde el siglo XVI. La bulla sevillana aplaude cuando un paso trianea, se estremece ante el desfile marcial de los armaos o se santigua en silencio ante las cofradías de más recogimiento. Es un espectáculo hecho para los sentidos, cuya religiosidad no logra enmascarar la fiesta de la primavera que late en los naranjos en flor y las tardes más largas.

Como decía un sevillano, con mucho arte, para qué van a estar tristes en Semana Santa si al final todo “acaba bien”. Quizás esa sea la verdadera esencia de esta fiesta de la primavera: el invierno muere y con él todo aquello que fuimos desechando durante la cuaresma. Llega un nuevo ciclo vital, el campo rejuvenece en Pascua y las primeras yemas asoman en los tiestos. El olor sagrado del incienso se funde con el azahar y las marchas se acoplan al luto de los tambores.  Los niños se estrenan en el Domingo de Ramos y, según van cumpliendo años, acudirán de la mano de sus mayores a su cofradía para enfundarse el capirote, escenificando ese cambio generacional que la propia naturaleza dicta tras el invierno.

El otro día escuché en Sevilla que la Virgen Macarena sale en la madrugada de niña y vuelve como mujer a la mañana siguiente, tras realizar su estación de penitencia. Cuando deja atrás su basílica, toda la candelería ilumina su rostro, los costaleros estrenan sus fuerzas, las bambalinas bailan al ritmo de la música y las estrellas invitan a soñar. Tras horas de camino, las velas se han deformado, alejando la luz de su rostro y, con la ayuda del sol de la mañana, las sombras acarician sus mejillas dando la impresión de una mayor edad y serenidad. Una vez más se repite la representación del discurrir de la infancia a la madurez.

 

Hoy en día, cuando llegan las vacaciones de Semana Santa, son muchos los jóvenes que acuden con los suyos a la casa familiar, quizás la de los abuelos o la que quedó semicerrada en algún pueblo alejado de la ciudad. Algunos acuden obsesionados con dos cuestiones: uno, ¿habrá cobertura para el móvil? Dos ¿cuándo volverán de nuevo a su entorno con los amigos? Cuando eran niños gozaban de cada minuto. Recorrían los campos con el abuelo, subían al desván en busca de tesoros con la abuela, aprendían a escuchar a los árboles y asistían entusiasmados a la representación de la pascua primaveral. Con la llegada de la adolescencia, y el alejamiento del mundo adulto, es fácil que aquellas ilusiones e intereses por las antiguas tradiciones merezcan poca atención, aunque con el paso de los años y la llegada a la etapa adulta, las recordarán con mucho cariño y les atraparan de vuelta a la infancia. Si nuestros adolescentes fueran flores, desearían poder viajar en una maceta, con su propia tierra y rodeados de sus iguales. Viajar sin moverse del sitio o sumergirse en el mar sin salir de la pecera.

Sin embargo, frente a esas flores nómadas, que no siguen el ciclo de la naturaleza porque viven en invernaderos y se alimentan de fertilizantes, existen otras que son capaces de surgir de la tierra que quedó atrapada entre unas tejas o de saludar al sol levantando el suelo de hormigón. Crecerán fuertes y podrán aguantar las lluvias y el viento. Sus raíces serán extensas y beberán de un humilde charco.

Las flores de tejado saben que no adornarán esos pasos de Semana Santa, porque no fueron cultivadas para alcanzar la perfección estética. Ellas son más libres, porque están más cerca del cielo y escuchan las plegarias de aquellos que gozan con la llegada de la primavera, pero también las de los que con una lágrima las riegan, porque siempre quedará una gota de rocío que surge de los recuerdos de la infancia perdida.

 

Bienvenida, primavera.




 

One Response to “Flores en el tejado”

  1. Araceli Says:

    ¡Precioso texto, lleno de poesía y sensibilidad! Cómo me ha gustado… Me siento identificada con lo que expresas y muy de acuerdolo en la forma que describes los sentimientos. Enhorabuena pues, como ya digo, esta entrada es pura poesía llena de profundidad.

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