Blog de Antonio Javier Roldán sobre adolescencia y educación

Del botellín al botellón


domingo, junio 9th, 2013

Del botellín al botellón

Parece que por fin se va a hacer justicia… Se rumorea que el gobierno de España quiere multar a los padres de los adolescentes que acaban el fin de semana peor que el Capitán Haddock en el bar de Mou. ¡Ya era hora! Hay que ser un irresponsable para fomentar el que tu hijo se ponga hasta las trancas de vodka con limonada. Tanta permisividad y tanta libertad… Ese padre que inició en verano a su hijo al alcohol con los botellines del mueble bar del hotel de Fuengirola, con aquella temida frase de “hijo, tenemos que hablar”. “¿De florecitas?”. “No, de mezclas”. O esa madre irresponsable que le prepara la merienda a Laurita con el pan con Nocilla y el zumo de naranja con chupito de ron para que resuelva el problema de mates con un planteamiento más original. Merecen que caigan sobre ellos el peso de la ley (sin fianzas).

Ahora, eso sí, puestos a multar, yo creo que se podría aumentar la recaudación añadiendo nuevas propuestas al borrador de medidas. Aquí van algunas de mis propuestas:

1) Industria del vidrio: aunque hay que reconocer que algunos envases de vidrio son utilizados para la fabricación de biberones o para contener zumos, bien es sabido que son colaboradores necesarios en el envasado del alcohol, por lo que deberían asumir parte del coste sanitario que causan las intoxicaciones etílicas. Además, como agravante, su fragilidad invita al gamberrismo y aumenta la suciedad causada por el botellón.

2) Industria del plástico: bien es sabido que todo botellón necesita un buen menaje de plástico para su correcto desarrollo. Vasos, botellas de refresco, bolsas… Se tiende a  despreciar su callado y abominable papel en esta lacra que afecta a la juventud.

3) Grupos ecologistas: por fomentar y apoyar el desarrollo de parques, donde el botellón encuentra un hábitat natural para su desarrollo.  Se podrían abolir las zonas verdes e inflar una segunda burbuja inmobiliaria que acabara con gran parte del paro en la construcción. Sin embargo, la palabra burbuja está asociada a cierto tipo de bebidas espumosas y carbonatas, por lo que sería necesario buscar algún sinónimo que englobe a toda la corrupción y avaricia asociados al término.

Una vez que la ley se lleve al parlamento, los distintos partidos políticos brindarán con champán (el cava queda excluido por falta de acuerdo con algún partido) para celebrar el acuerdo el viernes, tras el Consejo de Ministros. El sábado lo celebrarán los diputados con sus familias. El ministro de cultura acudirá con los suyos a ver una película en 3D por 15€, precio que incluye el IVA del 21% para la cultura, las gafas de Woody Allen  y el tronco de cono con palomitas.

La alcaldesa de Madrid, que dará ejemplo cambiando su apellido de “Botella” a “Paella”, para no incitar a la bebida (aquí se me ocurren muchas bromas, pero no es el sitio adecuado), aumentará la vigilancia policial en los parques públicos y polideportivos, muchos de ellos cerrados por falta de presupuesto, lugares desolados donde las hordas de alcohólicos prematuros encuentran su guarida. En los semiabandonados centros culturales de la capital se explicará la nueva ley con el espectáculo de guiñol “Zumitón contra Cervezotas”, en lo que fue el local de ensayos de las bandas del barrio, hoy convertido en improvisada sala multiusos.

Gracias al ministerio de sanidad, en las puertas de las discotecas light (lo de light es porque usan bombillas de bajo consumo) se repartirán panfletos y globos (sin serpentinas, que hay crisis) con la leyenda: “Horchata, la bebida de Esp-a-ñ-a”, todo ello pagado con el importe de las multas que los padres han pagado en urgencias mientras a sus hijos les sacaban del coma etílico provocado por su desidia.

En los centros educativos, cuyos recortes han defenestrado a los gabinetes de orientación que hablaban a los alumnos sobre autoestima, asertividad, tiempo libre y dinámicas sociales en la pandilla, se colgarán unos carteles que digan: “Si bebes eres bebé”. “No seas niño y olvida el Alvariño”. Los consejos escolares, sin atribuciones ni objetivos, se convertirán en observatorios del botellón, organismos que se dedicarán a velar por el cumplimiento de la ley patrullando por los alrededores en busca de bares, tiendas de frutos secos o supermercados que vendan alcohol.

Y en uno de los hogares de nuestros adolescentes se brindará, con vino del pueblo, por el fin del botellón. Nunca hay fiesta que se precie sin vino del pueblo del tío Ambrosio, ni barbacoa sin caja de cervezas. El abuelo le dará un sorbito de vino aguado al pequeñín de la casa, que a sus once añitos “ya es todo un hombrecito”. Y entonces Ricardito mandará callarse a todo el mundo, y todos los ojos se girarán hacia la televisión: ¡Alonso ha ganado otra carrera! Y el intrépido piloto lo celebrará con una ducha de espumoso sobre su fórmula uno, cuyo alerón mostrará orgulloso la pegatina de la campaña estatal contra el botellón “Con copas no hay copa”.

Y mientras todo el mundo tararea el himno nacional y la cámara enfoca al empapado y feliz piloto asturiano, unos dedos se moverán con avidez sobre el teclado del móvil: “Tía, ¿qué hacemos esta tarde?”.


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One Response to “Del botellín al botellón”

  1. Padre asustado Says:

    No había leído ningún artículo mejor, desde luego que los adolescentes deberían leer esto. Y tambien los padres que tengan hijos adolescentes y les dejen hacer todo tipo de cosas! Enhorabuena!