sábado, diciembre 5th, 2015
…Y allí estaba
Para un adolescente resulta complicado reconocer y expresar sus emociones, y mucho más si es en público.
El otro día, en mi tutoría de 2º de ESO, hicimos un ejercicio a partir de un vídeo en el que un chico de su edad tenía dificultades para mostrar su amor a una chica. Se me ocurrió entonces que mis alumnos imginaran una situación similar y le desarrollaran por escrito.
La historia comenzaba así: “Había sido una dura semana de exámenes. Bajé al patio y allí estaba…“. Casi toda la clase se animó a leer ante sus compañeros su relato y unos pocos valientes se atrevieron a dármelo para publicarlo en “La Pavoteca”.
Alberto Rabadán
Había sido una dura semana de exámenes. Bajé al patio y allí estaba.
Tras unos minutos me decidí a hablar con ella pero, justo cuando iba a hacerlo, se fue a saludar a sus amigas, así que me fui a jugar al baloncesto. Luego la vi sola y me decidí, pero se acabó el recreo y me quedé muy triste. Por suerte apareció un amigo suyo y me pasó su número. Empecé a hablar con ella al final del día, quedamos para salir con algunas amigas suyas y nos quedamos solos en un banco hasta que fue la hora.
Quedamos para ir al cine dos días más tarde solo nosotros dos. Me quería decir algo, pero empezó la película, que nos gustó, por lo que nos quedamos embobados viéndola. Al final me dio un beso, me dijo que le gustaba, pero tenía novio, y que no me quedara triste por recibir calabazas por segunda vez.
Estuve unas semanas bastante deprimido hasta que un dia ella volvió. Estuvimos hablando y resultó que su novio la había engañado con otro. Tras eso pasó lo que pasó entre nosotros.
Luis Silva
Había sido una dura semana de exámenes. Bajé al patio y allí estaba. Fui a hablar con ella en el recreo. Al salir de clase seguimos hablando mientras la acompañaba a casa. Estábamos tan embelesados que casi nos atropella un coche. Quedamos el día siguiente. Desde ese día fuimos un poco más que amigos.
Marcos Castellanos
Había sido una dura semana de exámenes. Bajé al patio y allí estaba. Con su alrgo cabello liso de color (********). Era una fría tarde de invierno, pero con su sonrisa me nació la primavera como si fuera marzo. Era el día. Me fui con mi amiga Belén para planearlo. Le regalé una flor, casi tan bella como ella, y me respondió con su alegre mirada.
Marta Gómez
Había sido una dura semana de exámenes. Bajé al patio y allí estaba. Me puse colorada y me tropecé con el escalón. Él me vio, se rió y pasó de mí. Su amigo, en cambio, vino a preguntarme si estaba bien y si me acompañaba a enfermería. Le pregunté por su amigo y no me dijo que no era muy buena persona. Tuve unos minutos de frustración y Óscar, el tío bueno que me ayudó, creyó que me había dado un infarto.
En la hora de la comida también vino Pedro, el amigo que se fue con el que me gustaba. Este era muy majo y ambos eran encantadores. ¿Quién era mi chico? Me miraban con unas sonrisas que hacían que me derritiese y me defendían cuando Miguel, el maligno, me llamaba patosa.
Empecé a pensar que me gustaba más Óscar, pero nos distanciamos un poco, así que me quedé con Pedro. Empezamos a salir, pero seguía sintiendo algo por Óscar. Hablé con Pedro y ahora tengo cuarenta años y estoy casada, y amargada, con Óscar.
Jorge Serrano
Había sido una dura semana de exámenes. Bajé al patio y allí estaba. Le dije “Hooola”. Como la había contado a un amigo (un poco bocachancla) que me gustaba, sus amigas la sabían que estaba por ella, haciendo lo típico de dejarte con ella a solas e irse. Empezamos a hablar de lo que habían hecho sus amigas y yo le decía: ¿por qué lo habrán hecho? Los dos callábamos, porque lo sabíamos. Y así estuvimos hasta que pitaron en el recreo.
Al día siguiente, sábado, le propuse quedar con más gente para ver una peli o algo. Nuestros amigos comunes planearon dejarnos solos. Luego… lo típico de las películas.
Hay que agradecer mucho que adolescentes de trece años muestren sus sentimientos.
Y ahora toca esperar a que se cumplan sus “sueños de patio”.