Blog de Antonio Javier Roldán sobre adolescencia y educación

Capítulo 7


sábado, septiembre 20th, 2008

No hay quien te aguante

 

Lunes: Lunes: Andrés se encuentra derramado sobre la cama. Con la mano izquierda realiza un zapping convulsivo con la tele de su cuarto, que heredó cuando la pantalla de plasma entró por la puerta grande en el salón, mientras que con la mano derecha ensaya loopings con el estuche escolar. En esto que entra su madre, que acaba de llegar del trabajo, y le suelta eso de que aquí huele a tigre y que si no tiene nada mejor que hacer que perder el tiempo tirado como un pelele. Él responde que quiere hacer algo, pero que no sabe el qué. Está como abúlico sin motivo, pero con pocas ganas de emprender cualquier simulacro de esfuerzo que le lleve a gastar energías. Como es de esperar su madre le ofrece amablemente un amplio abanico de posibilidades que van desde ordenar el armario, estudiar mates o ir al tinte a por la alfombra. Andrés le indica a su madre que lo del armario no le resulta motivante, que las mates las lleva bien -la teoría con alfileres, los problemas hacen honor a su nombre y las ecuaciones más que despejar la x despejan su camino hacia el desastre- y que lo del tinte no es de su incumbencia. La madre de Andrés cuenta hasta diez para no salir en los periódicos y se va a ponerse cómoda mientras medita una respuesta adecuada.

Martes: Esta vez viene armada hasta los dientes. Entra en la habitación de Andrés montada en un tanque virtual dispuesta a sacarle de su madriguera a bombazo limpio y ponerle en posición de firmes. No le va a dejar ni reaccionar. Buena es ella… Sorpresa. La tele está apagada. El flexo ilumina un cuaderno repleto de signos algebraicos y el interfecto está muy concentrado. ¡Hola mamá! ¿Qué tal en el trabajo? ¿Sabes que ya he entendido lo de quitar paréntesis? Era una chorrada…

Miércoles: De un día para otro el humor de Andrés ha cambiado como por arte de magia. El nuevo mundo de Andrés, que gira entre la evolución de su persona y su interacción con todo lo que le rodea, varía de forma pendular entre dos extremos. Él se esfuerza por buscar el término medio, la zona que equidista entre la euforia y la depresión, entre la fuerza y la desgana o entre la ilusión y la apatía. De medias aritméticas entiende mucho, porque lleva una temporada en la que días antes de las notas tiene que hacer encajes de bolillos para obtener un aprobado, por lo que sabe que para no catear puede visitar el cero y el diez para asentarse, con un suspiro de alivio, en el cinco. Con su estado de ánimo le pasa igual, que para alcanzar el equilibrio tiene que darse un garbeo por los extremos y en esos momentos está más perdido que un pulpo en un garaje.

Por la mañana, cuando va al instituto, se pregunta por sí mismo, por la imagen que estará ofreciendo a los demás, sobre todo a ella, a Sofía, la de 2º E que no veas cómo está. Si el día anterior estuvo plagado de éxitos, ahora teme que la jornada que se le presenta le muestre la cruz de la moneda, por aquello de que el destino ajusta las cuentas a su bola y compensa lo bueno con una jornada de perros. Sería genial que todos los días fueran buenos. Por lo que pueda venir, hoy se nota más metido en sí mismo, a la defensiva, con incertidumbre y mirándose el ombligo. Le importa poco los demás porque se va a refugiar en su coraza y no estará para nadie.

Según entra en el cole, dos colegas le adelantan corriendo por el patio atropellando a todo ser que ose cruzarse en su camino. Uno de los profes que vigila la entrada le comenta a un padre que esos deben tener las hormonas revolucionadas. A él le debe pasar algo así, porque hay actitudes suyas que no reconoce en algunos momentos y a menudo no puede controlar sus impulsos. Pone en el libro de ciencias naturales que la testosterona campa a sus anchas por su cuerpo, para lo bueno y para lo malo. Por lo menos tiene coartada para jugar al Cluedo: Sospecho de la testosterona, en Andrés y usando el pavo. Enseñadme las cartas.

Cuando Andrés llega a casa hace inventario mental de lo sucedido desde que se levantó. Le han preguntado en Sociales y, tras un titubeo inicial, ha sabido situar a Leonardo da Vinci en el Renacimiento, pero ha confundido a “La Gioconda” con “La Guernica” y ha habido sus más y sus menos con la profe. Sofía le ha llamado bestia cuando fue a hacerle cosquillas, pero en el recreo le ha cogido del brazo. En el comedor había lentejas de primero, pero se ha compensado con las natillas del postre. Por la tarde el proyecto de tecnología, un coche a pilas, se ha estampado contra el suelo quedando en siniestro total, pero en Inglés han puesto un DVD de Batman. Así que hoy el equilibrio se ha cumplido y se siente satisfecho al regresar a casa. En el salón su padre está de los nervios porque lleva dos meses dejando el tabaco y está subiéndose por las paredes. Le ha dicho el médico que procuré hacer deporte, porque libera endorfinas que alivian el estrés. Es una buena idea. A lo mejor él también podría aplicarse el cuento y tirarse unas canastas de vez en cuando para ver si las hormonas se escapan con el sudor. Nunca se sabe. El ser humano es tan complejo…

Sin embargo, hay una cosa que relaja a Andrés y que calma su ansiedad, aunque le da vergüenza comentarlo, para que no le llamen nenaza sus colegas. Por las noches escribe un diario en el que enumera los eventos que le han pasado y pone al día su contabilidad emocional. Es divertido comprobar como lo que ayer era negro hoy es blanco, y viceversa. Al final de cada anotación se califica del uno al diez. Hoy se pondrá un seis -aprobado alto- porque, cuando Sofía se ha aferrado a su brazo y ha sentido su proximidad, su cuerpo se ha estremecido de placer. Débil que es uno. ¡Qué le vamos a hacer!

Algún día hará la media de esas notas, pero intuye que aprobará. Aunque sea en la recuperación.

 (Por si quieres leer el diario de una adolescente: “El diario de Kayleigh” – Relato en descarga gratuita)

Antonio Javier Roldán

 

 

 Colaboraciones

 

Las creencias dañinas (IV): El mundo debería ser maravilloso

Hay muchas personas que, ante la vivencia de experiencias negativas en su vida, empiezan a creer que el mundo es un lugar horrible: Impredecible, incontrolable, malévolo, injusto y lleno de peligros y amenazas. Otro tipo de personas sin embargo, aun considerando que existen esos peligros y amenazas, mantienen firmemente la creencia de que el mundo debería ser un lugar maravilloso: Predecible, controlable, benévolo, justo y protector. Entonces, en lugar de intentar controlar los peligros y amenazas, como hacen las primeras, estas personas creen que no hay ninguna posibilidad de control y que la única alternativa es advertir a los demás que no podemos hacer nada para conseguir la felicidad, ya que esta depende de circunstancias externas que están fuera de nuestro control, como por ejemplo la suerte, el destino o la posición de los astros y que no podemos luchar contra lo inevitable.

La persona que tiene esta creencia:

  • Mantiene una actitud hostil frente al mundo y contra quienes en él viven: Como el mundo le ha tratado mal, trata mal al mundo.

  • Está resentida con la sociedad porque no le ofrece oportunidades.

  • Se siente una víctima indefensa, sin recursos ni habilidades ante un mundo cruel y malévolo que, sin embargo, trata bien a los demás.

  • Siente la necesidad de quejarse continuamente de lo mal que el mundo le ha tratado, de su mala suerte y de lo injusto de ello.

  • Se resiste al cambio. Como piensa que lo que le ocurre es injusto no cree que deba hacer nada para solucionarlo. Espera que las cosas se arreglen solas: El mundo se lo debe.

  • Está resignada a su destino. No hace nada por cambiarlo ¿para qué?

  • Por las mismas razones no busca alternativas para la resolución de sus problemas: Está pasiva ante la vida. No actúa ni siquiera cuando podría hacerlo.

  • Es muy exigente y nada proclive a la negociación y al acuerdo.

  • Resulta una chantajista emocional: Hace sentir culpable y responsable a los demás de sus problemas, intentando generar compasión, lástima y pena. Tiene apatía por vivir y por la vida misma.

Algunos de sus comportamientos más frecuentes son: Intentar demostrar a las demás personas que son unas ilusas y unas irresponsables, que son incapaces de ver la realidad tal y como es, o hacerles comprender que no hay posibilidad de resguardarse de los daños y los peligros, quejarse de lo mal que el mundo le ha tratado y de su pésima suerte, manifestar su disconformidad con la injusticia e iniquidad del mundo y hacer un drama continuo de las situaciones vividas. También intentan hacer todo lo posible para que les tengan lastima y compasión, se resisten a cambiar cuando las cosas cambian, o se cierran a toda modificación de conducta posible. De alguna forma sienten que el mundo les debe algo y esperan –sin hacer nada- a que esté les devuelva lo que “les ha quitado”.

Hacer caso omiso a las propuestas y alternativas, evitar las negociaciones y los acuerdos, desafiar a que encuentren una solución a su situación, demostrar a los demás lo desafortunado de sus propuestas, negar a los demás toda mejora evidente de sus circunstancias, probar a los demás que existen agravios comparativos o renegar de sus nuevas circunstancias si las cosas cambian, son también conductas usuales.

Pero ocurre que vivimos en un mundo en constante cambio. Las cosas cambian y nunca pueden ser como antes.

No podemos confundir lo justo con lo que deseamos. La justicia a nivel personal no existe: Existen deseos no derechos. Cuando se exigen los derechos sólo se obtienen frustraciones y desengaños. Podemos plantearnos ¿Qué puedo hacer para que la situación sea diferente?

¿Qué nos hace pensar que otras personas si merecen la situación que estoy viviendo? ¿Estoy siendo yo justa con ellas? Cuando nos planteamos ¿y por qué a mi? la respuesta es sencilla ¿y por qué no a mí?

La gente se cansa de intentar ayudarnos cuando seguimos desafiándoles, retando o negándonos a aceptar propuestas y alternativas. Les alejamos y… ¡luego tiene la culpa el mundo!

El futuro se puede modificar, pero sólo si cambiamos nuestro presente. Y para eso tenemos que ponernos en marcha. En ocasiones no podremos cambiar el mundo, pero podemos cambiar nuestro modo de relacionarnos con él.

Trinidad Nieves Soria López (Psicóloga Clinica)

Puedes enviar tus reflexiones, poesías o artículos sobre la adolescencia para que se publiquen en “La pavoteca” enviando un correo electrónico.

La Pavoteca examina a…

 

Luís del Val

Biografía: Wikipedia

Web: http://www.luisdelval.com/

1.Pregunta de Matemáticas: ¿A qué edad recuerda que se inició su adolescencia?

Creo que a los once años tuve turbada constancia de la pubertad, pero a los catorce empecé a darme cuenta de mi incomodidad conmigo mismo y con la sociedad..

2.Pregunta de Ciencias Sociales: ¿Cómo percibía entonces la sociedad que estaba descubriendo?

Pertenecía a una familia humilde que vivía en esas casas antiguas donde en el principal, vive el notario; en el primero, el médico; en el segundo, un agente comercial, la portera en el semisótano y, nosotros, en el cuarto piso. Nadie me tuvo que explicar que la sociedad se dividía en clases: yo, cada vez que subía o bajaba la escalera, iba pasando por todo el espectro de la clase media y la proletaria.

3.Pregunta de Tecnología: Hoy en día muchos adolescentes se sienten fascinados por las consolas, los ordenadores, los móviles… ¿En qué empleaba usted su tiempo libre?

Jugaba en la calle y leía. Jugábamos al fútbol en plena calle y, cada 15 minutos debíamos dejar el juego, porque pasaba un automóvil. ¡Y nos quejábamos de que había muchos coches! La calle fue mi primera universidad, y mi cátedra de sociología. También leía mucho. Leía incluso en clase, y me expulsaban. Por la noche escuchaba la radio. De ahí viene mi afición al teatro..

4.Pregunta de Lengua: ¿Cómo era su comunicación con los adultos?

Escasa. Luego, pasada la adolescencia, siempre tuve amigos mucho mayores que yo..

5.Pregunta de Educación Física: ¿Le importaba mucho su aspecto físico?

No demasiado. Lo único que me daba envidia eran los chicos altos. Como digo ahora a veces: “yo soy bajito desde la más tierna infancia”..

6.Pregunta de Educación Plástica: En la adolescencia procuramos escoger nuestra ropa según la imagen que queremos transmitir a los demás. ¿Cómo era su imagen entonces?

Normalmente teníamos dos trajes: el traje de diario y el de los domingos. Cuando el de los domingos ya estaba impresentable, te compraban otro traje y el traje de los domingos pasaba a ser el traje de diario. Sí recuerdo que mi madre me hacía unos jerseys muy vistosos.
.

7.Pregunta de Ciencias Naturales: ¿Recibió alguna información sobre educación sexual o prevención de drogas fuera del entorno familiar?

Las drogas exóticas no existían. Toda mi información sexual la recibía hablando con los otros chicos y en la biblioteca. A los quince años, sin entender la mayoría de las cosas, leí “Psicopatología de la vida cotidiana” y otras obras de Freud. 8.Pregunta de Música: ¿Qué tipo de música o artistas escuchaba en su adolescencia? ¿Los sigue escuchando?

Los que estaban de moda: El Dúo Dinámico, Los Cinco Latinos, Raphael, Luis Aguilé, Los Brincos, Adamo, Johnny Holliday…

9.Pregunta de Idioma extranjero: ¿Sintió alguna vez que nadie le comprendía?

No, más bien creo recordar cierta angustia por no entender el mundo y por querer comprenderlo enseguida. No es una etapa feliz. El desconcierto y la desorientación me pesaban.

10.Pregunta de Religión/Ética: Al llegar a esta etapa de la vida, ¿hubo algún cambio en sus valores o principios?

Sí, claro. Tuve una crisis mística a los diez años y pensé seriamente que quizás debería ser sacerdote. Eso lo cambió el nacimiento del apetito sexual, y las curiosidades correspondientes. Luego, creo que de manera bastante madrugadora, sentí conciencia social, cuando me dí cuenta de que la escalera de mi casa era una síntesis de la ciudad.

¡Muchas gracias, Luís!

Materiales recomendados

Libro: Conocer y cuidar al adolescente
Libro completísimo, trata todos los temas de forma resumida. Muy completo todo lo relativo a al desarrollo físico, tanto normal como anormal, la maduración sexual y la alimentación correcta. También analiza la sexualidad del adolescente desde un punto de vista cristiano y habla de la homosexualidad. Hay un capítulo dedicado los anticonceptivos y las enfermedades de transmisión sexual. Muy interesante el capítulo dedicado a una alimentación sana y a la pirámide alimenticia. Explica como debe ser la alimentación y la hidratación para un adolescente que practica deporte. Especialmente
prácticas las 30 normas básicas para tratar con un adolescente.

Índice

  1. El proceso de la adolescencia
  2. La maduración psíquica y social
  3. La familia del adolescente
  4. Treinta normas básicas para tratar con el adolescente
  5. El crecimiento y el desarrollo somático y sexual
  6. Salud y preocupaciones genitales
  7. El desarrollo de la sexualidad
  8. Prevención del embarazo y enfermedades de transmisión sexual
  9. La alimentación sana
  10. La obesidad y su prevención
  11. El deporte adecuado
  12. El sueño y el insomnio
  13. El acné
  14. Los problemas escolares
  15. El tabaquismo y cómo evitarlo
  16. La anorexia y la bulimia y cómo prevenirlas
  17. Las drogas. Conocimientos básicos
  18. Prevención de la drogadicción
  19. Esperamos tus sugerencias.




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