Blog de Antonio Javier Roldán sobre adolescencia y educación

Capítulo 9


sábado, octubre 4th, 2008

 

 Los ritos de iniciación 

 

Suele ocurrir en la primavera de 2º de ESO, más o menos por los 13-14 años. El timbre del recreo suena y el profesor comienza a recoger su maletín mientras recuerda los deberes del día siguiente entre la estampida de su alumnado. Entonces lo ve, en el fondo de la clase, sólo y desamparado preguntándose por su suerte futura. Sí  amigos y amigas, le ha llegado su hora y él lo asume con resignación. Curtido en cientos de partidos en el patio, aventurero en el tejado del comedor, embarrado los días de lluvia y secuestrado por los de 4º de ESO, el balón de fútbol nota que va a ser arrinconado en esa hora mágica en el que es el rey de la clase. Aún así el profesor, algo mosca, se acerca a él y comprueba si está en buen estado. Lo está. Sorry, my friend, es ley de vida.

El profesor, que es de ciencias y le gusta comprobar sobre el terreno sus teorías, baja al patio y se sienta junto a la puerta para observar a su clase. Los chicos están formando una melé humana compacta, semejante a las formaciones de ataque de los legionarios romanos, muy cerca de sus compañeras de clase. De forma esporádica uno de ellos sale escupido del grupo en lo que parece una pelea, pero no es más que un empujón con el que prueban su fuerza y su masculinidad. Se masca la testosterona.

Frente a ellos un grupo de chicas masca chicle entre risitas mientras observan con desdén a los machitos de la clase. Tienen puestos los ojos en los de 4º de ESO. Al igual que ellos, también suele haber rápidas escaramuzas fuera del grupo, sólo que es en este caso van de tres en tres cogidas del brazo en dirección al baño, al quiosco de las chuches o a decirle algo a uno de los chicos mayores.

Como es natural, mis cachorros observan resignados como sus demostraciones de fuerza no son rivales para los machirulis de 16 tacos. Alguno, arrepentido, comenta algo así como “¿Por qué no habéis bajado el balón, tíos?”. Es como si hubieran llegado tarde a un cumpleaños y los más puntuales se hubieran comido la tarta. Más de uno está enamorado hasta las cejas de una de las compis pero antes de reconocerlo se dejaría meter en un nido de hormigas carnívoras. Ellas sienten el interés de ellos pero, sinceramente, son unos críos. Así que el profesor se dice a sí mismo que la clase ya no será igual. Cuando él se dé la vuelta, en plena explicación de las ecuaciones, el sistema interno de correos llevará mensajitos por toda el aula, tendrá que resolver conflictos y peleas, la pandilla femenina se romperá y se unirá en intervalos de dos horas y más de un chico -con mirada ausente- suspenderá hasta el recreo de la noche a la mañana.

Ellas son afortunadas. Desde hace tiempo hablan las unas y las otras con naturalidad de los chicos que les gustan. Sus primeros amores suelen ser algo platónicos, a distancia, y hacia chicos mayores. Un solo gesto de uno de ellos les da tema de conversación para una semana. A veces se produce algún beso, caricia o acercamiento, pero todavía son leves. Mientras tanto, ellos se sienten algo perdidos, porque necesitan del amor tanto como hablar de él y no encuentran alrededor gente dispuesta a departir sobre el tema. Por eso nuestro profesor, cuando tiene la ocasión, recuerda en clase lo que sentía a los 14 años, para dejar una puerta entornada por si alguno de sus alumnos necesita contarle algo, porque sabe que el entorno social de ellos es menos permeable a tratar sobre los sentimientos más allá de las tías buenas que Fulanito haya visto en Internet. ¡Qué suerte tienen las chicas!

Cuando alguien traspasa la puerta abierta por el profesor, él recuerda al visitante que necesita salir en una pandilla mixta, disfrutando de la amistad de unos y otros, pero sin obsesionarse con el amor, para no hacer de esa pandilla una especie de “coto de caza”. También le recuerda que los tiempos del “macho depredador” han pasado a la historia y que en el siglo XXI la relación chico-chica es de igual a igual. Así que, según avanza el curso, la pandilla mixta se va formando en el patio. Tanto ellos como ellas se preguntarán a diario si le gustarán a alguien, si en ese extraño proceso de cambio diario, son capaces de enamorar. Sufrirán grandes alegrías que aumentarán su autoestima y confortarán su corazón, pero también habrá desengaños cuya enseñanza les será provechosa en el aprendizaje del conocimiento de sus propias emociones. De este “entrenamiento” hablaré próximamente.

Por eso nuestro profesor se acercará al balón y juntos se contarán sus penas en animada conversación, porque mientras uno va a recibir las patadas más fuertes que recuerda -dicen que el deporte desahoga- el otro se las verá y deseará para animar a unos y a otros, y deberá desfacer los entuertos producidos en los ritos de iniciación cuyos argumentos no venían explicados en el temario de la universidad.

Antonio Javier Roldán

 

 

Colaboraciones

 

Las creencias dañinas (y VI): Cuestionando nuestras creencias dañinas

En la antigua Grecia, el filósofo Sócrates gozaba de alta reputación y admiración por sus conocimientos. Un día un alumno encontró al gran Maestro en la calle, y le dijo:

– Sócrates, ¿sabes lo que he oído acerca de un amigo tuyo?
– Un momento -replicó Sócrates-. Antes que me digas algo, quiero ver si superas una pequeña prueba. Se llama prueba del TRIPLE FILTRO
– ¿Triple filtro?
– Así es -continuó Sócrates-. Antes de que me hables de mi amigo, es una buena idea tomar un momento y filtrar lo que vas a decirme
– El primer filtro es la VERDAD ¿Estás absolutamente seguro que lo que vas a decirme es verdad?
– No, dijo su alumno -realmente sólo lo oí y….
– Muy bien, replicó Sócrates -Entonces no sabes realmente si es verdad o no. Veamos el segundo filtro, el filtro de BONDAD.
– Lo que me vas a decir de mi amigo, ¿es algo bueno?
– No, al contrario…
– Entonces – prosiguió Sócrates – me vas a decir algo malo de él, pero no estás seguro de que sea verdad. Todavía falta un filtro: el de UTILIDAD ¿Lo que me vas a decir de mi amigo es útil para mí?
– No, realmente no.
– Bueno concluyó Sócrates, si lo que me vas a decir no es ni verdad, ni bueno, ni aún útil, ¿Para qué me lo vas a contar?

Este triple filtro que aplicaba Sócrates –verdad, bondad y utilidad- es la que podemos utilizar para cuestionar y cambiar nuestras creencias dañinas.

En psicología clínica utilizaremos la TÉCNICA DEL DEBATE. Después de detectar la presencia de alguna de las creencias dañinas, podemos ir contestando a una serie de preguntas encaminadas a determinar su ajuste con la realidad, sus consecuencias y la utilidad de pensar de esa manera. Contestar a esas preguntas implica ir generando creencias alternativas más adecuadas y menos dañinas:

1.- Preguntas encaminadas a determinar el ajuste con la realidad

¿En qué pruebas o evidencias me baso para asegurar que es cierta mi creencia?
¿Hay pruebas o certezas que indiquen lo contrario a lo que yo creo?
¿Podría existir otra creencia u otra forma de pensar alternativa?
¿Se puede decir que todas las personas tienen esa creencia? ¿Por qué?
¿Qué razones me han podido llevar a creer eso y no lo contrario?
¿Con qué argumentos defendería esta creencia ante otra persona?
Si esta creencia la tuviera otra persona, ¿qué razonamientos podría utilizar para demostrarle que no es correcta su interpretación?

2.- Preguntas orientadas a evaluar la magnitud de las consecuencias de la creencia

Suponiendo que la creencia fuera cierta: ¿Qué es lo peor que me puede suceder? ¿Qué es lo mejor que puede ocurrirme?
Y si la creencia no fuera cierta: ¿Qué es lo peor que me podría suceder? ¿Qué es lo mejor que podría ocurrirme?
¿Hay motivos para alterarse por esa creencia? ¿Esta justificado que me perturbe de esa manera?
Si realmente las cosas son así, ¿puedo hacer algo para cambiar la situación?
¿Por qué si puedo hacer algo para cambiar la situación no lo hago?

3.- Preguntas que evalúan la utilidad de pensar de esa manera

¿Qué inconvenientes tiene para mí pensar así?
¿Qué ventajas obtengo al pensar así?
¿Para qué me sirve pensar de esta forma?
¿Me hace sentir bien?
¿Me ayuda a estar mejor conmigo misma y con los demás?
¿Merecería la pena pensar de otra manera?
¿Qué es lo peor que me puede suceder si cambio la creencia?
¿Qué es lo mejor que me puede suceder si mantengo mi creencia?

 

 Trinidad Nieves Soria López (Psicóloga Clinica)

Puedes enviar tus reflexiones, poesías o artículos sobre la adolescencia para que se publiquen en “La pavoteca” enviando un correo electrónico.

 

La Pavoteca examina a…

 

José Luis Alonso de Santos

Biografía: Wikipedia

Web: Oficial

1.Pregunta de Matemáticas: ¿A qué edad recuerda que se inició su adolescencia?

Al cambiarme de pantalones cortos a largos, creo que fue a los 10 años.

2.Pregunta de Ciencias Sociales: ¿Cómo percibía entonces la sociedad que estaba descubriendo?

Binaria: ricos y pobres, tontos y listos, guapos y feos, fuertes y delgaditos, más confusos o menos confusos, etc.

3.Pregunta de Tecnología: Hoy en día muchos adolescentes se sienten fascinados por las consolas, los ordenadores, los móviles… ¿En qué empleaba usted su tiempo libre?

En hacer tonterías (algo importantísimo), perseguir chicas, leer lo que encontraba, y jugar al fútbol con los amigos.

4.Pregunta de Lengua: ¿Cómo era su comunicación con los adultos?

Normal. Es decir, ellos eran los listos y yo el tonto.

5.Pregunta de Educación Física: ¿Le importaba mucho su aspecto físico?

Sí, por desgracia. Era muy delgado, orejas grandes, y un tanto raro.

6.Pregunta de Educación Plástica: En la adolescencia procuramos escoger nuestra ropa según la imagen que queremos transmitir a los demás. ¿Cómo era su imagen entonces?

De adolescente de posguerra larga. Poco dinero y vida de barrio.

7.Pregunta de Ciencias Naturales: ¿Recibió alguna información sobre educación sexual o prevención de drogas fuera del entorno familiar?

La educación sexual la aprendíamos con la práctica en los juegos callejeros. La única droga que existía era el tabaco, y yo no fumaba. Me daba tos.

8.Pregunta de Música: ¿Qué tipo de música o artistas escuchaba en su adolescencia? ¿Los sigue escuchando?

A mis amigos. Tocábamos nosotros mismos las guitarras que nos habían regalado en Navidad.

9.Pregunta de Idioma extranjero: ¿Sintió alguna vez que nadie le comprendía?

No. Vi que los demás pensaban que no les comprendía yo.

10.Pregunta de Religión/Ética: Al llegar a esta etapa de la vida, ¿hubo algún cambio en sus valores o principios?

No. Se reafirmaron los de mi infancia. Unos mandan y son grandes, y otros obedecen y son pequeños.

¡Muchas gracias, José Luis!


Materiales recomendados

DVD: “Melody”

Daniel es un preadolescente tímido y sensible que vive en una sociedad británica rígida en sus costumbres. Sus padres no parecen darse cuenta de los cambios de la edad hasta que su madre observa perpleja, en una escena muy ilustrativa, como Daniel emplea su aptitud para el dibujo en  retratar una mujer desnuda con total naturalidad.

En pleno inicio de su adolescencia conoce a un  nuevo amigo, con problemas familiares y actitud más rebelde que él, y a Melody, una compañera de colegio de la que se enamora. La joven pareja vive con un pie en la infancia, relacionándose con distracciones y juegos propios de esa edad, y el otro en la juventud, asumiendo con naturalidad el amor que los une, de forma que deciden que deben casarse para permanecer juntos en ese paraíso que han creado.

Mientras tanto en su entorno, los chicos se entretienen fabricando petardos y las chicas hablando de besos. La recién nacida pareja unirá a ambos sexos en la escena final, donde se escenifica que la infancia sigue presente en la preadolescencia y que los adultos parecen querer actuar como diques en esta etapa.

 

Otros detalles

  1. La película está actualmente descatalogada en España, pero se puede hacer un visionado de la misma en este enlace, hasta que llegue el momento de adquirirla.
  2. La espléndida banda sonora de los Bee Gees contiene clásicos como “First of may”.
    Esperamos tus sugerencias.

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