Blog de Antonio Javier Roldán sobre adolescencia y educación

Capítulo 32


viernes, marzo 13th, 2009

 

Las familias helicóptero

 

En aquellos tiempos en los que cualquier adulto, por el simple hecho de serlo, representaba una figura de autoridad en la calle, la familia o en el colegio, el maestro era para nosotros una referencia respetada y considerada. Si el maestro te castigaba o llamaba la atención no quedaba otra que asumirlo, estuviese en lo correcto o no. Es más, en casa el apoyo al docente era pleno y absoluto, por lo menos de cara al alumno. Hoy en día el maestro ha pasado de ser una “fuerza viva” de la sociedad, a una figura desprestigiada: “Los profesores tienen muchas vacaciones”, “No saben entender a mi hijo”, “Sus clases no son motivantes”, etc. Si a este fenómeno le unimos la entrada de los centros de enseñanza en  los modelos de calidad, importados de otros sectores empresariales, no es raro que algunas familias puedan sentirse clientes de un colegio o instituto.

Dicen que el cliente siempre tiene la razón y que si no recibe los servicios deseados siempre puede pedir el libro de reclamaciones -esto es verídico, lo prometo-. Por eso en Estados Unidos se ha enunciado el modelo de “helicopter parenting” (Padres helicóptero) para aquellos padres que planean sus hijos y que caen en picado cuando detectan el más mínimo problema, convirtiéndolos niños y adolescentes reforzados en sus conductas y protegidos en una burbuja que no existirá cuando salgan sin protección a la selva que les aguarda en la sociedad actual. La Doctora Cary Anderson, doctora en Educación de la Universidad Saint Joseph de Filadelfia, ha clasificado a estos padres en “helicópteros de combate” -reaccionan ante la menor sospecha de ataque a sus hijos-, “helicóptero de tráfico” -pone límites al hijo y le deja que siga su camino mientras cumpla las normas- y  el “helicóptero de rescate” -se mantienen distante y sólo actúa  en caso de necesidad-.

Los helicópteros de combate rompen el triángulo  alumno-familia-profesor, creando situaciones de tensión y  fomentando futuros jóvenes consentidos, conscientes de sus derechos y no de sus obligaciones, incapaces de defenderse por sí mismos o de resolver un problema de forma adecuada con inteligencia emocional.

Los de rescate o emergencias parecen que otorgan mucha libertad a sus hijos -“la que no tuvimos nosotros”- y procuran no molestar durante el proceso educativo, acudiendo, prestos y diligentes, al escenario de cualquier eventualidad para luego volver al acuartelamiento hasta la próxima alarma. Estas patrullas podrían parecer muy diligentes, pero se muestran poco eficaces en el día a día y se ven obligados a tomar medidas drásticas dada la gravedad del accidente que deben atender.

 

Los helicópteros de tráfico tienen una labor poco gratificante. Se pasan el día vigilando en la sombra, allí en el cielo donde nadie los percibe, realizando controles rutinarios, coordinándose con las patrullas de tierra y sufriendo cuando observan una “pirula” desde el aire. Ellos delimitan la velocidad, señalan las curvas peligrosas, realizan hábiles desvíos en caso de obras y observan constantemente que el tráfico discurra con normalidad.

Es un trabajo de hormiguita, casi invisible, pero que permite a los vehículos buscar su propia ruta con seguridad, sabiendo que existen unos límites que deben respetar y que en caso de percance siempre llegará el helicóptero para situarse en el arcén y ayudarles con la eventualidad.

Cuando un alumno destaca por su madurez emocional, coherencia, ganas de crecer, esfuerzo y respeto hacia su entorno, miro hacia el cielo y percibo la diminuta sombra del helicóptero de tráfico observándonos en la lejanía, analizando el ir y venir de los coches, recogiendo datos, procesándolos y obrando en consecuencia.  Entonces es cuando miro a los ojos a mi alumno y me imagino, con ilusión, como será de mayor. Podrá tener más o menos suerte en la vida, pero estoy seguro de que será una gran persona.

Para entonces el helicóptero de tráfico habrá descendido para descansar y contemplar con orgullo el flamante automóvil que se mueve con soltura por el mundo. De vez en cuando tendrá que retomar su misión para parchear algún desajuste, pero es consciente de que lo de ser padres es para toda la vida. No le dolerá tomar altura de nuevo.

Admiro profundamente a esos padres y a esas madres helicópeto (…de tráfico).

Antonio Javier Roldán

Colaboraciones

El marsupilami en su jaula

Para aquellos que nunca hayan leído el cómic de Spirou, les diré que el marsupilami es una extraña especie, encontrada por Spirou y Fantasio en una selva amazónica, llamada marsupilami. En un principio, por cuestiones que no vienen al caso –ver “Spirou y los herederos”-, el marsupilami es transportado a Europa y expuesto en un parque zoológico, pero tiempo después el simpático animalito retorna felizmente a su hábitat para proseguir con su vida en libertad.

¿Qué hubiera pasado si esta curiosa criatura se hubiera quedado en su jaula?

A nivel de nutrición, el animalito viviría rodeado de todo tipo de golosinas sin dar un palo al agua. ¡Jolines! Todo el mundo pendiente de mí, doy cuatro saltitos y me tiran cacahuetes, por no hablar de las cestas de moras de mis cuidadores. Por mi cara bonita tengo todo lo necesario. ¡Esto es vida! El pringao del ciervo está medio aburrido en su chabolo porque no mola tanto. La culpa es suya. Haber nacido tan mono como menda.

Si el pobre bichito se constipara, un gabinete médico le colmaría de atenciones, le sonaría la nariz cada quince minutos y le pondría vacunas hasta para las vacas locas. Se le trasladaría a la jaula de invierno y se colocaría el termostato del aire acondicionado a la temperatura que el ordenador ha recreado en el simulador de Marsupilamis-Life. Por favor, que no sude, que duerma con funda nórdica y que se la administre la leche con Omega-4, vitaminas variadas y un refuerzo de calcio y de hierro colado.

En el caso remoto de que alguien le lanzara un cacahuete y le rozara una oreja, el presunto homicida frustrado, se enfrentaría a cargos muy graves, por haber perpetrado una agresión a una especie en desarrollo, con ánimo de imposibilitar el sentido del oído con consecuencias irreversibles para el animalico en su principal receptor de halagos, provocando un estrés postraumático de grado 7 en la escala ISO-Marsupi-2007 según el certificado de calidad del zoológico que normaliza el uso de mascotas.

Una vez al día, la estrella del parque sería conducida al adiestrador, que con paciencia infinita procuraría adoctrinar a su pupilo en la vida salvaje que le espera fuera de su prisión dorada, porque nunca se sabe lo que puede pasar en el futuro. Si el irresponsable adiestrador osara regañar al marsupilami por lanzarle objetos, llamarle domador de pulgas o por corregir su inapetencia por los conocimientos, posiblemente los dueños del negocio le dirían que no se propase con él, que la culpa es suya por no motivarle. ¡Pero oiga! ¿Cómo es usted tan duro con el pobrecito? ¿No ve que le va a traumatizar? El cliente siempre tiene la razón y si no pide el libro de reclamaciones, así que ojito.

Pero lo que no sabe nuestra feliz criatura es que un día, un camión se colocará frente a su home-sweet-home y de él surgirá una diminuta caja con un nuevo cachorrillo de piel de leopardo y rabo serpenteante. ¡Anda! –pensará en un principio- Me traen a un amiguito. Pasadas las horas, el nuevo inquilino tomará posesión de la jaula y el que hasta ahora era el rey de la casa, sin saber porqué, se verá liberado en la selva. Es que ya te tocaba, chiquitín. No me guardes rencor. Es ley de vida y ya va siendo hora de que te busques las lentejas y te encuentres una hembra como debe ser. La jaula no es eterna. Se acabó el chollo, así, sin anestesia ni nada. Échale un par salvo que seas ovíparo.

De repente el protagonista de la historia descubre con horror que de barrotes para afuera la naturaleza es implacable, que o comes o te comen, que las heridas te las lames y las limpias con un poco de barro, que aquel adiestrador que le complicaba la vida llevaba razón y observa que no existe nadie parecido a él en tu nuevo mundo. No encuentra ningún hueco para refugiarse, el alimento escasea, debe merendarse más de una fruta podrida y la noche es más fría sin el calor de su celda.

Entonces regresará airado a pedir explicaciones a sus cuidadores, rogará al adiestrador que le regale un trocito de alguna de aquellas lecciones que no escuchó y se compadecerá del nuevo cachorrito que ahora ocupa su lugar.

Que no te pase nada, novato

(Dedicado a los admirables y valientes poseedores de un marsupilami, que tienen el coraje de ayudarle a crecer sano y fuerte sin ayuda de jaulas.)

Antonio J. Roldán (Publicado en “La máscara del bufón” en 2008)

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E

 

La Pavoteca examina a…

 

Lorenzo Silva

Biografía: Wikipedia

Web: Oficial

1.Pregunta de Matemáticas: ¿A qué edad recuerda que se inició su adolescencia?

Diría que a los 12, en lo que entonces era sexto de EGB. Al menos, ahí me recuerdo con las primeras zozobras que hoy consideraría típicamente “adolescentes”.

2.Pregunta de Ciencias Sociales: ¿Cómo percibía entonces la sociedad que estaba descubriendo?

Estrecha. A los cinco años me había leído las aventuras de Lawrence de Arabia y a los seis “La isla del tesoro”. En comparación, la España de los 70, vivida desde un barrio de la periferia madrileña, no era demasiado apasionante… Es verdad que se estaba aprobando una nueva constitución, que no es un acontecimiento que carezca de relevancia, pero para mí era todo parte del mismo rollo oficial. En el cole me obligaron a hacer un trabajo sobre ella lo mismo que sobre la muerte de Franco o la proclamación del Rey.

3.Pregunta de Tecnología: Hoy en día muchos adolescentes se sienten fascinados por las consolas, los ordenadores, los móviles… ¿En qué empleaba usted su tiempo libre?

A los doce, en leer, vagabundear e inventarme historias. Algo veía la tele y algo iba al cine. Con quince años toqué mi primer ordenador, un Apple II en el instituto. Y desde entonces no he dejado de trastear entre ellos, así que algo comparto con los adolescentes de hoy.

4.Pregunta de Lengua: ¿Cómo era su comunicación con los adultos?

Buena, con mis padres siempre me he llevado bien, me han respetado y apoyado y no sentí nunca que debieran hacer más de lo que hacían. Yo también procuré cumplir con las que entonces eran mis responsabilidades. Quizá por esa época medí un poco las fuerzas con mi padre. Pero luego firmamos un armisticio. Y hasta hoy.

5.Pregunta de Educación Física: ¿Le importaba mucho su aspecto físico?

Claro, fue entonces cuando empecé realmente a peinarme, y a fijarme en qué llevaba puesto. Pero vamos, dentro de un orden. Con esta fachada, cualquier obsesión excesiva habría sido vana.

6.Pregunta de Educación Plástica: En la adolescencia procuramos escoger nuestra ropa según la imagen que queremos transmitir a los demás. ¿Cómo era su imagen entonces?

Como ahora. No demasiado elegante ni demasiado desastrada. Más bien sobria. Iba de azul, gris y negro, pero no en plan gótico. Siempre he repudiado los excesos. Me gusta ser invisible.

7.Pregunta de Ciencias Naturales: ¿Recibió alguna información sobre educación sexual o prevención de drogas fuera del entorno familiar?

Sí, en el cole nos dijeron algo. En fin, una cosa muy naif. Recuerdo que una chica preguntó si con un beso en la boca se podía quedar embarazada. Con 14 años… En fin, qué tiempos.

8.Pregunta de Música: ¿Qué tipo de música o artistas escuchaba en su adolescencia? ¿Los sigue escuchando?

Bastante clásica (Corelli, Pergolesi, Bach, Chaikovski, Mahler), bastante pop sinfónica (Pink Floyd, Supertramp, Electric Light Orchestra), bastante techno (Soft Cell, Yazoo, OMD, Depeche Mode), bastante heavy (Judas Priest, Black Sabbath, Iron Maiden), bastante de cantautores (Serrat, Paco Ibáñez, Silvio Rodríguez) y hasta (de eso estoy menos orgulloso) Mecano. O sea, de todo y por su orden. O desorden. Y sí, sigo así, pero sumando lo nuevo, desde Rammstein y Extremoduro a Albert Pla pasando por Amy Winehouse o Russian Red.

9.Pregunta de Idioma extranjero: ¿Sintió alguna vez que nadie le comprendía?

A menudo, sobre todo cuando escribía. Pero en honor a la verdad hay que decir que entonces yo escribía bastante raro.

10.Pregunta de Religión/Ética: Al llegar a esta etapa de la vida, ¿hubo algún cambio en sus valores o principios?

No. Seguí (y sigo) creyendo lo que me inculcaron de pequeño. Respeta a los demás como a ti mismo. No seas mezquino. Intenta servir de algo a tus semejantes. Sé verdadero.

¡Muchas gracias, Lorenzo!

Materiales recomendados

 

Web: Protege a tus hijos

Esta web de Microsoft es una buena introducción a la prevención de los peligros de Internet en las familias con niños, mediante tres vídeos y una guía que se puede descargar de forma gratuita en formato pdf.

En un primer vídeo los padres pueden conocer hábitos de navegación y comunicación segura a través de la red. Otro vídeo, enfocado a los niños, sirve para que los pequeños internautas descubran buenos hábitos, y un tercero nos enseña a manejar un software de Microsoft, que se puede descarga en la misma web, que actúa como programa-canguro, es decir, que limita el acceso a ciertos contenidos y deja en manos de los padres la autorización a que un contacto sea agregado en el Messenger.

Para no pecar de “helicóptero de combate”, pienso que una medida como el programa-canguro debe ir siempre precedida de una prevención mediante la lectura conjunta, por parte de toda la familia, de la guía.

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