sábado, febrero 21st, 2015
Mamá, ¿qué deberes tengo?
Aunque mis alumnos no se lo crean sólo llevo poco más de un año usando el Whatsapp. ¡El coordinador de TIC de un colegio! Pues sí… La verdad es que ahora me facilita mucho esa labor de coordinación, aunque también siento que voy con “la oficina a cuestas”, para lo bueno y lo malo. También me permite comunicarme con mi compañera de forma más efectiva, ya que pasamos muchas horas trabajando y nos gusta saber el uno del otro.
Tampoco es de extrañar que en un país como España, líder europeo en uso del “guasap”, los adolescentes hayan encontrado en sus móviles una alternativa barata para gestionar su vida social a través del móvil. Las “llamadas perdidas” y los SMS han sido desplazados por el este servicio que además facilita el compartir archivos multimedia.
En el mundo de la educación existe una herramienta similar llamada Remind, que permite a los profesores enviar o programar mensajes, fotografías o documentos directamente a los teléfonos móviles de los alumnos y de sus padres. Teniendo en cuenta que el teléfono móvil es hoy en día el regalo estrella de las primeras comuniones podemos imaginarnos un peligroso escenario en el que un profesor de primaria se convierte en “Community Manager” de familias (que a veces actúan como clientes) y de niños, todavía inmaduros para moverse con soltura en la sociedad, pero a los que se invitan a hacerlo en su imagen virtual de las redes.
A raíz del éxito de estos sistemas han surgido los grupos de whatsapp “para madres” (no es una expresión machista por mi parte, se llaman así) en las que se comentan los deberes, los exámenes y lo sucedido en las clases, sustituyendo paulatinamente a los corrillos llamados popularmente “Radio patio”. Parece lógico que este tipo de grupos puedan resultar eficientes en las edades tempranas, especialmente en educación infantil, donde funcionan mucho los avisos, circulares o el diálogo diario con los docentes, haciendo muy necesaria la presencia de los padres a la salida de clase.
El problema surge cuando los niños van creciendo y se acercan al final de primaria, y no digamos ya en secundaria. ¿Por qué? El inicio de la pubertad coincide con el aprendizaje de la autonomía, ejerciéndola con responsabilidad y cierta libertad marcada por los límites. Este cambio significa que los padres deben alejarse poco a poco del aula dejando a sus hijos que se erijan en los protagonistas absolutos de su aprendizaje e interviniendo sólo en los casos en los que ellos le demanden alguna ayuda puntual. Tan ridículo es sentarse a estudiar con un alumno de secundaria como intentar conocer cada una de sus tareas a través de un grupo de mensajería.
Veamos el ejemplo de Pascualito: Nuestro protagonista se rasca los testículos a dos manos durante las horas de matemáticas. A veces abandona tan estimulante tarea para echarse unas risas en clase, por lo que al terminar la jornada su único logro ha sido calentar la silla y haber estrechado lazos con Pascualita, la compañera de al lado que, dicho sea de paso, está de buen ver. Total, que llega a casa, merienda y se sienta a estudiar. ¡Mamá! Dime hijito. Mira en el grupo de madres qué deberes tengo para mañana. ¿Qué pasa, te has dejado en casa la agenda? No, no es eso, es que el profe habla muy bajo en clase y con el jaleo que se monta no se oye nada. Vaaale, lo miro.
La madre regresa al dormitorio de su hijo y le explica los deberes que tiene para ese día. Luego regresará para comprobar si Pascualito los ha hecho. ¿Qué tal hijo? Pues fatal, no entiendo el problema este de las gallinas y los conejos. Déjame que lo mire… ¿A qué es complicado, mamá? Un poco, espera que lo consulte…
Hijo, te mando el problema por whatsapp. Mamá, me has prohibido encender el móvil de lunes a viernes. Es un momento, no te preocupes.
Y así, justo en esa etapa en la que Pascualito debe aprender a ser autónomo, a resolver sus conflictos en el colegio y a responsabilizarse de sus tareas, su mamá decide sobreprotegerle, evitarle las consecuencias de su actitud y ayudarle a que no se traumatice ante el esfuerzo.
Lo que no sabe esta madre es que el propio Pascualito y sus amigos tienen otro grupo de whatsapp en el que se pitorrean de sus madres, padres y profesores, y que a veces usan para acosar a la pobre Carmencita, una compañera muy tímida que es el objeto de sus burlas. Pero eso ya será otra historia…