Blog de Antonio Javier Roldán sobre adolescencia y educación

Capítulo 10


viernes, octubre 10th, 2008

 ¿Quién es ese chico con el que vas?

 

Estos días, en los que me entrevisto con las familias de mis alumnos, escucho con alegría como me hablan de las amistades de sus hijos, de esas relaciones que han durado desde que entraron en el colegio y que con el tiempo se han extendido a los propios padres, creando unos entornos en los que los niños crecen socialmente bajo el amparo de unos adultos que, casi sin darse cuenta, están trabajando en equipo. Muchos de estos vínculos perdurarán a lo largo de la vida, tanto entre los niños como entre sus mayores.

Cuando comienza la adolescencia, y con ella la iniciación del camino a través del mundo adulto, muchos jóvenes empiezan a buscar nuevos compañeros de viaje con los que compartir las inquietudes que produce esta nueva aventura. En algunos casos, si los amigos de toda la vida se encuentran en el mismo nivel de descubrimiento de la realidad adulta, manteniendo sus intereses unidos al afecto de los años, logran consolidar, e incluso intensificar, esa relación. Sin embargo, si no existe armonía entre el cariño y las necesidades de la edad, la propia exploración social llevará a los adolescentes a buscar nuevas compañías con las que transitar por el laberinto que les acerca a la madurez.

Los nuevos amigos que surgen en la adolescencia pueden significar una fuente de conflictos. Por un lado en la propia pandilla, cuando algunos de sus miembros se ven de repente abandonados o apartados por sus compañeros de juegos de toda la vida. Por otro, los padres ven de repente como el entorno seguro en el que se movía su hijo ha pasado a ser incierto y desconocido. Como además esas nuevas compañías suelen ser personas con la adolescencia más adelantada que los antiguos amigos, los padres temen que sus hijos puedan caer en problemas que antes eran fácilmente controlables porque no existían en el grupo anterior, como las drogas, el desinterés académico o el rechazo a los valores trabajados en la infancia.

Mientras tanto nuestro “explorador” nota que sus nuevos compis de correrías no son del agrado ni de su familia, ni de sus antiguos amigos, ni de sus profesores. Ese rechazo lo percibe como algo propio, porque al fin y al cabo estamos criticando su elección y sus nuevas costumbres. Además, en esta fase los adultos podemos pasar de ser una referencia a ser unos administradores de libertad que nunca entendemos nada, por lo que cuanto más se le diga que no vaya con una persona, que objetivamente es una mala influencia, más atractiva le parecerá. No olvidemos que aquellos jóvenes que ya tienen escarceos con los aspectos más atrayentes del mundo adulto (libertad de horarios, edad para consumir tabaco y alcohol, relaciones sexuales, autonomía…) resultan ser los más populares, por parecer más experimentados a ojos de los demás miembros del grupo, y ejercen como los líderes de la nueva pandilla.

Cuando los adultos percibimos una actitud o un hábito achacados a una de las nuevas amistades que nos parece poco recomendable para el menor, quizás sea más conveniente hablar y razonar sobre el comportamiento en sí, centrándonos en los hábitos nocivos del amigo, no en su persona. En estas edades, criticar a un colega equivale a hacerlo a un padre o a una madre en la infancia, lo cual produce dolor. Por ejemplo, si hemos visto a un compañero de nuestro alumno o hijo fumando en la calle, podemos debatir sobre los efectos nocivos del tabaco más que sobre el propio fumador enfocando la conversación hacia sus consecuencias. Así le entregamos al adolescente las armas necesarias para defenderse en el entorno social que él ha elegido. En el caso de que estas charlas preventivas no surjan efecto, y entremos en situaciones de riesgo, podemos plantearnos nuevas medidas. No olvidemos que la frontera entre la imposición o la negociación se encuentra en la integridad física o psicológica de la persona.

 

Cuando la información no nos llega con fluidez siempre nos queda la opción del Caballo de Troya, que consiste en dejar la casa abierta para merendolas (Coca-Cola con cafeína y azúcar, por si no están estimulados), estudio en grupo (Véase “tertulia”), fiestas (en toda batalla hay bajas, incluyendo la porcelana de la Tía Enriqueta), juegos en el PC (¿Esta el ordenador en garantía?) o una peli en DVD (Lograremos el silencio, pero si la película la eligen ellos y los padres asoman por el salón, serán los anfitriones los que tendrán insomnio esa noche). En esas reuniones los padres se sentarán cual Dr. Félix Rodríguez de la Fuente a observar las “especies” que habitan en el entorno de su cachorro. Seguro que tendrán material de sobra para crear unos completos cuadernos de campo de fauna y flora.

Antonio Javier Roldán

 

 Colaboraciones

Asignaturas para padres

Nuestros hijos ya han vuelto al colegio, a la formación profesional o a la universidad. Este año me he visto sorprendido con la exigencia a los padres de cursar asignaturas propias y específicas. Sin ellas -me dicen- será imposible que mis hijos se desarrollen emocional e intelectualmente. Estoy alarmado. Ahora resulta que el que tengo que formarme soy yo. El aprovechamiento y desarrollo de mis hijos -me aseguran- depende de mí, de mi mujer y del entorno familiar, además de la concurrencia de su esfuerzo.

Me limitaré, para no alargarme, a espigar algunos párrafos de los libros de texto que nos tocará estudiar y ejercitar. Veamos:

Libro del amor:

  • El elemento determinante para educar bien a los hijos es que sus padres se quieran y les quieran.
  • El otro día, al reprochar a mi hijo de 14 años el bajón que habían dado sus notas, me espetó este comentario que me dejó frío: ¿Tú crees que, cuando os veo a mamá y a ti en el plan que estáis, puedo sentarme a estudiar?
  • Deja de preocuparte tanto por tus hijos y preocúpate un poco más de resolver tus diferencias con el otro cónyuge. Ese es el mayor bien que podemos hacer a los hijos.
  • Muchos padres tienen miopía aguda para ver los problemas de sus hijos. No reparan, por ejemplo, en el daño que ellos mismos les producen con sus discusiones o malos ejemplos.
  • El matrimonio no puede reñir, ni en broma, delante de los hijos.
  • Querer a los hijos es mucho más que darles un capricho. Es también saberse tragar esa supuesta injusticia del otro cónyuge para no herir a los hijos, que no tienen culpa de nada. Ellos son los únicos inocentes y los que más caro pagan las consecuencias de las peleas entre sus padres.

Libro del tiempo:

  • ¿Sabemos dar al otro y a nuestros hijos algo de nuestro tiempo? ¿Estamos dispuestos a reservar unos minutos al día, unas horas a la semana, para dedicarlas a los nuestros? ¿Sabes lo que es compensar la exigua cantidad con tiempos de calidad?
  • Nos escudamos en las prisas de nuestra época para pasar por nuestra familia como fantasmas. Sin embargo, siempre sacamos tiempo para aquello que verdaderamente nos interesa: ese viaje, esa visita, ese partido, ese programa… Por no citar las evasiones indecentes de algunos.
  • Un niño de 10 años preguntó a su padre cuánto le pagaban en su trabajo por una hora. El padre, con ganas de quitárselo de encima, le contestó que 50 euros. A la noche siguiente, cuando el padre llegó a casa y se sentó ante el televisor, el chavalillo se le acercó y le dio 25 euros en monedas, todos sus ahorros. Ante la cara de sorpresa del padre, el niño susurró tímidamente: es por media hora de conversación conmigo.

Libro del respeto:

  • Si, por desgracia, la llama del amor se ha debilitado, no traspases nunca, nunca (ni siquiera circunstancialmente) la frontera del respeto, ni con actos, ni con palabras, ni con omisiones. El respeto es la base de cualquier convivencia y relación humana. Debemos respeto, incluso, a los animales, a las plantas, a la naturaleza entera. ¿Se lo vas a negar a tu cónyuge o a tu hijo?
  • Muchas rupturas traumáticas tienen por causa el derrumbe previo del respeto.
  • El respeto a personas y cosas es la mínima aportación a la educación de tus hijos.
  • Algunas “buenas familias” no se explican por qué sus hijos se extravían. La causa está, muchas veces, en la falta de respeto en el ambiente familiar.
  • Procura no aplicar castigos físicos a tus hijos. Pero, si las circunstancias te obligan a ello, nunca les golpees o amenaces en el rostro, es el lugar del máximo respeto.

Libro del sexo:

  • La relación sexual entre los esposos es la expresión máxima de unidad y afecto que puede darse entre dos seres humanos. No la degrades.
  • No confundas relación sexual con excitación genital. La primera es entrega y comunicación entre dos personas con profunda unidad y vínculos afectivos. La segunda es un mero desahogo fisiológico. No conviertas a tu pareja en una cloaca o en mero placebo. Como mínimo, respeto. Caminad el sendero gozoso de la comunicación profunda y la entrega mutua. No prostituyáis vuestro matrimonio.
  • Las expresiones de amor delante de los hijos les hacen bien, pero nunca deben tener contenido sexual. (Ya sabes, ciertos besos y abrazos, manos sinuosas, gestos íntimos, palabras picantes, chistes verdes, etc.). Las legítimas y preciosas expresiones sexuales de vuestro amor deben quedar en la intimidad. Desarrollaremos en el curso los efectos nocivos de los comportamientos imprudentes en este terreno.
  • Explicad a vuestros hijos, en el momento oportuno y paulatinamente, los secretos del sexo. No esperéis a que se lo cuenten otros. Contestad con naturalidad a sus preguntas en la extensión y profundidad adecuadas a su edad.

Hay otras asignaturas con sus respectivos libros, que sólo puedo citar por falta de espacio: – La gestión de tensiones y conflictos. – La cirugía traumática en el matrimonio. – El cuerpo y la educación.

Este año los padres vamos a tener que hincar los codos y aplicarnos de lo lindo. Algún día os contaré.

Jairo del Agua (Correo,Web)

Puedes enviar tus reflexiones, poesías o artículos sobre la adolescencia para que se publiquen en “La pavoteca” enviando un correo electrónico.

 

 

La Pavoteca examina a…

 

Guillermo Fesser

Biografía: Wikipedia

Web: Gomaespuma

1.Pregunta de Matemáticas: ¿A qué edad recuerda que se inició su adolescencia?

Fue en verano. De pronto me sentí diferente, como si me separar del núcleo familiar y me convirtiera en una unidad independiente. Creo que tenía 12 años. Quizás 13..

2.Pregunta de Ciencias Sociales: ¿Cómo percibía entonces la sociedad que estaba descubriendo?

La mitad, la que desconocía, me parecía maravillosa: la noche, las fiestas, beber, fumar, viajar, ir de camping con amigos… La otra mitad, la conocida, padres dando órdenes, me parecía retrograda pero estaba seguro de poder cambiarla en el futuro.

3.Pregunta de Tecnología: Hoy en día muchos adolescentes se sienten fascinados por las consolas, los ordenadores, los móviles… ¿En qué empleaba usted su tiempo libre?

En lo mismo, pero como no había muñequitos que lo hicieran por mí, tenía que hacer las aventuras yo mismo así que, por ejemplo, en verano o los fines de semana en la sierra, nos tirábamos por una cañada dentro del neumático abandonado de un tractor… Cabreábamos a una cabra para que nos envistiera y tratábamos de esquivarla, construímos cabañas con cañas y ramas para hacer un escondrijo en el que hacer fiestas secretas, salíamos de excursión en bicicleta… En Madrid jugábamos a la Vuelta Ciclista con las chapas o nos metíamos en el cuarto de la calefacción de la casa de un amigo que era portero y hacíamos guerras con soldados de plástico por encima de las montañas de carbón de encina. El ejercito que perdía era condenado a derretirse en el fuego de la caldera.

4.Pregunta de Lengua: ¿Cómo era su comunicación con los adultos?

No muy buena. Había dos mundos: el de los pequeños y el de los adultos. No se cruzaba la raya.

5.Pregunta de Educación Física: ¿Le importaba mucho su aspecto físico?

No. Me molestaba más el sentirme torpe en la práctica de algún deporte, especialmente subiendo la cuerda en el gimnasio. La habilidad física era la manera más rápida y cómoda de conseguir el éxito en el patio del colegio.

6.Pregunta de Educación Plástica: En la adolescencia procuramos escoger nuestra ropa según la imagen que queremos transmitir a los demás. ¿Cómo era su imagen entonces?

Llevaba la ropa que heredaba de mis hermanos. Cuando me compraban algo nuevo, me estaba grande durante meses, a veces un par de temporadas, porque me lo compraban crecedero para que durase. En general aprendí a contentarme
con lo que tenía y…. a mangarles algún jersey a mis hermanos mayores sin que se dieran cuenta
.

7.Pregunta de Ciencias Naturales: ¿Recibió alguna información sobre educación sexual o prevención de drogas fuera del entorno familiar?

No

8.Pregunta de Música: ¿Qué tipo de música o artistas escuchaba en su adolescencia? ¿Los sigue escuchando?

Escuchaba la música de los 60 que pinchaban mis hermanos mayores. No los escucho con frecuencia pero me siguen gustando: Beatles, Albert Hammond, The Turtles…

9.Pregunta de Idioma extranjero: ¿Sintió alguna vez que nadie le comprendía?

Varias veces. Y viceversa: que no comprendía a nadie. Me sigue pasando de vez en cuando.

10.Pregunta de Religión/Ética: Al llegar a esta etapa de la vida, ¿hubo algún cambio en sus valores o principios?

No creo. Se afianzó el deseo de independencia y el de justicia social, pero los valores que traía de serie, esos que dicta el sentido común y el ejemplo de tu casa de que no se miente ni se roba ni se dan patadas, siguieron conmigo.

¡Muchas gracias, Guillermo!

Materiales recomendados

 

Libro: Padres y adolescentes. ¡Cuántas dudas!

En este libro, que trata sobre la adolescencia en general, destaca el análisis de situaciones familiares diversas, como hermanos de distinto/a padre/madre, separaciones, familias monoparentales, etc. También destaca un apartado sobre la identidad sexual, un tema que angustia a muchos jóvenes y del que no siempre se habla en este tipo de manuales. Para los que no somos psicólogos, se agradece mucho los múltiples ejemplos de supuestos que ilustran la teoría. Merece la pena echar un vistazo al capítulo dedicado al sueño en esta etapa, así como algunos extractos del diario de varios adolescentes.

Índice

  1. La adolescencia, ¿por qué nos asusta tanto?
  2. Padres y adolescentes
  3. Los adolescentes y la sociedad
  4. Amigos, amores y sexo en la adolescencia
  5. Trastornos más frecuentes en la adolescencia
  6. El sueño de los adolescentes
  7. La música de los adolescentes
  8. La adolescencia de la A a la Z
  9. Un día en la vida. Palabras a flor de piel. (Extractos de diarios)
  10. Lecturas recomendadas


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