Blog de Antonio Javier Roldán sobre adolescencia y educación

Capítulo 25


viernes, enero 23rd, 2009

 

La madurez

 

El Psicólogo Abraham Maslow diseñó una pirámide con cinco necesidades básicas para el ser humano que debería satisfacer para poder realizarse plenamente como persona. De esas cinco, las cuatro primeras pueden ser logradas de forma más completa, mientras que la quinta tiene más relación con la creatividad, la búsqueda del sentido de la vida o el crecimiento personal, por lo que resulta más difícil que se alcancen totalmente. Lo más interesante de este planteamiento es que para trepar por la pirámide hay que cubrir las necesidades de un estrato antes de saltar al siguiente. Hay que tener mucho cuidado con la escalada, porque también es posible bajar, dependiendo de la situación de la persona en cada momento de su vida.

Necesidades fisiológicas: Funciones como la alimentación, el descanso o el mantenimiento del cuerpo son importantes a cualquier edad, pero especialmente en la etapa de la adolescencia durante la cual el cuerpo realiza su mayor desgaste para crecer. En una pirámide, como en cualquier construcción, el primer estrato, formado por los cimientos, es básico en la consolidación de la misma y en su elevación armónica por encima del suelo. En el caso de los jóvenes esos cimientos deben contener una buena dosis de educación en hábitos saludables, alimentación, deporte, vigilancia médica y un adecuado descanso con sus horas de sueño regladas.

Necesidades de seguridad: Posiblemente muchas veces hemos oído en los centros escolares, o en conversaciones entre familias, esa frase típica que dice que los jóvenes de hoy en día tienen muchos derechos y pocas obligaciones. En el fondo esta afirmación recoge una gran verdad, porque no se recuerda un intervalo histórico en el que nuestros adolescentes estuvieran más protegidos en su integridad física y psicológica que en el actual. De hecho nunca los profesores y los padres y madres hemos estado tan fiscalizados como ahora. Si disponen de un gigantesco paraguas y están inmersos en el mundo del bienestar en el que han crecido, y que asumen como normal, comprenderemos el porque se sienten los reyes de la casa. Aunque debemos asegurarles su educación, salud, ambiente familiar o manutención, no debemos olvidar que ellos también son protagonistas de su propia seguridad, colaborando en casa, adquiriendo costumbres que repercutan positivamente en su salud, ejerciendo su papel de estudiantes con responsabilidad, o implicarse en el interés general de una sociedad de la que extraen el jugo y tiran la pulpa por ser poco atractiva. Nuestro propio Código Civil Español, libro I, título VII recoge en varios artículos los derechos, pero también los deberes, de los menores. Es muy interesante comprobar como ellos también tienen obligaciones con su familia.

Necesidades sociales: Si cualquier ser humano siente la necesidad de relacionarse, seguro que cualquier padre o madre suspira al recordar las horas que su hijo o hija pasa en el teléfono o en Messenger. Formar parte de una comunidad, o de una pandilla, es muy importante en esta etapa de socialización. Si además el colectivo al que nos apuntamos fomenta la cultura del esfuerzo, trabajo en equipo y las actividades al aire libre, estaremos ayudando, no solo a la socialización del joven, sino que estaremos reforzando los cimientos de la pirámide, mejorando la motivación en el estudio como medio para alcanzar metas y previniendo otras conductas mucho más pasivas y peligrosas como, por ejemplo, la drogadicción.

Necesidades de estima: En enero de 2009 mis alumnos y alumnas del grupo de teatro estrenaron un musical tras un año y medio de trabajo. Durante muchas semanas estuve con ellos ensayando, corrigiendo defectos, desarrollando las virtudes y colaborando en equipo para volcarlo todo en una tarde presentándose a la comunidad escolar. Cuando el público les despidió con una sonora ovación, los profesores de esta actividad subimos al escenario, para celebrar con ellos el éxito. En ese momento, ocultos a ojos del público, treinta adolescentes entre gritos de júbilo descubrieron que el esfuerzo tiene recompensa cuando decenas de personas les brindaron un aplauso que ya nunca olvidarán. Aunque ellos no sean conscientes inmersos en la euforia, los que fuimos testigos de su emoción y alegría sabemos que su autoestima creció tanto que ahora se sentirán capaces de afrontar nuevas metas y acceder a esa culminación de la pirámide donde ya los sueños se tocarán con la punta de los dedos. La autoestima trae consigo confianza, independencia, libertad, dignidad y felicidad.

Necesidades de autorealización: Desde las alturas, observando los cimientos a nuestros pies, el paisaje es amplio y hermoso. La mochila está llena y el corazón late con fuerza. Es el momento de usar la madurez lograda en los distintos pisos de la pirámide para desarrollar todo el potencial siguiendo una vocación por una profesión, imaginando proyectos relacionados con la creación, gozando de la vida y de nuestro entorno, enfrentando los problemas con las soluciones, amando la verdad como una realidad descubierta, pero a la vez en constante movimiento, relacionándose con la sociedad desde la experiencia y análisis personales, al margen de influencias, usando el humor como forma de aceptación de nuestra propia realidad y gozando de cada minuto del día como si fuera el último que nos queda por vivir.

Mostremos a los adolescentes los planos de nuestras pirámides, para que juzguen y saquen de ellos lo que precisen, proporcionándoles materiales de construcción de primera calidad para que sean los protagonistas de su obra. Entonces observaremos como alrededor de nuestra pirámide comienzan a surgir maravillas que algún día nos cobijarán a nosotros del viento y del frío.

 

Antonio Javier Roldán

Puedes enviar tus reflexiones, poesías o artículos sobre la adolescencia para que se publiquen en “La pavoteca” enviando un correo electrónico.

 

 

La Pavoteca examina a…

 

Fernando Sánchez Dragó

Biografía: Wikipedia

Web: Oficial

1.Pregunta de Matemáticas: ¿A qué edad recuerda que se inició su adolescencia?

La adolescencia no tiene fecha de comienzo. Se trata de un proceso ambiguo. No se sabe cuándo empieza.

2.Pregunta de Ciencias Sociales: ¿Cómo percibía entonces la sociedad que estaba descubriendo?

Nunca me ha interesado la sociedad, sólo las personas.

3.Pregunta de Tecnología: Hoy en día muchos adolescentes se sienten fascinados por las consolas, los ordenadores, los móviles… ¿En qué empleaba usted su tiempo libre?

No tengo -ni tenía- tiempo libre. Sólo es libre quien se sale del tiempo.

4.Pregunta de Lengua: ¿Cómo era su comunicación con los adultos?

A los adultos los veía como “los mayores”: mis enemigos.

5.Pregunta de Educación Física: ¿Le importaba mucho su aspecto físico?

De niño, no. Luego, sí.

6.Pregunta de Educación Plástica: En la adolescencia procuramos escoger nuestra ropa según la imagen que queremos transmitir a los demás. ¿Cómo era su imagen entonces?

Extravagante. Lo sigo siendo.

7.Pregunta de Ciencias Naturales: ¿Recibió alguna información sobre educación sexual o prevención de drogas fuera del entorno familiar?

La educación sexual siempre llega fuera del entorno familiar. En cuanto a las drogas, me las apañé solo.

8.Pregunta de Música: ¿Qué tipo de música o artistas escuchaba en su adolescencia? ¿Los sigue escuchando?

Casi nunca escucho música. Cuando era niño apenas había tocadiscos.

9.Pregunta de Idioma extranjero: ¿Sintió alguna vez que nadie le comprendía?

Me encanta que no me comprendan. Mis países favoritos son aquéllos en los que su lengua me resulta ininteligible.

10.Pregunta de Religión/Ética: Al llegar a esta etapa de la vida, ¿hubo algún cambio en sus valores o principios?

Por supuesto. El sexo se llevó por delante la religión. Los valores éticos no pueden cambiar nunca, porque proceden de la ley natural, que es de nacimiento.

¡Muchas gracias, Fernando!

Materiales recomendados

 

Libro: “SOS Adolescentes”

Este libro, de la psicóloga y escritora Ana Isabel Saz-Martín, está basado en el programa de televisión del Canal Cuatro del mismo nombre. En él se recogen las dificultades en las que se ven los padres de hoy en día para educar, y entender también, a sus hijos cuando son adolescentes.

A  lo largo de su lectura encontramos capítulos relacionados con los cambios en el cuerpo y la mente, las distintas maneras de educar que tienen las familias, los problemas de conducta, la información y prevención en los campos de las drogas y la sexualidad, el estudio, la imagen personal, los trastornos de la alimentación y la comunicación.

Pienso que el libro es de gran ayuda como primera lectura sobre la adolescencia, ya que toca todos los temas de forma amena dejándonos pistas para profundizar en aquellos que más nos interesen.

Al final podemos leer una lectura optimista de este etapa y la autora nos recuerda lo maravillosa que es la adolescencia como oportunidad de ver crecer a los jóvenes mientras se sigue creciendo como padre, como madre, como pareja, etc. Desde mi experiencia de profesor que conoce a sus alumnos con 12-13 años y que se reencuentra con ellos más tarde a los 17 años, coincido con Ana Isabel en afirmar que, a pesar de los disgustos y las preocupaciones, esta es una historia que suele acabar bien.

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