viernes, enero 16th, 2009
Drogas (III): La prevención |
A lo largo de estos primeros meses hemos tratado el tema de las drogas en el Capítulo 12 y en el Capítulo 18. En este post me voy a centrar en la prevención para minimizar el riesgo, ya que, como en cualquier enfermedad, resulta atrevido usar la palabra “evitar”. Para ilustrar este tema contamos con el testimonio de tres familias:
Familia Fulanítez.
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Sra. Fulanítez: “Al principio cuando llegaba a casa con olor a tabaco y un aliento que te tiraba de espaldas, su padre y yo nos preocupábamos un poquito, pero siempre hemos pensado que los jóvenes deben disfrutar de esa etapa de su vida de forma autónoma, porque al fin y al cabo ya son mayores para saber lo que hacen y el beber más de la cuenta forma parte de su cultura. Los pobres angelitos no tienen dinero para pagarse las copas en un pub y necesitan socializarse en la calle. ¿Existe un mejor ocio para los chavales que pasar el sábado en pandilla? Además, mi hijo siempre ha sido un buen niño, son los demás los que le inducen a fumar y beber.
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Sr. Fulanítez: “Me educaron antes de iniciarse la democracia, por lo cual sé lo que es vivir una adolescencia rodeado de prohibiciones y normas. Mi hijo es afortunado por haber crecido en libertad. No quiero ser un padre dictador, como lo fue el mío conmigo. Yo soy un colega más de mi hijo y él lo sabe. ¡Cuánto envidio a estos adolescentes! Yo no tuve tanta suerte.
Familia Menganitez.
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Sr. Menganítez: “Soy fumador desde que tenía pantalón corto y aquí sigo tan sano como cuando era un chaval. No entiendo ese alarmismo de las cajetillas de tabaco, que si fumar mata, que si produce cáncer… Cuando los domingos ponen el partido de fútbol en la tele me suelo servir un pelotazo para acompañar. ¿Tiene algo de malo? ¡Claro que no! Otra cosa sería si me enterara que mi hija está enganchada a las drogas, pero una caladita no hace daño. Entre nosotros… ¿Quién no se ha fumado un porro con los colegas? Cuando yo era más joven que mi hijo, mi padre me llevó a una taberna y me invitó a mi primer cigarro y a un chato de vino. Eso sí, me explicó claramente como evitar coger una cogorza, y el día que llegué a casa más pasado de la cuenta me soltó una bofetada que todavía me resuena en el oído. Cuando mi hija llegó el mes pasado borracha le dije a su madre que la metiera en plena noche en una ducha fría para que aprendiera a controlarse. Hay que saber beber.
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Sra. Menganítez: “Todavía tengo grabada en la memoria la noche en la que mi Anita llego bebida a casa. La tarde anterior la había sentado en su cuarto, muy ceremoniosamente, y le advertí seriamente sobre las trágicas consecuencias derivadas del consumo de drogas. También le dicté las normas antes de ir a la discoteca esa, para que tuviera claros los conceptos: A las 10 en casa, sin pretextos. Prohibido el alcohol. Nada de tabaco. La minifalda no te la pones y mucho menos la blusa escotada. Me llamarás cada hora. No vayas con la niña esa de 4º, que es una mala compañía… Total, que cuando me llega a las 10:15 con ese olor a vino barato la llevé derechita a la ducha y la senté en la cocina. Aunque se hacía la ausente le solté la mayor bronca que ha recibido en su vida. La vecina me llamó desde la terraza por si pasaba algo. Imagínese el numerito. Por supuesto, el castigo fue el adecuado a su metedura de pata. La dejé sin salir todos los fines de semana hasta final de curso, unos cinco meses… Bueno, he de reconocer que luego lo fui rebajando, pero ya estaba avisada.
Familia Zutanítez. (Nota del entrevistador: La familia Zutanítez ha optado por contestar juntos, ya que es un tema que han hablado hace tiempo y suelen ponerse de acuerdo cuando ejercen la paternidad)
Sr. y Sra. Zutanítez: “Desde que Esteban era un mocoso hemos procurado que tenga el máximo tiempo de ocio con chicos y chicas de su edad. Aunque nunca ha sido un gran deportista, se apuntó a baloncesto. El día que mete una canasta viene con una sonrisa… También está en el grupo de los Scouts y suele salir al campo y trabajar para pagarse la acampada organizando con los colegas el puesto de perritos calientes en las fiestas del cole. A veces compartimos con él momentos de esparcimiento, viendo en familia una película… Cariño, no olvides decirle a este señor que luego solemos hacer un debate sobre la peli. Sí ya se lo digo, tranquilo… Pues eso, vemos películas juntos, salimos al campo, asistimos a sus partidos. Como los adultos nunca podemos ser un colega más -sería patético-, nos gusta abrir nuestra casa para que se traiga a sus amigos a ver la tele, echar partidas a la play o celebrar cumples. Así les prestamos un lugar cómo para que se diviertan y de paso, como no, echamos un vistazo para conocer al personal.
Un día viendo el noticiario salió un informe sobre el consumo de cannabis entre los jóvenes españoles y, aprovechando que estábamos viendo la tele en familia, sacamos el tema. Él ya tenía información sobre los riesgos de las drogas legales, tabaco y alcohol, y de las ilegales, pero creo que agradeció que le escucháramos y que tuviéramos respuestas a sus dudas. En ningún momento quisimos ser apocalípticos, pero sí procuramos abrir un debate sincero sobre el peligro que supone abusar de esas sustancias, especialmente en los más jóvenes. Recuerdo que le dije que no es lo mismo echar un bidón de gasolina a un árbol centenario que a un pinito joven. Se quedó muy pensativo. Pienso que el que no fumemos ni bebamos, salvo una cañita los domingos en el aperitivo -¿por qué no?- pudo dar coherencia a nuestras palabras.
A pesar de nuestros esfuerzos, él sabe que en año nuevo metió la pata. Le dejamos ir a la gala de nochevieja, pero antes pactamos con él las normas. Acordamos entre ambas partes que vendrían todos los chicos de la pandilla juntos de regreso a casa, que no abusaría del alcohol y que si había mal ambiente que nos llamaría. La segunda norma no la cumplió y llegó a casa con los ojos brillantes y la voz pastosa. Estaba claro. Nuestro primer impulso fue montarle una escena allí mismo en el pasillo y castigarle a perpetuidad, pero contamos hasta diez para no dejarnos llevar por el acaloramiento. A la mañana siguiente hablamos con él y le dijimos que había faltado a su compromiso, que él había concensuado unas normas y no había sabido estar a la altura de la confianza que se le había dado. Aunque no nos apetecía escuchar sus excusas, le dejamos que se explicase y que él mismo nos ayudará a poner un castigo reparador de lo ocurrido. No salió de marcha ese mes de enero y un finde se quedó a cargo de la hermanita para que su padre y yo disfrutáramos de una escapadita en un hotel con encanto para compensar el disgusto y el agotamiento mental que supuso su error.
Antonio Javier Roldán
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Pilar García Muñiz
Biografía: Wikipedia
Web: España Directo
1.Pregunta de Matemáticas: ¿A qué edad recuerda que se inició su adolescencia?
En torno a los 15 años.
2.Pregunta de Ciencias Sociales: ¿Cómo percibía entonces la sociedad que estaba descubriendo?
Yo creía que formaba parte de una sociedad injusta, desequilibrada, que no medía con el mismo rasero a los chicos y las chicas de esa edad. Me explico. Nosotras teníamos más “obligaciones domésticas” que por ejemplo nuestros hermanos; por supuesto siempre teníamos que llegar a casa mucho antes que ellos; se nos controlaba más y al mismo tiempo también se nos exigía más . Con 15 años yo sólo percibía esa sociedad desigual contra la que me rebelé una y otra vez.
3.Pregunta de Tecnología: Hoy en día muchos adolescentes se sienten fascinados por las consolas, los ordenadores, los móviles ¿En qué empleaba usted su tiempo libre?
Nuestro tiempo era LIBRE, en mayúsculas, porque estábamos permanentemente en la calle. Pero por entonces no se llevaba el botellón. Mi generación era más de hablar y descubrir el mundo sentados en un banco de cualquier parque y comiendo una bolsa de pipas. También hacíamos deporte, aunque aquí los chicos por un lado y las chicas por otro (una muestra más de la desigualdad de la que hablaba antes). De vez en cuando conseguíamos disputar un partido mixto, en el que por supuesto si era de fútbol a nosotras siempre nos ponían bajo los palos.
Otro de los puntos de encuentro eran los billares donde comenzaba a despuntar el “Tetris”. Lo cierto es que no disponíamos de mucho dinero, así que el cine lo dejábamos para ocasiones muy especiales.
4.Pregunta de Lengua: ¿Cómo era su comunicación con los adultos?
En mi caso fluida porque siempre he hablado mucho. Ahora, había temas tabúes, como por ejemplo el sexo.
5.Pregunta de Educación Física: ¿Le importaba mucho su aspecto físico?
Sí, pero sin exagerar. Me preocupa más ahora.
6.Pregunta de Educación Plástica: En la adolescencia procuramos escoger nuestra ropa según la imagen que queremos transmitir a los demás. ¿Cómo era su imagen entonces?
Era una imagen “a la moda”. La que se llevaba entonces imponía hombreras anchas, pantalones pesqueros mostrando los calcetines (mucho mejor si eran de rombos) y el flequillo cardado con mucha laca. Yo me consideraba una chica moderna.
7.Pregunta de Ciencias Naturales: ¿Recibió alguna información sobre educación sexual o prevención de drogas fuera del entorno familiar?
Sí, en mi instituto. Una charla de educación sexual. Pero nunca de drogas.
8.Pregunta de Música: ¿Qué tipo de música o artistas escuchaba en su adolescencia? ¿Los sigue escuchando?
Escuchaba sobre todo pop rock. Grupos de entonces como Modern Talking, Duran Duran, Spandau Ballet, Depeche Mode, Hombres G, La Guardia, El Norte…Pero por influencia de mi hermano mayor también escuché mucha música española de los 80 (la conocida como Edad de Oro del Pop Español, que aún me fascina) y descubrí además la canción de autor (desde Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán, a Sabina, Javier Krahe o Victor Jara).
9.Pregunta de Idioma extranjero: ¿Sintió alguna vez que nadie le comprendía?
No tuve la sensación de incomprensión. Más o menos me entendía con mi “entorno” aunque tuviéramos nuestras diferencias.
10.Pregunta de Religión/Ética: Al llegar a esta etapa de la vida, ¿hubo algún cambio en sus valores o principios?
No, ninguno.
¡Muchas gracias, Pilar!
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DVD: Juno
Juno es una adolescente de dieciséis años que descubre que está embarazada de su amigo Paulie. Aunque en un principio opta por el aborto, finalmente decide tener el bebé y darlo en adopción. Para ello, con ayuda de su amiga Leah encuentra a una pareja en un anuncio del periódico , Mark y Vanessa, deseosa de tener un hijo. Juno le presenta el problema a su padre y a su madrastra una vez que lo tiene resuelto, reto que la familia acepta como una prueba de madurez e independencia de la joven, dejando claro que dentro de los parámetros de la sensatez será ella la que tome las decisiones.
El padre adoptivo de su futuro bebé, Mark, es músico, como Juno y Paulie, mientras que Vanessa aparece como una mujer conservadora, que ha arrinconado los sueños de formar una banda de éxito de Mark en una habitación apartada de la casa, y cuya única ilusión en la vida parece consistir en ser madre. A Juno no parece caerle muy bien Vanessa hasta que la ve un día en un centro comercial jugando con una niña.
Según transcurre el embarazo, Paulie parece seguir enamorado fue Juno la que se alejó de él- mientras que la música va actuando como catalizador de una creciente relación entre Mark y Juno. Mientras Vanessa se va ilusionando por el bebé, Mark comienza a ver como la llegada del niño supondrá el portazo final a sus sueños de ser una estrella del rock.
Aunque algunos críticos consideran que esta película tiene como objetivo servir de documento contra el aborto quizás por el modo algo caricaturizado y subjetivo de mostrar un deprimente centro de interrupción del embarazo-, la verdadera intención de la historia parece ser el abordar el tema de la transición a la edad adulta de Juno y, curiosamente, del propio Mark. Mientras que Juno abandona temporalmente su adolescencia para realizar una dura incursión en la juventud madura, afrontando sus problemas con autonomía y reflexión, regresando a ella una vez terminado todo en una preciosa escena con Paulie, observamos como Mark, desde su edad adulta, continua anclado en esa juventud que ve cada vez más lejana y que la presencia de Juno y de su futuro hijo parecen cerrar definitivamente obligándole formar una familia.
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