Blog de Antonio Javier Roldán sobre adolescencia y educación

Capítulo 27


viernes, febrero 6th, 2009

 

La orientación sexual

 

Hoy tocaba Educación Física. Es uno de esos días en los que Pablo sabe que tendrá que tragarse más de una burla por parte de sus compañeros de vestuario. Parecía más sencillo en la infancia, pero desde que todos han entrado en la pubertad, su forma de hablar y comportarse, y esa amistad que mantiene con las chicas le han convertido en el blanco de las etiquetas y las bromas del resto de chicos.

Pablo siempre ha asumido su identidad sexual de hombre, aceptando su cuerpo, reconociéndolo como una parte esencial de su persona y asimilándolo como medio de relación o placer. Cuando siendo un crío no siempre disfrutaba con los juegos marcados para su género, caracterizados por la competitividad, la acción o la violencia, comenzó a envidiar la socialización, el lenguaje corporal o la ternura de las niñas, y notar a su espalda ciertos cuchicheos y comentarios sobre su persona que no acababa de entender.

Su orientación sexual se ha ido formando desde que vislumbró los primeros cambios en su cuerpo y notaba atracción por chicos de su mismo sexo. Una vez le llamó el psicólogo del colegio para comentarle que esos sentimientos son normales en la pubertad y que no por ello iban  a dejar de gustarle las chicas. Para colmo, días antes su padre le había preguntado por los estudios y, de paso, dejó caer la pregunta de “¿Te gusta alguna chica en especial? A mí me gustaban todas. Soy tu padre y me lo puedes contar todo. Tenemos los mismo genes“. Aquello parecía una complot en toda regla en la que él estaba sobre la lente de un microscopio a los ojos de todas las personas de su entorno. Entonces empezó a preocuparse de verdad. ¿Era él un bicho raro? ¿Por qué su orientación estaba movilizando a todo su entorno?

El sentimiento de culpabilidad iba en aumento según iba explorando sus relaciones con las personas de la clase, descubriendo los sentimientos y sensaciones que su cuerpo le iba transmitiendo y notando como el resto de chicos andaban detrás de las compañeras sin disimulo. Curiosamente, el amigo que parecía más cercano a él comenzaba a mostrar una homofobia en público que le tenía desconcertado. Pablo pensaba que se estaba defraudando a sí mismo, a sus profesores, amigos y, lo que más le dolía, a sus padres.

El amor va más allá del cuerpo. Eso lo ha aprendido en casa, viendo como sus padres se quieren con las palabras y los gestos, advirtiendo en ellos una entrega y generosidad dignos de ser envidiados, haciendo del diálogo la base de su relación y amándose el uno al otro en sus virtudes, pero también en sus defectos. ¿Serán capaces de aceptar que su hijo amará y se emocionará igual que ellos, más allá de las barreras y los roles de género impuestos por la sociedad? Sería inconcebible imaginar que la gente que le quiere fuera a marginarle por el color del pelo, por la estatura o por el número de zapato que calza: “Oye tío molas mazo, pero paso de ti porque eres rubio“. “No, es absurdo. No se puede amar a un ser querido con condiciones“, piensa Pablo de camino a casa.

 

Resulta curioso como sus amigas reaccionaron tan bien cuando se lo contó en el burger. Marta le insistió mucho en que cualquier orientación es válida y que con el tiempo todo el mundo le querrá tal y como es. Con ellas es más sencillo. Quizás deba empezar por su madre, porque puede que a su padre, educado en el patriarcado y las diferencias culturales y sociales de los géneros, le cueste más entenderlo, e incluso se culpabilice temporalmente por no haber sabido inculcarle la masculinidad.

Pablo ha llegado al portal de casa. El corazón le late muy deprisa. Observa el folleto que le han dejado en una asociación, respira hondo y piensa que ya nada será igual. No sabe como van a reaccionar sus padres, pero lo que más anhela en ese momento es que le abracen con todas sus fuerzas.

Antonio Javier Roldán

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La Pavoteca examina a…

 

Samuel Sánchez

Biografía: Wikipedia

Web: Oficial

1.Pregunta de Matemáticas: ¿A qué edad recuerda que se inició su adolescencia?

Sobre los 15

2.Pregunta de Ciencias Sociales: ¿Cómo percibía entonces la sociedad que estaba descubriendo?

Como muy innovadora y de rápido crecimiento.

3.Pregunta de Tecnología: Hoy en día muchos adolescentes se sienten fascinados por las consolas, los ordenadores, los móviles… ¿En qué empleaba usted su tiempo libre?

En andar en bicicleta y jugar con mis amigos.

4.Pregunta de Lengua: ¿Cómo era su comunicación con los adultos?

Normal.

5.Pregunta de Educación Física: ¿Le importaba mucho su aspecto físico?

Lo justo. No era de los que se comían la cabeza.

6.Pregunta de Educación Plástica: En la adolescencia procuramos escoger nuestra ropa según la imagen que queremos transmitir a los demás. ¿Cómo era su imagen entonces?

Intentaba ir como los demás, sin llamar la atención.

7.Pregunta de Ciencias Naturales: ¿Recibió alguna información sobre educación sexual o prevención de drogas fuera del entorno familiar?

Por supuesto que sí.

8.Pregunta de Música: ¿Qué tipo de música o artistas escuchaba en su adolescencia? ¿Los sigue escuchando?

Por supuesto.

9.Pregunta de Idioma extranjero: ¿Sintió alguna vez que nadie le comprendía?

A esas edades es bastante frecuente pensar eso.

10.Pregunta de Religión/Ética: Al llegar a esta etapa de la vida, ¿hubo algún cambio en sus valores o principios?

No.

¡Muchas gracias, Samuel!

Materiales recomendados

 

DVD Los chicos el coro

Gérard Mathieu es un profesor de música en paro que empieza a trabajar como vigilante en un internado-reformatorio de menores en la Francia de 1949. A su llegada se encuentra con un regimen interno muy duro y represivo, promovido por el director del internado Rachin, que se encuentra desbordado por la situación.

Mathieu intenta acercarse a los chicos a través del afecto y el diálogo, por lo que las faltas de respeto hacia él van desapareciendo paulatinamente. Para formar un proyecto en común y darles a los alumnos alguna esperanza a través de la música, decide formar un coro y enseñarles a cantar logrando que el ambiente en el internado vaya mejorando.

Mientras que el director sigue con su idea de “Acción-reacción”, Mathie logra más disciplina mediante la afectividad y los castigos reparadores. Por ejemplo, un niño le coloca una trampa al conserje, mandándole a la enfermía, y le hace cuidarle durante su convalecencia.

Los alumnos que se sienten reconocidos por su labor en el coro y el afecto del profesor, poco a poco ven crecer su autoestima. La llegada de un joven delincuente al centro revoluciona el ambiente y el director decide aplicarle la máxima disciplina, consiguiendo así que el chico se vuelva todavía más asocial. Este chico no se integra en el proyecto del coro y acaba huyendo. Ya lo decía Ghandi: Ojo por ojo, todos ciegos. 


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