Blog de Antonio Javier Roldán sobre adolescencia y educación

Capítulo 34


viernes, marzo 27th, 2009

 

Prefiero estar sola

 

Sofía llegó nueva al instituto hace unos meses. Debido a su timidez, recuerda aquel día como uno de los peores de su vida…

Desde pequeña ha sido etiquetada por su familia y amigas como “tímida”, por lo que lleva mucho tiempo cargando con el estereotipo. En primaria su profesora la elogiaba  en público por lo calladita que era y lo bien que se portaba, sin imaginarse que ese buen comportamiento, que reforzaba con sus halagos, enmascaraba un problema de relación con los demás alumnos. Cuando llegaba una visita a casa se escondía en su habitación mientras que su madre decía aquello de “si es que es muy tímida, la pobrecita“. Sin embargo en el hogar mostraba su fuerte carácter con frecuencia.

En el patio las compañeras le pusieron el nombre de la sombra, porque nunca hablaba y siempre iba acompañada de su única mejor amiga, una chica muy desenvuelta que procuraba proteger y ayudar a Sofía en sus relaciones con las demás, asumiendo a veces papeles que no le correspondían, como preguntar las dudas de Sofía en clase  o arreglar conflictos con otras chicas. Lo más curioso es que Sofía perdía gran parte de su timidez ante los desconocidos, pareciendo incluso descarada en sus formas.

Con la llegada de la adolescencia, etapa durante la cual muchas inseguridades se agudizan empezó a sentirse peor. Palpitaciones, sudores, nauseas… Ella deseaba abrirse socialmente, tener más amigas, ser popular, poder gustarle a Alfredo, pero cada vez que lo intentaba se bloqueaba, hablando a trompicones, gesticulando en exceso, observando sin actuar o colocándose en un segundo plano. Generalmente procuraba evitar situaciones sociales en las que pudiera sentirse evaluada por los demás.

El primer día en el nuevo centro se puso mala al levantarse. Se veía incapaz de enfrentarse a un entorno hostil en el que no conocía a nadie. Es cierto que más de la mitad de sus nuevos compañeros estaban como ella, asustados y expectantes, pero según pasaban los días, y las pandillas se iban formando, ella continuaba aislada, deseando que sonora el timbre para escapar al entorno seguro de su habitación, un lugar donde no sería juzgada y en el que era aceptada sin condiciones por sus padres.

A menudo una timidez en la infancia puede derivar en una fobia social en la adolescencia y edad adulta. Por eso es tan importante poder trabajar este problema desde la familia y el colegio, o acudiendo a un especialista.

Sofía debería hacer el esfuerzo de preguntar las dudas de clase a sus profesores -aunque las primeras veces se ponga como un tomate-, expresar a sus amigas sus gustos y preferencias –¿Vemos esta película? Esa serie es un rollo. Mi color favorito es el verde-, afrontar la vida con sentido del humor de forma que las bromas y la simpatía fluyan en ambos sentidos -los tímidos a veces son el blanco de burlas a las que hay que aprender a responder con ingenio sin que parezca que nos afectan-, mirarse al espejo exterior e interior -para descubrir las grandes virtudes que tiene y asumir los defectos- y, sobre todo, no preocuparse por lo que piensen los demás. Nadie es perfecto, pero juntos, somos como los engranajes de una máquina social que funciona al ritmo de la amistad, afectividad o un interés común, por lo que todos, con nuestros puntos fuertes y debilidades, somos complementarios y necesarios para que todo siga adelante.

Los adultos podemos mostrarle nuestra confianza en ella y sus posibilidades, para ir alcanzando pequeñas metas que fomenten su buena imagen de sí misma, pero, si no lo logra, explicarle las enseñanzas que obtendrá del fracaso para estimularla para que haga un segundo intento. Como he dicho en otros artículos, nuestro ejemplo es vital. Si nos movemos en la vida de forma alegre, sin ocultar nuestros sentimientos o errores, reconociendo la necesidad de relacionarnos para aspirar a cualquier meta en la vida, estaremos plantando una semilla en la personalidad de Sofía. Por otro lado, no es bueno que le recordemos cada dos por tres que es tímida, de manera directa o indirecta, ni que la coloquemos en “situaciones de choque” similar a la de lanzar un niño a la piscina para que aprenda a nadar a base de patalear para no ahogarse. No. La inmersión en el agua debe ser progresiva y podemos usar a alguna amiga o familiar que sirva de flotador en las incursiones en situaciones sociales que la estresan. Para ello será muy importante dialogar con ella para conocer sus miedos y a las personas en las que podemos confiar para ayudarla a dar las primeras brazadas en la zona que cubre.

Y llegará un día en la que ella se quiera más a sí misma y que los demás lo perciban. Entonces, a lo mejor, Alfredo se fija en ella y le dice esas palabras que justifican toda una vida y que equilibrarán la autoestima con la confianza y la esperanza con la realidad.

 

Antonio Javier Roldán

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La Pavoteca examina a…

 

Elvira Lindo

Biografía: Wikipedia

Web: Oficial

1.Pregunta de Matemáticas: ¿A qué edad recuerda que se inició su adolescencia?

Yo creo que a los 12 años, más o menos, cuando me vino la menstruación.

2.Pregunta de Ciencias Sociales: ¿Cómo percibía entonces la sociedad que estaba descubriendo?

No pensé mucho en la sociedad, creo, hasta los quince años o así. La percibía injusta, desigual, pero estaba muy influída por mis hermanos mayores y el ambiente muy politizado que me rodeaba. En cuestiones personales, me sentía muy atrapada, no encajaba en la idea de adolescente que le hubiera gustado a mi madre, era mucho más rebelde.

3.Pregunta de Tecnología: Hoy en día muchos adolescentes se sienten fascinados por las consolas, los ordenadores, los móviles… ¿En qué empleaba usted su tiempo libre?

A mí me encantaba estar en la calle. Gastarme el poco dinero que tenía en comprarme un perrito caliente o una tostada en una cafetería de mi barrio, ir a alguna fiesta. Me gustaba estar con mis amigos. Cuando estaba sola, leía.

4.Pregunta de Lengua: ¿Cómo era su comunicación con los adultos?

Con algunos era bastante fluída, sobre todo, si confíaban en mí y me concedían cierta importancia; si el adulto era brusco o autoritario, me asustaba y me sentía muy insegura.

5.Pregunta de Educación Física: ¿Le importaba mucho su aspecto físico?

Sí, me importaba mucho mi aspecto físico y estaba llena de complejos.

6.Pregunta de Educación Plástica: En la adolescencia procuramos escoger nuestra ropa según la imagen que queremos transmitir a los demás. ¿Cómo era su imagen entonces?

Vaqueros, camisas anchas, zapatillas. Como todas las niñas. No quería sobresalir.

7.Pregunta de Ciencias Naturales: ¿Recibió alguna información sobre educación sexual o prevención de drogas fuera del entorno familiar?

No, no recibí ningún tipo de información, al contrario, cualquier conversación que afectara a eso, en mi casa, era reprimida. Aprendí por mi cuenta. Del sexo, como cualquiera de mis amigas; en cuanto a las drogas, cuando yo tenía quince años estaban por todas partes en mi barrio.

8.Pregunta de Música: ¿Qué tipo de música o artistas escuchaba en su adolescencia? ¿Los sigue escuchando?

Me gustaban mucho los cantautores y también el rock and roll. Algunas cosas me siguen gustando, sí, en cambio, otras, no me explico cómo me pudieron gustar.

9.Pregunta de Idioma extranjero: ¿Sintió alguna vez que nadie le comprendía?

Sí, sentí muchas veces que en casa no me entendían y que tampoco mis amigas podían entender ciertas fantasías mías, sobre todo, las relacionadas con la literatura.

10.Pregunta de Religión/Ética: Al llegar a esta etapa de la vida, ¿hubo algún cambio en sus valores o principios?

Dejé de ir a misa, aunque yo no había tenido una educación religiosa (iba a misa de niña porque quería), empecé a pensar en la igualdad social, en política, en afiliarme a un partido. Lo hice a los quince años.

¡Muchas gracias, Elvira!

Materiales recomendados

 

Libro: ¿Mi hijo es tímido?

Este libro nos acerca a un mundo que, por su propia naturaleza, a veces se nos presenta esquivo e inaccesible. A través de sus páginas comprenderemos el origen de la timidez desde el nacimiento hasta la adolescencia y como esta puede desembocar en una fobia social si no se trabaja a tiempo.

Como ya hemos visto en este capítulo a veces la timidez obedece a un estado de adaptación a una nueva situación, pero que se convierte en un problema cuando se alarga en el tiempo. Por eso en el libro explican algunas soluciones a la timidez, especialmente en la primera fase de la vida que coincide con la infancia y la adolescencia. En el libro encontramos ideas, pautas, estrategias de prevención para orientar a los padres y profesores para que puedan ayudar a los más jóvenes a superar ese sentimiento de baja autoestima y sensación constante de ser evaluados socialmente. Para ello nos ofrecen multitud de ejemplos prácticos, actividades lúdicas, pasatiempos y ejercicios de autocomprobación.

Índice

  1. ¿Qué significa ser un niño tímido?
  2. ¿Qué le pasa al niño y al joven tímido?
  3. ¿Por qué se es tímido?
  4. ¿Qué consecuencias y pronóstico tiene ser un niño tímido?
  5. ¿Qué se puede hacer?, ¿cómo puede ayudar a su hijo tímido?


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