Blog de Antonio Javier Roldán sobre adolescencia y educación

La fiesta del semáforo (2ª parte)


martes, octubre 25th, 2011

 

La fiesta del semáforo (2ª parte)

 

Como ya adelanté en mi anterior reflexión,  resulta muy cómodo culpar a los adolescentes por esa carrera en la que queman etapas a ritmo de semáforo quemando ruedas, cuando hemos sido los adultos los que hemos permitido esta sociedad del “todo vale”, sin pararnos a pensar sobre la educación afectiva y sexual que estamos inculcando a los más jóvenes, de forma explícita o implícita mediante la publicidad, la cultura del ocio y los medios de comunicación. El otro día, por ejemplo, buscaba con mi tutoría nombres de personas famosas que destacasen también por sus valores humanos y, curiosamente, entre los hombres sonaron más los deportistas (fuerza, competición, músculo, triunfo…) y entre las mujeres actrices y cantantes (belleza, atracción…). Ahí tenemos una primera pista. No hemos avanzado tanto como creemos y todavía hoy encontramos chicas que se valoran a sí mismas en función de la atracción provocada en sus compañeros, por lo que es frecuente que algunas de ellas empiecen a temprana edad a maquillarse y vestirse como sus hermanas mayores. Hoy, más que nunca, se fomentan la perfección del cuerpo y unos cánones de belleza imposibles, que incluso pueden derivar en trastornos de la alimentación.

Los adultos de referencia también usamos el semáforo cuando tratamos el tema de la afectividad y sexualidad, especialmente desde la familia, porque el vínculo es mucho más profundo que con los profesores. Por colores, se podrían identificar tres tipos de actitudes:

Color rojo:

  • La sexualidad se afronta como un problema, considerándose algo prohibido y negativo, causando que algunos jóvenes se enfrenten a los cambios de su cuerpo en la pubertad de forma conflictiva.
  • Se niega el placer, colocándolo en un segundo plano, como una consecuencia de la sexualidad, no como un fin. Como me explicó un día un sacerdote católico, en un curso para profesores, “Dios nos ha hecho seres capaces de sentir placer. Sin embargo, admitimos con naturalidad ese placer al contemplar una puesta de sol (vista), una sinfonía de Beethoven música (oído), el estallido de la primavera (olfato), el sabor de una manzana (gusto) o la suavidad de un tejido (tacto), pero nos parece negativo armonizarlos todos en las relaciones sexuales“.
  • Los genitales pasan a ser una parte vergonzosa, que no debe ser expuesta salvo en tratados de medicina. Recuerdo que mi compañera de vida me contó alguna vez que en su colegio les obligaban a pegar las hojas de los temas de reproducción en los libros de ciencias .
  • Se argumenta con leyendas e información sesgada, que refuerce el rechazo o el miedo por parte del adolescente.  

Color verde:

  • Tu cuerpo es tuyo y puedes hacer con él lo que quieras, y cuando quieras, siempre y cuando exista mutuo acuerdo.
  • No existe un proceso ni se armoniza la relación sexual con un mínimo de proyecto de pareja. Se saltan etapas muy deprisa y suele caerse en la rutina y el hastío.
  • Mi hijo ya es mayor. Le daré un preservativo y un libro para que esté informado“. Si es niña, “ten cuidado y no te quedes embarazada, que existe la píldora del día después“. Esto es equivalente a entregarle las llaves del coche y un manual de autoescuela para que se lo estudie en los ratos libres.
  • Vive lo que yo no pude vivir. ¡Qué suerte, con tanta libertad que hay ahora! Si algún día quieres traerte a casa a la periquita, no hay problema (si es hija en vez de hijo, cambia el discurso, por supuesto).
  •  

Color amarillo:

  • La sexualidad es identidad, reproducción, placer, amor, unión, relación, ternura… Se vive toda la vida, desde la infancia hasta la vejez, cada etapa de forma coherente al crecimiento del cuerpo y a la madurez personal o de la pareja.
  • Los adultos les enseñamos a descubrir la libertad emocional, a trabajar la autoestima, a ser sensibles, a saber escuchar y a respetarse a uno mismo y a los demás. Por supuesto, también informamos de los aspectos fisiológicos.
  • Les demostraremos que con una caricia se puede consolar, que un abrazo no es “para nenas” o que un beso puede decir más cosas que una decena de SMS.
  • Y, por supuesto, les recordaremos que el órgano más determinante en nuestra sexualidad es el propio cerebro. Ahí pondrán cara de sorpresa y se mirarán por debajo del ombligo decepcionados, porque todavía confunden sexualidad con genitalidad. Tiempo, al tiempo.

 Durante más de diez años he trabajado este tema en mi tutoría de 2º de ESO y debo reconocer que la inmensa mayoría de las familias de mis alumnos me animaron a seguir la luz amarilla. De trescientas familias consultadas en este tiempo, no habré tenido más de dos o tres bombillas no amarillas, lo cual es un esperanzador síntoma para el futuro. Ojalá algún día podamos retirar todos los semáforos y cruzar con tranquilidad el paso de peatones.

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