Blog de Antonio Javier Roldán sobre adolescencia y educación

JASP


jueves, agosto 2nd, 2012

 

   JASP

 

Hace algunos años un anunció de coches acuñó un nuevo término, el JASP, “joven aunque sobradamente preparado”.

El mensaje era bastante claro. Joven, estudia y sacrifícate, porque el mundo será tuyo. Desbancarás a los fósiles que te cierran el paso y lo harás a tu estilo, informal y desenfadado. Pero no creas que te va a resultar fácil. No. ¡Qué va! Los adultos nos vamos a defender. ¿Qué te creías, yogurín indocumentado? Para empezar vamos a prolongar tu infancia, para que no crezcas y no sientas la tentación de echarnos de nuestro despacho. Desde pequeñín dejaremos claras nuestras intenciones. No queremos gente combativa, para lo cual deberás alcanzar tus objetivos sin traumas, con todas las facilidades del mundo. Graduado en infantil y máster en plastilina, by the face, diploma,  ceremonia y orla para la posteridad. En primaria progresarás adecuadamente, con ciertas dificultades subsanadas curricularmente mediante imaginativa contabilidad académica, catapultándote a secundaria pasándole el marrón a otros. Todos estos años vivirás rodeado de comodidades, un juguete cada día, y más pantallas que un Airbus. Llegas a secundaria, con las hormonas a rebosar, y comienzas a removerte inquieto en tu silla. ¡Coño! ¿Me caben tantas materias en el horario? Tranqui tronco. Que los contenidos se van a repetir tantas veces que te sentirás como Bill Murray en el Día de la Marmota. Relájate, no sea que el estrés te lleve al psicólogo. Aunque bien mirado, un certificado de estresado o hiperactivo te abre muchas puertas y facilita el tránsito.

Como decía, estábamos en secundaria. Ignoro con cuál de los diecisiete sistemas educativos españoles te estás jugando los cuartos, pero seguro que tus profesores te han inculcado conciencia democrática, así que ya eres consciente de que el paraíso con gastos pagados, donde has crecido, se lo debes a esa casta política que se desvela por ti. ¡Gracias! Básicamente tienes tres destinatarios a los que mandar tus agradecimientos. Al PSOE, que cuando llega al poder saca la pintura roja para adecentar el chiringuito sin atreverse a demolerlo, promoviendo una educación de contenidos mínimos. Al Partido Popular, que se deja querer por el liberalismo económico y luego se queja cuando este se carga el estado del bienestar, mándale otro besito por su elitismo educativo y su aroma vintage. A los partidos nacionalistas, que siguen empeñados en crear pequeños estados concéntricos para diferenciarse de sus vecinos, pero medrando a costa de ellos, mándales una botellita por Navidad por embutirte en un contexto histórico y cultural cogido por los pelos, respetable, pero absolutamente irrelevante en el mundo global que te aguarda. Es verdad que existen más opciones, pero mucho temo que la ley electoral está diseñada para que sean invisibles. Total, que llegas a la juventud y observas que tu país es una Monarquía Multirepublicana Provincial Localista, con administraciones concéntricas y corruptas, y que si quieres pedir una beca, por ejemplo, no sabes si acudir al ministerio de educación, a la consejería autonómica, a la diputación provincial, al concejal de tu barrio o a la mafia rusa.

El espectáculo te deprime, pero no pierdes la esperanza. Te han contado que el sistema funciona, y que si quieres unirte a él, independizarte, irte a vivir con tu periquit@, desarrollar una vocación o, simplemente, ser libre en el futuro, basta con estudiar, prepararte y conformarte un currículo decentito. Y un día resulta que tus mayores se cargan el sistema y llegas tú con un expediente que les da mil vueltas a tus padres y te dicen que no, que no cabes, que si quieres un contrato de prácticas con cláusula de esclavitud y derecho a manutención en el comedor de la empresa, de acuerdo, pero que para trabajos decentes que mejor añadas a tu lista de méritos conocimientos en alemán o chino y que te vayas a realizarte a otra parte.

Te han engañado con los ordenadores, los móviles, las vacas gordas, la ropita de marca, la autopista educativa hasta los dieciséis años y el España va bien y no la va a conocer ni la madre que la parió. Yo no sé cómo lo ves, pero yo en tu lugar quemaría el congreso de los diputados, la sede autonómica, tres o cuatro bancos y algunas otras instituciones campechanas y serias de las que no vamos a hablar ahora.

El otro día te vi cortar el tráfico de mi calle, subirte a los coches y convocar a tus colegas por el Facebook. “Ha empezado”, pensé. La juventud acaba de descubrir el megapufo y nos van a cantar las cuarenta a todos sus adultos. Total, nos está bien empleado, por irresponsables. Pues no, resulta que España había ganado la Eurocopa, y eso justifica un año entero de vergüenza nacional. Te la han vuelto a jugar, coleguilla. No puedes ser tan tonto. ¿De verdad te atreves a pasear orgulloso la bandera española porque veintitantos jóvenes como tú, pero millonarios, han metido la pelotita en su sitio? ¡Ah! Perdona, ya lo entiendo. Resulta que si sales a la calle te llaman antisistema, y eso queda fatal en el expediente. Pues no sé qué decirte. Permíteme que te hable de ese sistema.

El sistema… En el siglo pasado, la infancia y la juventud eran una carrera de obstáculos para alcanzar el bienestar, y el estudio era el camino más directo. Pero cuando tú naciste el sistema se había dado la vuelta. Te concedieron un crédito vitalicio sin saberlo. Goza de la abundancia, cachorrito, vive al día tu juventud, gasta a manos llenas y vive como un potentado mientras vayas al colegio, que ya nos lo cobraremos. Oiga, ¿es todo por la patilla? ¿No hay truco? Que no, chaval, que España es así ¡Campeones, campeones, oé, oé…! ¡Soy español, español…! ¡Ah! Pues vale, me deja usted más tranquilo.

Pero este sistema te reservaba una sorpresa. Bueno tío, que tus mayores, con los políticos y banqueros al frente, nos hemos pulido la pasta. Todo aquello que te dimos a crédito en tus años mozos, ahora lo vas a pagar -con sudor y sangre-. ¡No me jodas! ¿No era gratis? Resulta que no. Nosotros nos quedaremos sin pensiones, y más de uno sin trabajo, pero que nos quiten lo bailado. Ya sabemos lo que es tener un recibo del gas, vivir en pareja o que te curen la neumonía en el centro de salud de tu calle. Digamos que ya hemos amortizado lo de ser europeo. Ya, pero, ¿y los jóvenes? Lo mismo, pero en vuestro caso la campana del recreo ha sonado a los veinte años. Hay que joderse con el sistema. Total, que en unos años hemos refundado el concepto de JASP, pasando del “joven aunque sobradamante preparado” al “joven aunque sobradamente puteado”.

Como los jóvenes tarden mucho en reaccionar, y la selección de fútbol siga con el tiqui-taca, mucho temo que lo más cercano a un cambio de sistema será conspirar creando un grupo de Facebook o incendiando la red con lo del pan y el chorizo en el Twitter.

El sistema debe estar absolutamente acojonado.

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