Blog de Antonio Javier Roldán sobre adolescencia y educación

Un viaje de ida y vuelta


viernes, diciembre 7th, 2012

 

Un viaje de ida y vuelta


Esta es la historia de un maravilloso viaje de ida y vuelta…

Suele ocurrir una tarde, al regresar del colegio. Quizás fue porque diste una mala contestación a tu profesor o simplemente porque él te miró como sólo él sabe hacerlo. El caso es que dejas tu mochila en la silla y te sientas en la habitación que, sin motivo aparente, parece más pequeña que nunca. Tus juguetes contribuyen a la decoración absurda y parecen testigos incómodos de tu descubrimiento. Te asomas a la ventana y el mar urbano brilla misterioso entre los reflejos de la sociedad que te espera tras los cristales. Quizás ha llegado el momento de partir.

Tus padres observan con gravedad tus preparativos. No te dejes nada, hija. ¿Has repasado la lista? Están tensos, pero también esperanzados en que sepas manejar el timón cuando lleguen las primeras tempestades. No es fácil… Te alejas en tu barco para explorar el mundo de los adultos, pero necesitas dejar en tierra a los que más te quieren para alcanzar tu autonomía. ¿Cómo decirles que ese viaje terminará en el mismo puerto y que los lazos seguirán ahí, aunque con cuerdas más elásticas.

 

La travesía será dura. No siempre los vientos te serán favorables y más de una vez mirarás la radio con la tentación de pedir el rescate. Podrá más tu orgullo y quizás eso te impulse a seguir adelante. Por la noche mirarás al cielo y recordarás aquellas veces que ella te arropaba cuando estabas enferma o simplemente de daba un beso para que te acompañara en los buenos sueños. Es curioso. Las estrellas parecen observarte, como si todavía ellos estuvieran cuidando de ti. Hace frío, pero descubres que en la mochilla te han dejado el termo con el caldo caliente. Sabe a hogar y reconforta en la madrugada.

Ha pasado el tiempo y el mar ha dejado de golpear a estribor, haciendo el timón más dócil a tu mano. Las velas tensadas están de tu parte y el barco parece volar por encima del agua. Entonces lo notas, el soplo de libertad en tu rostro mojado, el vértigo de la velocidad y tus latidos acompasados con las olas que golpean la proa. Quizás haya llegado el momento de regresar. Pasan las horas y vislumbras un diminuto destello en el horizonte. ¡Por mil cañones por banda! Lo reconocerías entre mil. Él te marca la entrada a ese puerto que tantas veces dejaste cuando salías con tu padre a pescar. Cada una de las rocas está marcadas en la carta de navegación que llevas tatuada junto al corazón.

 

Ellos aguardan tu regreso. Por sus rostros cansados adivinas que llevan muchas horas esperando. Mientras surcabas los mares aprendiste a abrazar. Es un momento intenso, porque ya puedes mirarles a los ojos y ver a través de ellos la profundidad de su alma. Tuve que irme, era la única manera de encontrarme con vosotros.

Luego sacarás de la bodega todos tus tesoros y recuerdos, y los compartirás con ellos. Algunos serán amargos pero, ¡qué diablos!, forman parte de tu viaje.




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