Blog de Antonio Javier Roldán sobre adolescencia y educación

La Pavoteca


martes, mayo 21st, 2013

Examen 10 – Pregunta de matemáticas

Este vídeo, titulado “Examen 10”, ha sido grabado en el Colegio Ntra. Sra. del Buen Consejo de Madrid @buenconmadrid.

Dieciséis adolescentes se enfrentaron a las preguntas de sus compañeros Susana, Elías, Alba y Gabriel, al igual que muchas personas célebres lo hicieron en su momento en “La Pavoteca”.

En la música han colaborado Marwan @Marwanmusica, Víctor Sánchez Fraile @victorzhratrom , Álvaro Andreu @AndreuBoss e Inés @IneesN14 y Paula @Paula_Perez_R .

Aquí tienes la pregunta de matemáticas:

Pregunta de matemáticas

CAPÍTULOS DEL VÍDEO EXAMEN 10


martes, mayo 21st, 2013

Examen 10 – Preparando el set

Este vídeo, titulado “Examen 10”, ha sido grabado en el Colegio Ntra. Sra. del Buen Consejo de Madrid @buenconmadrid.

Dieciséis adolescentes se enfrentaron a las preguntas de sus compañeros Susana, Elías, Alba y Gabriel, al igual que muchas personas célebres lo hicieron en su momento en “La Pavoteca”.

En la música han colaborado Marwan @Marwanmusica, Víctor Sánchez Fraile @victorzhratrom , Álvaro Andreu @AndreuBoss e Inés @IneesN14 y Paula @Paula_Perez_R .

Aquí tienes la preparación del set:

Preparando el set

CAPÍTULOS DEL VÍDEO EXAMEN 10


martes, mayo 21st, 2013

Examen 10 – Introducción

Este vídeo, titulado “Examen 10”,  ha sido grabado en el Colegio Ntra. Sra. del Buen Consejo de Madrid @buenconmadrid.

Dieciséis adolescentes se enfrentaron a las preguntas de sus compañeros Susana, Elías, Alba y Gabriel, al igual que muchas personas célebres lo hicieron en su momento en “La Pavoteca”.

En la música han colaborado Marwan @Marwanmusica, Víctor Sánchez Fraile @victorzhratrom , Álvaro Andreu @AndreuBoss e Inés @IneesN14  y Paula @Paula_Perez_R .

Aquí lo tienes:

Introducción

CAPÍTULOS DEL VÍDEO EXAMEN 10

 

miércoles, mayo 1st, 2013

 

Toca concurso

 

Desde hace uno o dos cursos los alumnos que llegan a la enseñanza secundaria ya pueden ser considerados como nativos digitales, niños que han vivido siempre con el ordenador en casa y que han crecido con naturalidad entre las nuevas tecnologías. Estas generaciones se mueven con asombrosa soltura en las redes sociales y son capaces de dominar cualquier dispositivo multimedia sin necesidad de leerse las instrucciones. Nuestros alumnos están instalados en la Web 2.0, compartiendo información, interactuando en las redes sociales o editando sus vídeos en Youtube. En este contexto acceden a nuestras aulas sabiendo de antemano que lo que van a escuchar de su profesor está a un clic de distancia en internet y que, para aumentar su desmotivación, este impartirá la clase magistral con tiza o, en el mejor de los casos, con una presentación digital.

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Para motivar a un alumno, acostumbrado a la interacción y a la búsqueda de las tendencias más populares de internet, podemos introducir en nuestras clases nuevos eventos que rompan la rutina. Por ejemplo, si estoy explicando el teorema de Tales ¿por qué no poner el vídeo de Les Luthiers con su hilarante pero clarísima explicación matemática? Acceder a internet en el aula consigue un efecto inmediato: todos los alumnos permanecen atentos a la pantalla. Este mágico, y casi utópico instante, puede ser aprovechado por el profesor para seleccionar contenidos interesantes para el alumnado. A pesar de este esfuerzo de búsqueda y preparación previa de materiales, el docente también debería estar presente junto a sus alumnos en las redes sociales y otras plataformas educativas para poder llamarse a sí mismo “profesor 2.0”

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Asumiendo que gran parte de nuestros alumnos se encuentran en las redes y que muchos están realmente enganchados a los móviles por su causa, hay que atreverse a integrarse en ellas, acompañándoles y proponiendo actividades más participativas. También es cierto que a veces un comentario positivo en Twitter o un correo animándole pueden estimular el aprendizaje y la autoestima del alumno, pero eso daría para otro artículo.

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Durante estos años he organizado concursos matemáticos a través de internet que hoy en día movilizan a un setenta por ciento de mi alumnado. La actividad consiste en enviar por correo un reto o un juego matemático para premiar en la media final a los primeros que lo logren. Esta iniciativa les gustó tanto que este curso me he visto obligado a realizarla mensualmente para aprovechar esa buena disposición. También organizo concursos de matemáticas especiales en Navidad, Halloween y San Valentín.

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Desde hace un año he incorporado mis concursos a la red Twitter colgando en mi perfil @antoniojroldan_ las convocatorias previas, provocando así más expectación, y anunciando la solución del juego con la lista de ganadores. También por Twitter llevo a cabo dos concursos de fotografía matemática en 2º de ESO (http://www.antoniojroldan.es/Bases.pdf), uno en otoño, dedicado a las fracciones, y otro en primavera creando bodegones geométricos. Para los alumnos es muy estimulante ver su fotografía matemática en Twitter, a la vista de todo su entorno social, con la posibilidad de mandar el enlace a sus contactos y, de paso, subir su nota. Tampoco debemos olvidar que la mejor manera de captar la atención y fomentar el respeto de tus alumnos es introducir la afectividad en tus clases, por lo que ellos deben notar que su profesor les aprecia y que para él son una “buena noticia”, aunque a veces nos cueste mucho esfuerzo demostrarlo. En ese aspecto seguimos yendo por delante de internet. Por eso no basta con poner la foto en el hashtag correspondiente con el nombre del autor, también hay que proclamar al resto de seguidores las virtudes de esa foto, aunque sólo dispongamos de unos pocos caracteres.

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El uso de Twitter como herramienta educativa también le enseña al adolescente que las redes sociales no son sólo un herramienta de ocio, sino que también pueden convertirse en una vía de aprendizaje, dándole a su perfil un barnizado de seriedad que le ayude también a cuidar su identidad digital, ese rastro que dejan por la red y que en el futuro quizás deseen eliminar.

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Actualmente los profesores todavía pertenecemos al cada vez más reducido grupo de adultos que son referencia para un adolescente, hecho que dignifica nuestra labor, pero que nos obliga a predicar con nuestro ejemplo personal. Si queremos continuar en esa selecta, y privilegiada minoría, tenemos que acompañar a nuestros alumnos en su deriva por las redes sociales.

 


domingo, marzo 31st, 2013

 

Flores en el tejado

 

Las calles de Sevilla durante la Semana Santa se transforman en un museo al aire libre, donde el barroco se enreda por las fachadas y las cornisas color albero. La ciudad entera se echa a las calles para contemplar los desfiles de las cofradías, algunas de ellas repartiendo la cera desde el siglo XVI. La bulla sevillana aplaude cuando un paso trianea, se estremece ante el desfile marcial de los armaos o se santigua en silencio ante las cofradías de más recogimiento. Es un espectáculo hecho para los sentidos, cuya religiosidad no logra enmascarar la fiesta de la primavera que late en los naranjos en flor y las tardes más largas.

Como decía un sevillano, con mucho arte, para qué van a estar tristes en Semana Santa si al final todo “acaba bien”. Quizás esa sea la verdadera esencia de esta fiesta de la primavera: el invierno muere y con él todo aquello que fuimos desechando durante la cuaresma. Llega un nuevo ciclo vital, el campo rejuvenece en Pascua y las primeras yemas asoman en los tiestos. El olor sagrado del incienso se funde con el azahar y las marchas se acoplan al luto de los tambores.  Los niños se estrenan en el Domingo de Ramos y, según van cumpliendo años, acudirán de la mano de sus mayores a su cofradía para enfundarse el capirote, escenificando ese cambio generacional que la propia naturaleza dicta tras el invierno.

El otro día escuché en Sevilla que la Virgen Macarena sale en la madrugada de niña y vuelve como mujer a la mañana siguiente, tras realizar su estación de penitencia. Cuando deja atrás su basílica, toda la candelería ilumina su rostro, los costaleros estrenan sus fuerzas, las bambalinas bailan al ritmo de la música y las estrellas invitan a soñar. Tras horas de camino, las velas se han deformado, alejando la luz de su rostro y, con la ayuda del sol de la mañana, las sombras acarician sus mejillas dando la impresión de una mayor edad y serenidad. Una vez más se repite la representación del discurrir de la infancia a la madurez.

 

Hoy en día, cuando llegan las vacaciones de Semana Santa, son muchos los jóvenes que acuden con los suyos a la casa familiar, quizás la de los abuelos o la que quedó semicerrada en algún pueblo alejado de la ciudad. Algunos acuden obsesionados con dos cuestiones: uno, ¿habrá cobertura para el móvil? Dos ¿cuándo volverán de nuevo a su entorno con los amigos? Cuando eran niños gozaban de cada minuto. Recorrían los campos con el abuelo, subían al desván en busca de tesoros con la abuela, aprendían a escuchar a los árboles y asistían entusiasmados a la representación de la pascua primaveral. Con la llegada de la adolescencia, y el alejamiento del mundo adulto, es fácil que aquellas ilusiones e intereses por las antiguas tradiciones merezcan poca atención, aunque con el paso de los años y la llegada a la etapa adulta, las recordarán con mucho cariño y les atraparan de vuelta a la infancia. Si nuestros adolescentes fueran flores, desearían poder viajar en una maceta, con su propia tierra y rodeados de sus iguales. Viajar sin moverse del sitio o sumergirse en el mar sin salir de la pecera.

Sin embargo, frente a esas flores nómadas, que no siguen el ciclo de la naturaleza porque viven en invernaderos y se alimentan de fertilizantes, existen otras que son capaces de surgir de la tierra que quedó atrapada entre unas tejas o de saludar al sol levantando el suelo de hormigón. Crecerán fuertes y podrán aguantar las lluvias y el viento. Sus raíces serán extensas y beberán de un humilde charco.

Las flores de tejado saben que no adornarán esos pasos de Semana Santa, porque no fueron cultivadas para alcanzar la perfección estética. Ellas son más libres, porque están más cerca del cielo y escuchan las plegarias de aquellos que gozan con la llegada de la primavera, pero también las de los que con una lágrima las riegan, porque siempre quedará una gota de rocío que surge de los recuerdos de la infancia perdida.

 

Bienvenida, primavera.




 

sábado, marzo 9th, 2013

 

Que lluevan hipopótamos

 

Me encontraba yo sentado en el vagón de metro tan ufano, leyendo las peripecias de Javier Reverte entre hipopótamos en África, tan reconcentrado en mi tarea que no me percaté de la llegada de un nuevo vecino de viaje. Posteriormente, por los motivos que narraré a continuación, tuve ocasión de fijarme más en él. Carpeta llena de folios con un boli rojo a modo de broche. Ropa resistente a la tiza y mirada de astronauta amerizado. Un profe, fijo. Total que mi compañero de fatigas saca un dispositivo electrónico y empieza a toquetear. Mientras, Reverte me explica en detalle como los hipopótamos esparcen su mierda con el rabo para despreciar los blanquitos que juegan a cebo de cocodrilo en las barquitas diesel de un lago. Vale, de acuerdo, no es apasionante, pero prefiero que me lo cuenten a que me lo salpiquen. De repente escucho un berrido a mi lado y me pregunto si el hipopótamo ha cobrado vida, que con esto de los ebooks y la piratería nunca se sabe que van a inventar las editoriales. Levanto la vista y observo como casi todo el vagón mira hacia mi banco, en concreto a mi compañero, que está viendo un vídeo de una ópera sin auriculares, como si estuviera en el Real.

Lo que es la vida… Si hubiera sido un adolescente escuchando a Flo Rida o a David Guetta seguro que más de uno hubiera empezado a criticar la falta de educación de la juventud y demás topicazos, pero no era el caso. Allí estábamos todos con cara de boniato viendo a aquel fulano, tan intelectual y fino, observando con gravedad el vídeo. ¿Qué hacer? Yo, por mi parte, azucé telepáticamente a mis hipopótamos para ver si alguno me sacaba el rabito aspersor del libro y le barnizaba la pantalla a mi Placidov Domingovich. Nada. Así que me levanté y me alejé de allí para respirar algo de silencio. Prosigo mi lectura… Camino por el andén sin levantar la vista del libro. Escalera, taquilla, calle y lluvia. Se acabó la lectura, que en África están en la estación seca. Cruzo la calle y me refugio en la parada del autobús. El cielo está embarazado de tormenta. Abro de nuevo el libro…

 “…Nos dormimos arrullados por los chapuzones, peleas y gruñidos de los hipopótamos de la laguna…“.

-¡Te he dicho que me dejes, pesada!.

¡Plop! Abandono de nuevo mi aproximación a la selva africana y miro alrededor en busca de la nueva fuente de contaminación sonora. Pensaba que estaba solo, pero no era así. Una parejita entre doce y trece años, vestidos con su uniforme escolar, están discutiendo a mi lado. ¡Qué monos!

-¿Qué quieres que haga? ¡Es sólo un amigo!
-Si sales conmigo no puedes ir con otros tíos.
-Ya te he enseñado el móvil. ¿No has visto los wasap? Sólo hablábamos de lo de Alba.
-Ya. Y ayer, ¿por qué tardaste tanto en contestarme? Porque estabas con él en el Tuenti, que me lo ha contado Santiago.
-¿Me vas a hacer que te enseñe también el Tuenti?
-Tú verás… -el pollo hace amago de levantarse de la parada. Ella comienza a llorar.
-¡No te vayas! ¡Estamos hablando!

No puedo evitarlo. Deformación profesional. Dos adolescentes en mi microscopio para ser estudiados. Observo que el chico regresa a la parada con los brazos cruzados. Ella intenta besarle entre lágrimas, sin entender nada de lo que está pasando. Me hubiera encantado explicarle que los chicos discutimos en guerrillas, con escarceos y huidas, pero no era ni el momento ni mi papel, así que regresé con mis amigos los hipos.

…Los huesos, mondos y lirondos, de un búfalo se desperdigaban entre la hierba: los leones, las hienas…”.

¿Sabes cómo se llaman los que van con muchos hombres? Pues eso.
-¿Me estás llamando puta por tener amigos?
-Lo has dicho tú.

Automáticamente cierro el libro y miro al horizonte agudizando el oído. Ha llegado tu momento, chica. Lo que hagas ahora puede determinar futuros comportamientos. No cedas ni esto. No dejes que ese portahuevos te dé un azote en toda la autoestima delante de un extraño y justo cuando empiezas a vivir. No me falles.

-¿Qué quieres que haga? -preguntó la niña mientras se secaba las lágrimas.
-Pues dime siempre con quién estás, no me mientas y no tendré que espiarte. Es mejor para los dos.

-Pero si no te miento…

Ella se limpia la nariz pensativa e intenta abrazar a su chico. Este la rehuye y le dice que todavía no se le he pasado el enfado. Coge su mochila y emprende una segunda escapada. Ahora, tenía que ser ahora cuando ella le dijera algo así como si te vas no vuelvas o a mí no me controla un tío que todavía lleva pañales, pedazo de cretino. Pero no, se limita a preguntarle que si todavía están saliendo juntos, que si siguen siendo “algo”.

-Me lo tengo que pensar, ¿sabes? No eres la única en el mundo -y se aleja de allí con paso de pavo real.

Dicen que los príncipes azules destiñen cual pitufos del todo a cien, pero en aquel momento hubiera dado mi ameno libro africano por ver llegar a uno a lomos de un bello corcel para rescatar a mi princesa de la lluvia. Sin embargo el que llegó fue mi autobús. Dejé sola a la desconsolada niña y me acomodé de nuevo para regresar a África.

La lluvia apretaba. Tras los cristales pude ver al chico esperando al semáforo y pensé: cuando seas adulto, y descubras que tu patria se escondía en lugares mágicos como en esa parada de autobús, en el rincón más escondido del patio del colegio o en los labios fríos de aquella niña que te escribía notitas en clase, será ya demasiado tarde. Probablemente te habrás convertido en uno de esos alfeñiques que controlan, menosprecian y violentan a su pareja. Ojalá me equivoque, sinceramente. Si no fuera así, para entonces espero que el cambio climático se haya cobrado sus piezas y que sea algo normal el que en este planeta lluevan hipopótamos cantando ópera sobre los maltratadores y demás bazofia, y que el más gordo agite su rabo despreciativo antes de caer sobre tu hombría. Criatura.

 

8 de marzo. Día de la mujer.



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domingo, febrero 17th, 2013

 

El beso de un hada

 

(Termino la semana de San Valentín con un fragmento de “Las aventuras de Zahra”)

Tras Sonia llegó Nico, que había descansado unos minutos en una curva de la tercera terraza. Allí se imaginó a sí mismo liberando sus sentimientos y pasiones, derribando una sólida presa de hormigón que mantenía su caudal a salvo para los tiempos de sequía, pero que había convertido los alrededores en una zona baldía y seca. Cuando vio a Sonia asomada por la arcada de piedra se dirigió lentamente hacia ella, cuyos cabellos se diría que estaban siendo azotados por las mismas nubes celosas de su presencia. Los dos jóvenes se miraron.

–Te quiero –dijo Nico, sabiendo que nunca había estado tan seguro de algo.

Durante unos segundos Nico temió haber traspasado la puerta del reino de las hadas, porque la corta espera parecía el instante más largo de toda su vida. Nunca Sonia había estado tan bella como aquella mañana en la que la naturaleza se había conjurado para convertirla en una reina envuelta en el huracán de la colina sagrada de Avalon.

–¿A qué estás esperando? –le dijo a Nico recuperada de la sorpresa inicial. Tomo las manos del muchacho y lo acercó hacia ella.

Los labios de Sonia estaban fríos y húmedos, pero a la vez ardían sobre los de Nico, que la abrazó torpemente sintiendo que toda su vida se justificaba en aquel instante, como si la cadena de acontecimientos que lo habían forjado como persona se hubieran conjurado para besar a un hada en su propia morada.

El sonido ronco del tambor de Brigid ascendía sobre la hierba, quedando atrapado dentro de la torre y acunando los corazones desbocados de Nico y Sonia. Cuando ambos se separaron, ella acarició la cara del chico que amaba preguntándose si una vez alcanzado el cielo sabría vivir en la tierra. Si realmente existía una pequeña posibilidad de haber quedado apresada en un círculo de hadas, deseaba con todo su ser haberse traído con ella unas pequeñas alas que la permitieran emprender el vuelo y arrastrar a Nico con ella en ese inesperado viaje.

http://www.antoniojroldan.es/Zahra.htm


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domingo, febrero 10th, 2013

 

Vocación por vivir

 

Apenas habían cumplido los trece años, pero Laura y Ramiro estaban enamorados. Dicen los que los conocen que cruzaron cogidos de la mano la puerta que separa la infancia de la adolescencia y que fue Laura la que dijo de no cerrarla, por si había que salir por patas alguna vez. Cuentan que la mamá de Laura le preguntó un día quién era aquel chico tan estrafalario que quedaba con ella para ir al cole y ella le contestó que era su “buena noticia”. “Pues no le hables a tu padre de buenas noticias que salimos en el telediario“. En el fondo la madre suponía que eran cosas de adolescentes y que ya se cansarían. Pero se equivocó…

Pasó un año y él le compró un corazón de peluche tombolario para celebrar su primer aniversario. Fue lo más comentado en el patio. Hasta algún profesor dijo aquello de “¿todavía salen juntos estos dos?“. En los siguientes meses las hormonas, el corazón y la cabeza (en este orden) provocaron malentendidos y pequeñas crisis, pero lograron llegar al segundo año. El corazón de peluche había teñido de rojo en la lavadora la camisa del padre de Laura unos meses antes, por lo que Ramiro optó esta vez por comprar una caja de música con una dedicatoria sobre las melodías del amor algo empalagosa, pero lo que importaba era el detalle.

Con el bachillerato llegaron los abundantes suspensos y nuevos problemas. Laura optó por el bachillerato sanitario y Ramiro tiró por el de sociales, así que dejaron de compartir clase. Cada examen era una doble preocupación para nuestra pareja, pero también las buenas noticias se multiplicaban por dos y una cosa compensaba la otra. Las primeras exploraciones de sus cuerpos trajeron consigo el placer compartido, pero sin abandonar la risa y la ternura.

Cuando terminaron su etapa en el colegio acudieron a la cena de graduación y aquella noche recorrieron el patio cogidos de la mano por última vez. Esta vez Laura sí quiso cerrar la puerta de la infancia. La luna veraniega acompañó su beso sentados en la canasta de baloncesto. Prometieron regresar.

Laura se matriculó en una universidad privada en las afueras de la ciudad. Ramiro escogió económicas, por aquello de arreglar “lo de la crisis y toda esa movida“. Apenas podrían verse durante la semana, pero se esperaban cada viernes en el intercambiador de transporte de Moncloa.

Cuando terminaron sus estudios, lo celebraron con un viaje a París. Subieron a la torre Eiffel y desde allí contemplaron el ocaso del día. Recordaron su infancia, las dificultades, los cambios de su cuerpo, la separación en el colegio y en la universidad, y se alegraron de su fortuna por seguir juntos. “La suerte hay que buscarla, tía. Algún mérito habremos tenido, digo yo“.

A su regreso a Madrid comenzó la búsqueda de empleo. Su objetivo era vivir juntos por fin, compartir la noche y soñar de día con el reencuentro, pero la tarea no iba a resultar sencilla. “Pues yo pensaba que con la puta crisis a los economistas nos iba a sobrar el trabajo“. “Pues en biología con los recortes en investigación yo también lo tengo fatal“. ¿Qué hacer? Si al menos hubieran hecho caso al responsable de educación en el gobierno de entonces y hubieran estudiado algo con salidas laborales, dejando a un lado la vocación (Nota del autor: y usted, señor ministro, ¿tiene vocación por la educación?), ahora estarían ganándose la vida limpiando potas y botas en Eurovegas y tendrían para un diminuto alquiler.

Una mañana Laura se sienta en el banco del parque, donde quedan cada día, y le dice a Ramiro que un currículo que echó para una empresa de alimentación le han dicho que contarían con ella, pero que tendría que trasladarse a Finlandia. “¡Coño! Eso está a tomar por culo, cariño“. “Lo sé, pero pagan bien. Podemos ahorrar“. “Pero, ni siquiera sabes finlandés ni conoces el país“. “Sé que cuando Finlandia estuvo en crisis en los noventa apostó por la educación. Todos los partidos políticos se pusieron de acuerdo para crear un sistema fuerte e invirtieron mucho dinero. Parecen gente inteligente“. “Ya. Va a ser muy duro, pequeña“. “Será nuestra última prueba. La superaremos“.

Pasaron los dos primeros meses, con Laura en Finlandia y Ramiro, finalmente, trabajando como auxiliar en un casino de Eurovegas en Alcorcón. Era lo más parecido que iba a encontrar a su carrera de económicas. Al fin y al cabo dinero iba a manejar por un tubo. Pero la noche de su aniversario, tras hablar con Laura por teléfono, la puerta de la infancia, aquella que llevaba unos años cerrada, comenzó a encajarse de nuevo. El Ramiro niño le recordó que la vida sólo tiene sentido si persigues tus sueños e ilusiones y que valía la pena pelear duro por alcanzar la luna del patio. Así que devolvió su chapa al jefe de sala, recomendándole un nuevo uso para la misma, metió en una maleta lo indispensable y se fundió los dos sueldos guardados en la agencia de viajes.

Según me contaron, Laura salía del laboratorio cuando observó una silueta encogida por el frío que se acercaba a ella. Se abrazaron y se besaron con urgencia. Ramiro dijo entonces aquella frase que pasaría a la posteridad: “tus labios parecen un polo de fresa, niña“.

Ramiro se acomodó en la cajita de cerillas donde vivía Laura. Ella no volvió a pasar frío por las noches.

No sé cómo terminó la historia del economista crupier y de la bióloga que analizaba la carne en una cadena de alimentación finlandesa, pero sí me dijeron que siguieron luchando por lograr sus metas. Podrían estafarles su futuro, pero nunca su vocación por vivir.


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