Blog de Antonio Javier Roldán sobre adolescencia y educación

La Pavoteca


viernes, septiembre 26th, 2008

Acéptame tal y como soy

 

Laura está leyendo un libro mientras saborea un café en el salón. Después de aguantar a su jefe en la oficina y atender cerca de treinta llamadas de teléfono, se siente como una náufraga en una burbuja de silencio. Hace varias horas que buscaba ese momento de paz y encuentro con ella misma. Sin embargo ese silencio, cómplice de su hastío de la rutina, empieza a dolerle, porque hace apenas un año era impensable cuando su hijo jugaba y metía más ruido que el vagón de la Línea 6 del Metro. Desde que Joaquín ha entrado en la adolescencia una extraña quietud surge de su habitación, tan solo rota por algún estruendo musical ocasional. Al principio acudía a su dormitorio con la excusa de llevarle alguna ropa planchada o preguntarle si había merendado, pero paulatinamente comenzó a notar que no era del todo bien recibida, que su presencia era tomada como una intrusión en su intimidad.

Su hijo se está alejando. Son cosas de la edad, ya se sabe, pero duele. La nueva situación le obliga a asumir que ya no es un niño y que en los próximos años comenzará a despedirse poco a poco del ámbito familiar. También esta nueva etapa le hace reflexionar sobre propio envejecimiento y a veces reconoce que lo paga con Joaquín sin tener él la culpa de su propia evolución. El otro día, en una misma discusión, le dijo que era muy niño para ir a una discoteca y más tarde que ya era un hombre para ser responsable con los estudios y su futuro. Ante tal contradicción él le respondió que lo que pasaba era que no le aceptaba tal y como era, que desde que se había hecho mayor ella ya no le quería igual. ¿Cómo le podía decir su propio hijo que su madre había dejado de quererle?

Durante aquella tarde reflexionó sobre los últimos acontecimientos y recordó algunos de los reproches que le había dicho: “Si sigues comiendo así tendrás más granos“, “No sé cómo puedes aguantar esa música“, “No me hace gracia que salgas los viernes con el chico ese que es repetidor“, “A ver si te pones desorodante, que esta habitación huele que apesta“… Ciertamente echaba de menos a su niño, a ese que había escapado por la ventana un día sin darse cuenta, el mismo que había sido su alegría de vivir y el que cada vez que hablaba provocaba el silencio amoroso de sus padres en la mesa: ¡Ay que cosa más linda! Pero, ¿tú has visto lo pequeño que es y lo que sabe? ¡Qué rico! Ahora cada vez que Joaquín abría la boca podía ser el preludio de una discusión con su padre y de un sofocón más para ella.

Sí, quizás él tuviera algo de razón cuando le dijo que se sentía menos querido. Ella está rechazando el propio cambio de su hijo o el comienzo de la despedida. Aún recuerda cuando se casó. No fue fácil dejar la casa familiar, pero era tanta la felicidad por emprender su nueva vida que no comprendió el nerviosismo y la irritabilidad de los abuelos de Joaquín. Ahora Laura está al otro lado. No cabe duda. Hay que saber cerrar un capítulo y abrir puertas nuevas. Al fin y al cabo el cariño sigue ahí. Está decidido así que deja el café y el libro, que hojeaba sin mostrar atención, y camina decidida al cubil de Joaquín.

¡Hijo! ¿Quieres un Cola-Cao? Su hijo se revuelve de la mesa de estudio como si hubiera entrado una anaconda en su guarida. ¡Ehhhh…! Vale mamá, pero… ¿Le echas una gotita de café? Claro, hijo, pero no mucho que luego te desvelas. El chico vuelve a su posición aliviado. Sólo era eso. Por un momento temía que el tutor hubiera llamado a casa para contar lo de la mala contestación en clase de Mates, o que su padre hubiera investigado las páginas visitadas en Internet o que de nuevo fuera a atacar con su falta de interés por ayudar en casa. Cuando ya ha bajado la guardia, nota una presencia en su cogote que culmina con un beso de su madre en la mejilla que casi le revienta la oreja. ¡Mamá! ¿Qué haces? Soy tu madre, y te beso cuando quiero. ¡Si es que eres lo más bonito de esta casa! Y se va a la cocina a preparar el Cola-Cao.

Joaquín observa perplejo la puerta y se dice a sí mismo: ¡Y luego dicen que el que tiene el pavo soy yo!

 

Antonio Javier Roldán

 

Colaboraciones

Las creencias dañinas (V): Existe una única forma de comportarse y de hacer las cosas

Todas las personas tenemos un conjunto de metas, normas y actitudes que guían y determinan nuestra conducta. Las tres son consecuencia de lo que consideramos valioso e importante en nuestra vida. Tenemos nuestra propia ética, que vamos construyendo poco a poco, a lo largo de los años. Existen tantas éticas como personas en el mundo. Pero algunas personas creen que existe una forma única, correcta, inflexible e indiscutible de comportarse y de hacer las cosas: su ética. Consideran que sus normas son las correctas, que sus gustos, preferencias y actitudes son los más apropiados y que sus metas y objetivos son los únicos plausibles. Por eso creen que todas las personas tienen que comportarse BIEN, entendiendo por “BIEN” lo que ellas consideran que esta bien. Son personas que frecuentamente utilizan frases tales como “hacer lo correcto”, “comportarse adecuadamente”, “es un comportamiento muy inapropiado”, “no apruebo tu forma de proceder”, “logicamente deberías…”, “ es que no es normal…” o  “aquí hay que poner orden”.

La persona que tiene esa creencia:

  • Es hipercrítica con los demás, encontrándoles siempre múltiples defectos e infinitos errores.

  • Es hipersensible a la crítica, lo que le hace sentirse fácilmente atacada por los demás.

  • Tiende a defenderse continuamente de otras personas, siempre adoptando una actitud agresiva.

  • Puede presentarse como una persona moralizadora y suele dar lecciones de rectitud e integridad a las demás.

  • Tiene una gran rigidez mental, obstinación, racionalidad fría y dificultad para expresar emociones positivas.

  • Muestra una actitud intolerante ante la diferencia y la diversidad. Con frecuencia muestra el profundo desprecio que siente hacia filosofías y proyectos de vida distintos a los suyos.

  • Resulta una persona autoritaria, despótica y arrogante.

  • Siempre está a punto de estallar por cosas de poca importancia: Todo le sienta mal, todo le disgusta, todo le decepciona, nada le satisface…

Siempre están buscando comportamientos en las demás personas que no encajan y les hacen conscientes de su “error,” hacen grandes esfuerzos para demostrar a otras personas que están obligados a comportarse correctamente y que no existe otra posibilidad de hacer las cosas, advierten sobre las desventajas de no hacer lo apropiado y hacen todo lo que pueden para impedir que los demás “se tuerzan”.

Respecto a otras personas desvalorizan sus decisiones y elecciones sobre su vida, rechazan sus criterios y juicios sobre el mundo, desaprueban sus gustos, preferencias y actitudes por no ser los “apropiados”, desprecian sus objetivos y metas por no ser los más “convenientes” y “sensatos”, las reprochan, las censuran y las critican…, por haber roto “el orden natural, lógico y evidente” de las cosas y las invisibilizan, ocultan, estigmatizan, excluyen o discriminan…,  por actuar de forma diferente a la suya.

Suelen obligar a los demás a que se comporten como “deben”, por las buenas o por las malas, llegando a obstaculizarlas cuando estás deciden rebelarse contra lo establecido y las castigan con el silencio, la indiferencia, el rechazo, el desprecio… cuando, según ellas, se comportan MAL.

Pero ocurre, que no hay comportamientos intrínsecamente buenos o malos. Las circunstancias y las experiencias vividas pueden llevarnos a actuar de una forma u otra. Además todos en algún momento de nuestra vida quebrantamos los límites y las normas, y eso no nos convierte en personas despreciables, indeseables o malas. Como somos humanos, nos equivocamos. Y siempre podemos encontrar interpretaciones alternativas para explicar las cosas que dicen y hacen otras personas.

Si censuramos y castigamos a todas las personas que cometen un error, tendremos que condenar a todo el mundo… incluso a nosostros mismos. Incluso cuando los comportamientos de otras personas nos parezcan realmente censurables, ¿quién nos ha dicho que siempre tenemos que esperar lo mejor de los demás?

No podemos ser jueces para determinar lo justo y lo correcto de los comportamientos ajenos: ¿Por qué creemos estar siempre en posesión de la verdad?

El libro de gustos y preferencias está en blanco. Cada persona escribimos el nuestro. Cada uno de nosotros establecemos lo que queremos hacer con nuestra vida y en ella. Existen tantas normas, metas y preferencias diferentes como personas hay en el mundo, y eso es lo que nos hace únicos y especiales.

Puedes enviar tus reflexiones, poesías o artículos sobre la adolescencia para que se publiquen en “La pavoteca” enviando un correo electrónico.

 Trinidad Nieves Soria López (Psicóloga Clinica)

 

 

La Pavoteca examina a…

 

Mercedes Milá

Biografía: Wikipedia

Web: Blog personal

1.Pregunta de Matemáticas: ¿A qué edad recuerda que se inició su adolescencia?

No fui consciente, pero supongo que sería alrededor de los los 13-14 años.

2.Pregunta de Ciencias Sociales: ¿Cómo percibía entonces la sociedad que estaba descubriendo?

Aburrida. Sólo cobraba vida cuando me encontraba entre gente de mi edad.

3.Pregunta de Tecnología: Hoy en día muchos adolescentes se sienten fascinados por las consolas, los ordenadores, los móviles… ¿En qué empleaba usted su tiempo libre?

Escuchaba mucha música y hablaba con amigas. Leía poco, por desgracia, y la técnica no existía. Hacía menos deporte del que debía y, desde luego, mucho menos del que hago ahora.

4.Pregunta de Lengua: ¿Cómo era su comunicación con los adultos?

En clase era más fácil que en casa porque no me daba verguenza comentar y preguntar; con mi madre, que no con mi padre, era muy diferente.

5.Pregunta de Educación Física: ¿Le importaba mucho su aspecto físico?

Algo, pero no recuerdo que fuera obsesivo.

6.Pregunta de Educación Plástica: En la adolescencia procuramos escoger nuestra ropa según la imagen que queremos transmitir a los demás. ¿Cómo era su imagen entonces?

En el colegio llevaba uniforme. Poco se podía añadir aunque siempre encontrábamos detalles para diferenciarnos; forma de llevar los calcetines, el pelo y cosas así.

7.Pregunta de Ciencias Naturales: ¿Recibió alguna información sobre educación sexual o prevención de drogas fuera del entorno familiar?

No recuerdo haber recibido información de estas dos materias vitales. Fui a ciegas encontrando lo que necesitaba pero muchas veces me equivocaba. Procuraba abstenerme ante la duda. Ni en el sexo ni con las drogas perdí nunca el control de mí misma; nunca hice lo que no quise hacer. Me hubiera gustado saber más.

8.Pregunta de Música: ¿Qué tipo de música o artistas escuchaba en su adolescencia? ¿Los sigue escuchando?

Los reyes eran los Beatles y los Rolling. Escuchaba a Adamo, Johnny Holliday, Silvie Vartan, Italianos y, en general, música para bailar.

9.Pregunta de Idioma extranjero: ¿Sintió alguna vez que nadie le comprendía?

Sí pero no di demasiado la lata, creo.

10.Pregunta de Religión/Ética: Al llegar a esta etapa de la vida, ¿hubo algún cambio en sus valores o principios?

No recuerdo la última vez que me confesé y comulgué pero en la adolescencia era creyente. Tuve la suerte de que una monja del colegio nos hablara de un Jesús que poco tenía que ver con el oficial y que se acercaba al de Nazareth que más tarde fue reivindicado por el Concilio Vaticano II. No sufrí de escrúpulos y enseguida entendí lo que era la justicia social. A los 15 años empecé a hacer trabajos sociales que me cambiaron la visión de la vida. A esa edad entendí que el camino para cambiar las cosas injustas pasaba por la política. La libertad no existía y por esa razón se hacía muy atractiva para una adolescente. A los 16 me compré una moto con el dinero que había ahorrado toda mi vida y empecé a leer el periódico. Mis padres dicen que era insistente y muchas veces pesada pero que si se me explicaban los “por qué”, entraba en razones. .

¡Muchas gracias, Mercedes!

Materiales recomendados

 

Web: Protégeles

PROTEGELES es una Asociación sin ánimo de lucro que surge como organización en el año 2002, si bien la Línea de Denuncia Contra la Pornografía Infantil que le da nombre funciona desde octubre de 2001. El trabajo de la Línea de Denuncia PROTEGELES en internet tiene un doble objetivo: Facilitar a la Policía y a la Guardia Civil en mayor número de informaciones verificables, que permitan la eliminación de páginas de pornografía infantil en internet, así como la localización de sus autores; y desarrollar acciones, campañas y trabajos de prevención, con el fin de mejorar la seguridad de los menores en internet. Desde PROTEGELES se ha llevado a cabo diversos Estudios relacionados con las costumbres y seguridad de los menores en internet, todos ellos publicados por el Defensor del Menor, que están permitiendo a su vez la consecución de diversas Campañas preventivas.

En esta web encontramos estudios sobre telefonía móvil, trastornos de la alimentación, los “ciber” y hábitos de los jóvenes por Internet.

Índice

  1. ¿Qué es Protégeles?
  2. ¿Qué hacemos?
  3. Relaciones externas.
  4. Webs y materiales


IMPORTANTE: Cuando pongas un comentario el Blog te pide que sumes dos números para que este sea aceptado y evitar el spam. Por ejemplo: Si pone “Por favor añada 10 y 5” entonces hay que escribir 15. Si haces mal la suma te suspende en matemáticas.


sábado, septiembre 20th, 2008

No hay quien te aguante

 

Lunes: Lunes: Andrés se encuentra derramado sobre la cama. Con la mano izquierda realiza un zapping convulsivo con la tele de su cuarto, que heredó cuando la pantalla de plasma entró por la puerta grande en el salón, mientras que con la mano derecha ensaya loopings con el estuche escolar. En esto que entra su madre, que acaba de llegar del trabajo, y le suelta eso de que aquí huele a tigre y que si no tiene nada mejor que hacer que perder el tiempo tirado como un pelele. Él responde que quiere hacer algo, pero que no sabe el qué. Está como abúlico sin motivo, pero con pocas ganas de emprender cualquier simulacro de esfuerzo que le lleve a gastar energías. Como es de esperar su madre le ofrece amablemente un amplio abanico de posibilidades que van desde ordenar el armario, estudiar mates o ir al tinte a por la alfombra. Andrés le indica a su madre que lo del armario no le resulta motivante, que las mates las lleva bien -la teoría con alfileres, los problemas hacen honor a su nombre y las ecuaciones más que despejar la x despejan su camino hacia el desastre- y que lo del tinte no es de su incumbencia. La madre de Andrés cuenta hasta diez para no salir en los periódicos y se va a ponerse cómoda mientras medita una respuesta adecuada.

Martes: Esta vez viene armada hasta los dientes. Entra en la habitación de Andrés montada en un tanque virtual dispuesta a sacarle de su madriguera a bombazo limpio y ponerle en posición de firmes. No le va a dejar ni reaccionar. Buena es ella… Sorpresa. La tele está apagada. El flexo ilumina un cuaderno repleto de signos algebraicos y el interfecto está muy concentrado. ¡Hola mamá! ¿Qué tal en el trabajo? ¿Sabes que ya he entendido lo de quitar paréntesis? Era una chorrada…

Miércoles: De un día para otro el humor de Andrés ha cambiado como por arte de magia. El nuevo mundo de Andrés, que gira entre la evolución de su persona y su interacción con todo lo que le rodea, varía de forma pendular entre dos extremos. Él se esfuerza por buscar el término medio, la zona que equidista entre la euforia y la depresión, entre la fuerza y la desgana o entre la ilusión y la apatía. De medias aritméticas entiende mucho, porque lleva una temporada en la que días antes de las notas tiene que hacer encajes de bolillos para obtener un aprobado, por lo que sabe que para no catear puede visitar el cero y el diez para asentarse, con un suspiro de alivio, en el cinco. Con su estado de ánimo le pasa igual, que para alcanzar el equilibrio tiene que darse un garbeo por los extremos y en esos momentos está más perdido que un pulpo en un garaje.

Por la mañana, cuando va al instituto, se pregunta por sí mismo, por la imagen que estará ofreciendo a los demás, sobre todo a ella, a Sofía, la de 2º E que no veas cómo está. Si el día anterior estuvo plagado de éxitos, ahora teme que la jornada que se le presenta le muestre la cruz de la moneda, por aquello de que el destino ajusta las cuentas a su bola y compensa lo bueno con una jornada de perros. Sería genial que todos los días fueran buenos. Por lo que pueda venir, hoy se nota más metido en sí mismo, a la defensiva, con incertidumbre y mirándose el ombligo. Le importa poco los demás porque se va a refugiar en su coraza y no estará para nadie.

Según entra en el cole, dos colegas le adelantan corriendo por el patio atropellando a todo ser que ose cruzarse en su camino. Uno de los profes que vigila la entrada le comenta a un padre que esos deben tener las hormonas revolucionadas. A él le debe pasar algo así, porque hay actitudes suyas que no reconoce en algunos momentos y a menudo no puede controlar sus impulsos. Pone en el libro de ciencias naturales que la testosterona campa a sus anchas por su cuerpo, para lo bueno y para lo malo. Por lo menos tiene coartada para jugar al Cluedo: Sospecho de la testosterona, en Andrés y usando el pavo. Enseñadme las cartas.

Cuando Andrés llega a casa hace inventario mental de lo sucedido desde que se levantó. Le han preguntado en Sociales y, tras un titubeo inicial, ha sabido situar a Leonardo da Vinci en el Renacimiento, pero ha confundido a “La Gioconda” con “La Guernica” y ha habido sus más y sus menos con la profe. Sofía le ha llamado bestia cuando fue a hacerle cosquillas, pero en el recreo le ha cogido del brazo. En el comedor había lentejas de primero, pero se ha compensado con las natillas del postre. Por la tarde el proyecto de tecnología, un coche a pilas, se ha estampado contra el suelo quedando en siniestro total, pero en Inglés han puesto un DVD de Batman. Así que hoy el equilibrio se ha cumplido y se siente satisfecho al regresar a casa. En el salón su padre está de los nervios porque lleva dos meses dejando el tabaco y está subiéndose por las paredes. Le ha dicho el médico que procuré hacer deporte, porque libera endorfinas que alivian el estrés. Es una buena idea. A lo mejor él también podría aplicarse el cuento y tirarse unas canastas de vez en cuando para ver si las hormonas se escapan con el sudor. Nunca se sabe. El ser humano es tan complejo…

Sin embargo, hay una cosa que relaja a Andrés y que calma su ansiedad, aunque le da vergüenza comentarlo, para que no le llamen nenaza sus colegas. Por las noches escribe un diario en el que enumera los eventos que le han pasado y pone al día su contabilidad emocional. Es divertido comprobar como lo que ayer era negro hoy es blanco, y viceversa. Al final de cada anotación se califica del uno al diez. Hoy se pondrá un seis -aprobado alto- porque, cuando Sofía se ha aferrado a su brazo y ha sentido su proximidad, su cuerpo se ha estremecido de placer. Débil que es uno. ¡Qué le vamos a hacer!

Algún día hará la media de esas notas, pero intuye que aprobará. Aunque sea en la recuperación.

 (Por si quieres leer el diario de una adolescente: “El diario de Kayleigh” – Relato en descarga gratuita)

Antonio Javier Roldán

 

 

 Colaboraciones

 

Las creencias dañinas (IV): El mundo debería ser maravilloso

Hay muchas personas que, ante la vivencia de experiencias negativas en su vida, empiezan a creer que el mundo es un lugar horrible: Impredecible, incontrolable, malévolo, injusto y lleno de peligros y amenazas. Otro tipo de personas sin embargo, aun considerando que existen esos peligros y amenazas, mantienen firmemente la creencia de que el mundo debería ser un lugar maravilloso: Predecible, controlable, benévolo, justo y protector. Entonces, en lugar de intentar controlar los peligros y amenazas, como hacen las primeras, estas personas creen que no hay ninguna posibilidad de control y que la única alternativa es advertir a los demás que no podemos hacer nada para conseguir la felicidad, ya que esta depende de circunstancias externas que están fuera de nuestro control, como por ejemplo la suerte, el destino o la posición de los astros y que no podemos luchar contra lo inevitable.

La persona que tiene esta creencia:

  • Mantiene una actitud hostil frente al mundo y contra quienes en él viven: Como el mundo le ha tratado mal, trata mal al mundo.

  • Está resentida con la sociedad porque no le ofrece oportunidades.

  • Se siente una víctima indefensa, sin recursos ni habilidades ante un mundo cruel y malévolo que, sin embargo, trata bien a los demás.

  • Siente la necesidad de quejarse continuamente de lo mal que el mundo le ha tratado, de su mala suerte y de lo injusto de ello.

  • Se resiste al cambio. Como piensa que lo que le ocurre es injusto no cree que deba hacer nada para solucionarlo. Espera que las cosas se arreglen solas: El mundo se lo debe.

  • Está resignada a su destino. No hace nada por cambiarlo ¿para qué?

  • Por las mismas razones no busca alternativas para la resolución de sus problemas: Está pasiva ante la vida. No actúa ni siquiera cuando podría hacerlo.

  • Es muy exigente y nada proclive a la negociación y al acuerdo.

  • Resulta una chantajista emocional: Hace sentir culpable y responsable a los demás de sus problemas, intentando generar compasión, lástima y pena. Tiene apatía por vivir y por la vida misma.

Algunos de sus comportamientos más frecuentes son: Intentar demostrar a las demás personas que son unas ilusas y unas irresponsables, que son incapaces de ver la realidad tal y como es, o hacerles comprender que no hay posibilidad de resguardarse de los daños y los peligros, quejarse de lo mal que el mundo le ha tratado y de su pésima suerte, manifestar su disconformidad con la injusticia e iniquidad del mundo y hacer un drama continuo de las situaciones vividas. También intentan hacer todo lo posible para que les tengan lastima y compasión, se resisten a cambiar cuando las cosas cambian, o se cierran a toda modificación de conducta posible. De alguna forma sienten que el mundo les debe algo y esperan –sin hacer nada- a que esté les devuelva lo que “les ha quitado”.

Hacer caso omiso a las propuestas y alternativas, evitar las negociaciones y los acuerdos, desafiar a que encuentren una solución a su situación, demostrar a los demás lo desafortunado de sus propuestas, negar a los demás toda mejora evidente de sus circunstancias, probar a los demás que existen agravios comparativos o renegar de sus nuevas circunstancias si las cosas cambian, son también conductas usuales.

Pero ocurre que vivimos en un mundo en constante cambio. Las cosas cambian y nunca pueden ser como antes.

No podemos confundir lo justo con lo que deseamos. La justicia a nivel personal no existe: Existen deseos no derechos. Cuando se exigen los derechos sólo se obtienen frustraciones y desengaños. Podemos plantearnos ¿Qué puedo hacer para que la situación sea diferente?

¿Qué nos hace pensar que otras personas si merecen la situación que estoy viviendo? ¿Estoy siendo yo justa con ellas? Cuando nos planteamos ¿y por qué a mi? la respuesta es sencilla ¿y por qué no a mí?

La gente se cansa de intentar ayudarnos cuando seguimos desafiándoles, retando o negándonos a aceptar propuestas y alternativas. Les alejamos y… ¡luego tiene la culpa el mundo!

El futuro se puede modificar, pero sólo si cambiamos nuestro presente. Y para eso tenemos que ponernos en marcha. En ocasiones no podremos cambiar el mundo, pero podemos cambiar nuestro modo de relacionarnos con él.

Trinidad Nieves Soria López (Psicóloga Clinica)

Puedes enviar tus reflexiones, poesías o artículos sobre la adolescencia para que se publiquen en “La pavoteca” enviando un correo electrónico.

La Pavoteca examina a…

 

Luís del Val

Biografía: Wikipedia

Web: http://www.luisdelval.com/

1.Pregunta de Matemáticas: ¿A qué edad recuerda que se inició su adolescencia?

Creo que a los once años tuve turbada constancia de la pubertad, pero a los catorce empecé a darme cuenta de mi incomodidad conmigo mismo y con la sociedad..

2.Pregunta de Ciencias Sociales: ¿Cómo percibía entonces la sociedad que estaba descubriendo?

Pertenecía a una familia humilde que vivía en esas casas antiguas donde en el principal, vive el notario; en el primero, el médico; en el segundo, un agente comercial, la portera en el semisótano y, nosotros, en el cuarto piso. Nadie me tuvo que explicar que la sociedad se dividía en clases: yo, cada vez que subía o bajaba la escalera, iba pasando por todo el espectro de la clase media y la proletaria.

3.Pregunta de Tecnología: Hoy en día muchos adolescentes se sienten fascinados por las consolas, los ordenadores, los móviles… ¿En qué empleaba usted su tiempo libre?

Jugaba en la calle y leía. Jugábamos al fútbol en plena calle y, cada 15 minutos debíamos dejar el juego, porque pasaba un automóvil. ¡Y nos quejábamos de que había muchos coches! La calle fue mi primera universidad, y mi cátedra de sociología. También leía mucho. Leía incluso en clase, y me expulsaban. Por la noche escuchaba la radio. De ahí viene mi afición al teatro..

4.Pregunta de Lengua: ¿Cómo era su comunicación con los adultos?

Escasa. Luego, pasada la adolescencia, siempre tuve amigos mucho mayores que yo..

5.Pregunta de Educación Física: ¿Le importaba mucho su aspecto físico?

No demasiado. Lo único que me daba envidia eran los chicos altos. Como digo ahora a veces: “yo soy bajito desde la más tierna infancia”..

6.Pregunta de Educación Plástica: En la adolescencia procuramos escoger nuestra ropa según la imagen que queremos transmitir a los demás. ¿Cómo era su imagen entonces?

Normalmente teníamos dos trajes: el traje de diario y el de los domingos. Cuando el de los domingos ya estaba impresentable, te compraban otro traje y el traje de los domingos pasaba a ser el traje de diario. Sí recuerdo que mi madre me hacía unos jerseys muy vistosos.
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7.Pregunta de Ciencias Naturales: ¿Recibió alguna información sobre educación sexual o prevención de drogas fuera del entorno familiar?

Las drogas exóticas no existían. Toda mi información sexual la recibía hablando con los otros chicos y en la biblioteca. A los quince años, sin entender la mayoría de las cosas, leí “Psicopatología de la vida cotidiana” y otras obras de Freud. 8.Pregunta de Música: ¿Qué tipo de música o artistas escuchaba en su adolescencia? ¿Los sigue escuchando?

Los que estaban de moda: El Dúo Dinámico, Los Cinco Latinos, Raphael, Luis Aguilé, Los Brincos, Adamo, Johnny Holliday…

9.Pregunta de Idioma extranjero: ¿Sintió alguna vez que nadie le comprendía?

No, más bien creo recordar cierta angustia por no entender el mundo y por querer comprenderlo enseguida. No es una etapa feliz. El desconcierto y la desorientación me pesaban.

10.Pregunta de Religión/Ética: Al llegar a esta etapa de la vida, ¿hubo algún cambio en sus valores o principios?

Sí, claro. Tuve una crisis mística a los diez años y pensé seriamente que quizás debería ser sacerdote. Eso lo cambió el nacimiento del apetito sexual, y las curiosidades correspondientes. Luego, creo que de manera bastante madrugadora, sentí conciencia social, cuando me dí cuenta de que la escalera de mi casa era una síntesis de la ciudad.

¡Muchas gracias, Luís!

Materiales recomendados

Libro: Conocer y cuidar al adolescente
Libro completísimo, trata todos los temas de forma resumida. Muy completo todo lo relativo a al desarrollo físico, tanto normal como anormal, la maduración sexual y la alimentación correcta. También analiza la sexualidad del adolescente desde un punto de vista cristiano y habla de la homosexualidad. Hay un capítulo dedicado los anticonceptivos y las enfermedades de transmisión sexual. Muy interesante el capítulo dedicado a una alimentación sana y a la pirámide alimenticia. Explica como debe ser la alimentación y la hidratación para un adolescente que practica deporte. Especialmente
prácticas las 30 normas básicas para tratar con un adolescente.

Índice

  1. El proceso de la adolescencia
  2. La maduración psíquica y social
  3. La familia del adolescente
  4. Treinta normas básicas para tratar con el adolescente
  5. El crecimiento y el desarrollo somático y sexual
  6. Salud y preocupaciones genitales
  7. El desarrollo de la sexualidad
  8. Prevención del embarazo y enfermedades de transmisión sexual
  9. La alimentación sana
  10. La obesidad y su prevención
  11. El deporte adecuado
  12. El sueño y el insomnio
  13. El acné
  14. Los problemas escolares
  15. El tabaquismo y cómo evitarlo
  16. La anorexia y la bulimia y cómo prevenirlas
  17. Las drogas. Conocimientos básicos
  18. Prevención de la drogadicción
  19. Esperamos tus sugerencias.




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martes, septiembre 16th, 2008

¡Soy un monstruo!

 

Comentaba en el Capítulo 3 (“El despertar”) la ansiedad que percibe el adolescente cuando se descubre dentro de un cuerpo que no es el suyo. La preocupación que siente le hace preguntarse si lo que le está sucediendo es normal, por lo que comienza a observar a los compañeros para establecer comparaciones en las que a menudo puede salir perdiendo. Esa misma actitud de análisis le invita a suponer que el resto de adolescentes también deben estar juzgándole a él, por lo que su zozobra puede ir en aumento. También escribí en el Capítulo 3 la importancia de ser previsores y de informar al joven, con la suficiente antelación, de los cambios que se producirán al llegar el tránsito a la madurez física, tema al cual dedicaré esta aportación.

En el chico la pubertad puede empezar entre los 11 y 12 años con la aparición del vello púbico y se suele prolongar entre cinco y seis años, prácticamente toda la adolescencia. Dos años después del inicio de la pubertad llega la primera polución. Si lo comparamos con las chicas, el ritmo de cambio es más lento y progresivo, lo cual le puede ayudar a asumirlo e incluso sentirse más viril de cara a los demás, otorgándole mayor seguridad. Los síntomas físicos más evidentes son la aparición del vello en pubis y axilas, el cambio de voz, la barba, las mencionadas poluciones, más musculatura y aumento del ancho de los hombros.

La aparición de la pubertad en las chicas puede ser más precoz, entre los 9 y los 13 años, un amplio intervalo que causa crecimiento muy desigual dentro del entorno social de la pandilla o de la clase. El primer síntoma es el inicio de la formación de los senos, lo que se llama el botón mamario. Dos años después la regla hace su entrada por la puerta grande anunciando a bombo y platillo que la portadora de la misma es oficialmente una mujer, lo cual implica culturalmente tantas cosas que compararlo con la primera polución en el chico sería absurdo. La pubertad en la chica se prolonga durante cuatro o cinco años. Los adultos solemos decir que las chicas maduran antes que los chicos, pero también es verdad que su cuerpo determina ese adelantamiento. Los síntomas en ellas son el vello en pubis y axilas, el crecimiento de los senos, el aumento de las curvas y el ensanchamiento de las caderas.

Si le preguntáramos a un adolescente como le gustaría que se sucedieran estos cambios no dudaría en afirmar que todos a las vez, porque habitualmente estos se producen de forma poco armónica, dando una impresión de desgarbamiento inicial o de falta de armonía, lo cual le hace preguntarse ante el espejo si está mutando en un monstruo. Es por eso que estos años la aceptación de los cambios por parte de la familia puede ser de vital importancia, por lo que debemos estar pendientes de él pero sin cometer el error de hacer nuestra su propia ansiedad. Por ejemplo: “¡Hija! Te estás poniendo hecha una foca”, “¡Cariño! No te toques esos granos que pareces una paella”, “Si no te depilas vas a parecer una mona“.

Evidentemente nuestra experiencia como personas que todavía recuerdan su pubertad nos hace desenvainar el machete para abrir camino en la selva y despejársela de problemas a los hijos o alumnos, como si ellos no se hubieran dado cuenta del ensanchamiento de las caderas, la irrupción del acné o del vello en las piernas. Claro que lo saben. ¿No se miran al espejo cada día? Sólo les falta ya que nosotros les señalemos el defecto para hacerles pensar si es tan evidente ese síntoma que tanto les inquieta. Es mejor esperar a que ellos den el primer paso: “Mamá, ¿me dejarías la depilady?“.

Entonces es el momento en el que la madre puede ofrecerle su experiencia en maquinillas, ceras y demás instrumentos de tortura, exponiendo sus pros y sus contras, y de paso, ¿por qué no?, recordarle a su hija lo bonito que tiene el pelo, la profundidad de sus ojos o la armonía con la que se están formando sus piernas.

Tan importante es que el cuerpo crezca adecuadamente como el que lo haga la autoestima y la confianza en uno mismo. Los adultos que servimos de referencia en los entornos del adolescente podemos mostrar la otra cara del espejo cuando la que ellos ven está distorsionada por el juicio que se hacen a sí mismos. Y si ellos nos dicen que nosotros somos afortunados con nuestro cuerpo, recordarles que también sobrevivimos a la pubertad y que la historia finalmente acaba bien.

 

Antonio Javier Roldán

 

Colaboraciones

 

Las creencias dañinas (III): El mundo es un lugar horrible

Las personas tenemos la creencia básica de que los acontecimientos en nuestro mundo son comprensibles y que tienen un cierto control y orden. Tendemos a creer que estamos protegidas contra las experiencias negativas por ser intrínsecamente “buenas” y que el mundo tiene sentido y significado. También tendemos a pensar que recibimos lo que merecemos y que nos merecemos lo que tenemos. En definitiva que el mundo es justo y protector. Pero la vivencia de acontecimientos indeseables puede hacer que algunas personas empiecen a sentir que son vulnerables y que están desprotegidas, y que el mundo realmente es un lugar horrible: Impredecible, incontrolable, malévolo, injusto y lleno de peligros y amenazas. Cuando esto ocurre, creen que tienen que controlar esos peligros y amenazas, bien eliminando o reduciendo la probabilidad de que ocurran, bien minimizando las implicaciones o consecuencias negativas de los mismos.

La persona que tiene esta creencia dañina:

  • Sobrestima la probabilidad de ocurrencia de sucesos potencialmente peligrosos y amenazantes.

  • Mantiene sus mecanismos de alerta y estrés permanentemente activados, por eso presenta con alta frecuencia trastornos psicofisiológicos (hipertensión arterial, gastritis, migrañas, infecciones recurrentes…) y graves trastornos de ansiedad.

  • Tiene “miedo al medio”, esto es, a todo cuanto le rodea.

  • Tiende a “horribilizar”: Convierte situaciones molestas, difíciles y desagradables en situaciones terribles e intolerables, y circunstancias ambiguas en necesariamente catastróficas.

  • Tiene un estilo de pensamiento rumiativo: Le da constantemente vueltas a las cosas.

  • Muestra una actitud negativa y pesimista de la vida.

  • Es indecisa, no tanto por falta de información y alternativas, como por miedo a que pueda resultar peligroso o amenazante.

  • Se resiste a los cambios por la misma razón.

Por eso, algunos de los comportamientos más frecuentes ante esos “peligros” son: Anticiparse a los acontecimientos y pensar que va a ocurrir lo peor, reflexionar continuamente sobre los desastres que pueden tener lugar en el futuro, tener alternativas previstas para cada posible situación peligrosa analizada, pensar mucho para encontrar la solución perfecta para cada problema que está por venir, planificar minuciosamente cada pequeño detalle del futuro, analizar pormenorizadamente cada situación que se le puede presentar -por si acaso-, estar siempre listo para actuar, buscar información constantemente que le pueda ayudar en caso de amenaza, vigilar permanentemente su entorno, intentar que en su vida no se produzcan cambios imprevistos e inesperados, evitar o huir de determinadas situaciones amenazantes, intentar estar siempre con alguien que le pueden ayudar en caso de necesidad y, por supuesto, advertir de las amenazas a los demás.

Pero ocurre que todos los esfuerzos previsores pueden resultar inútiles. En la vida existen muchas circunstancias imprevisibles e incontrolables. Además, nuestras preocupaciones pueden dificultar la detección de los peligros y las amenazas y reducen nuestra capacidad real para afrontar eficazmente un verdadero peligro. En muchas ocasiones preocuparse hace que la resolución de la situación sea más difícil.

No existen las soluciones perfectas. Existe la solución más adecuada para un problema en un momento concreto. A veces tendremos que elegir la alternativa menos mala.

Tampoco preocuparse por los demás cambia ni mejora nada. No sirve para proteger ni para evitar que otras personas sufran. Es mucho mejor ocuparse de ellas.

La experiencia demuestra que anticipar sucesos negativos es una profecía que llega a cumplirse y que la inquietud no posee capacidad mágica alguna para hacer desaparecer los peligros. Por otra parte, la huida resulta, en la mayoría de las ocasiones, imposible. Por más que intentemos huir de los acontecimientos que nos dan miedo no podemos escapar del dolor.

No existe mayor riesgo en la vida que no arriesgar nunca nada.

 Trinidad Nieves Soria López (Psicóloga Clinica)

Puedes enviar tus reflexiones, poesías o artículos sobre la adolescencia para que se publiquen en “La pavoteca” enviando un correo electrónico.

 

La Pavoteca examina a…

 

Victorio & Lucchino

Biografía: Wikipedia

Web: victorioylucchino.com

1.Pregunta de Matemáticas: ¿A qué edad recuerda que se inició su adolescencia?

José Víctor (Victorio): Fui un niño muy precoz y a los 7 años ya me sentía como un jovencito. José Luís (Lucchino): a los 12 años..

2.Pregunta de Ciencias Sociales: ¿Cómo percibía entonces la sociedad que estaba descubriendo?

J.V.: Al ser tan creativo tenía mi propio mundo, que se parece más al actual que al de entonces. J.L.: Muy reprimida y antigua , no entendía muchas cosas.

3.Pregunta de Tecnología: Hoy en día muchos adolescentes se sienten fascinados por las consolas, los ordenadores, los móviles… ¿En qué empleaba usted su tiempo libre?

J.V.: En diseñar y hacer cosas creativas, utilizando la imaginación. J.L.: En crear cosas..

4.Pregunta de Lengua: ¿Cómo era su comunicación con los adultos?

J.V.: Muy difícil al ser tan adelantado a los tiempos. J.L.: Fluida, me encantaba hablar con personas mayores..

5.Pregunta de Educación Física: ¿Le importaba mucho su aspecto físico?

J.V.: Muchísimo. además he tenido una madre que siempre se preocupó de ello. J.L.: Lo justo..

6.Pregunta de Educación Plástica: En la adolescencia procuramos escoger nuestra ropa según la imagen que queremos transmitir a los demás. ¿Cómo era su imagen entonces?

J.V.: Avanzada a mis tiempos. J.L.: Rompedora..

7.Pregunta de Ciencias Naturales: ¿Recibió alguna información sobre educación sexual o prevención de drogas fuera del entorno familiar?

J.V.: Ninguna, todo lo descubrí por mi mismo. J.L.: Entonces eso sólo se aprendía con los amigos, en el entorno social no había información.

8.Pregunta de Música: ¿Qué tipo de música o artistas escuchaba en su adolescencia? ¿Los sigue escuchando?

J.V.:The Rolling Stones y The Beatles. J.L.: Pink Floyd y The Bee Gees. ¿Los sigue escuchando? J.V.: De vez en cuando y me da nostalgia. J.L.: no.

9.Pregunta de Idioma extranjero: ¿Sintió alguna vez que nadie le comprendía?

J.V.: Muchas veces. J.L.: Muchas veces, aún me la hago.

10.Pregunta de Religión/Ética: Al llegar a esta etapa de la vida, ¿hubo algún cambio en sus valores o principios?

J.V.: Me han servido de base los valores que he recibido de mis padres y me siguen sirviendo. J.L.: El ser humano es una evolución continua y los calores cambian, pero unos buenos principios son inherentes a la persona siempre..

¡Muchas gracias, José Víctor y José Luís!

Materiales recomendados

DVD: El Club de los Poetas Muertos
A una escuela conservadora llega un profesor de literatura que invita a sus alumnos a buscar juntos su lugar en la sociedad, a pensar por sí mismos y a gozar del momento. La poesía puede ser una vía para el autoconocimiento del adolescente en esa etapa en la que, como veremos a lo largo del blog, resulta complicado reconocer los sentimientos. También es un canto a la lealtad y la contabilidad de la vida, donde muchas veces es necesario perder algo para ganar.

Índice

  1. Menús interactivos
  2. Acceso directo a escenas
  3. Album
  4. Tomas iniciales
  5. Homenaje a Alan Splet
  6. Clase magistral de John Sale
  7. Trailer de cine
  8. Comentarios en audio


  9. Esperamos tus sugerencias.


IMPORTANTE: Cuando pongas un comentario el Blog te pide que sumes dos números para que este sea aceptado y evitar el spam. Por ejemplo: Si pone “Por favor añada 10 y 5” entonces hay que escribir 15. Si haces mal la suma te suspende en matemáticas.


domingo, septiembre 14th, 2008

Es que no estoy motivado

 

Limpieza anual. ¡Vaya rollo! -pensó Sofía cuando sus padres le anunciaron que ya tocaba. Cuando arrancaba el zafarrancho aquello era como sumergirse en un mundo inhóspito de polvo y de agotamiento. Para empezar, papá le había ordenado sacar del garaje un viejo escritorio familiar que acumulaba polvo con sus puertas pegadas a la pared. Si lo sacas al jardín, los tesoros que encuentres son para ti. ¡Genial! Pues nada a por él.

Sofía se puso la ropa de trabajo y se dirigió ilusionada hacia la mole de madera. Vamos, que puedes, tía… ¡Ufff! Este muerto no hay quien lo mueva. ¡Qué gracioso es papá, que manda cosas imposibles! Lo volveré a intentar. Nada. Cuanto más cansada peor. ¡Papá! No puedo moverlo. ¡Claro que puedes! Si lo logras te compro el disco de “Operación Market”. En ese momento Sofía ya acumula dos motivos para pelearse con el escritorio, su propia búsqueda y posterior descubrimiento de su contenido -que no olvidemos que es para ella- y un disco como aliciente extra. A lo mejor el padre pudiera haber caído en la tentación de ofrecer sólo el disco, la recompensa material, pero pensó que el mejor premio residía en la curiosidad satisfecha como inicio de nuevos caminos.

Papá, que no hay manera. ¿Me ayudas? Hija, si te ayudo a mover un mueble al final habré sido yo el que lo haya sacado fuera y no tú. Mejor te enseño a manejar la polea, la cuerda y la carretilla. Cuando Sofía ha comprendido el manejo de las herramientas, visualiza el problema como un proyecto, encauzando su fuerza y ganas de forma ordenada, para no perder más tiempo. El escritorio se ha movido. Es un paso. Su primera victoria. Está tan contenta que casi ha olvidado el incentivo del disco. Ese mueble sale a la calle como ella se llama Sofía.

El escritorio descansa en el jardín entre una nube de polvo. Sofía abre sus puertas con prevención por sus posibles inquilinos con patitas. Dentro de él encuentra unos viejos libros de su abuelo, una cámara de fotos de los años cuarenta y unos papeles de la guerra. Con cariño toma sus trofeos. Leerá los libros, buscará en Internet como era la fotografía anterior a la era digital y prestará un poco más de atención en clase cuando le hablen de la Guerra Civil. ¿El disco? Lo ha olvidado. Quizás para su cumple.

Estar motivado significa tener motivos y estos pueden estar relacionados con el conocimiento personal o con los bienes materiales. Animar a un adolescente a estudiar colocándole una videoconsola en el horizonte sólo puede servir en determinados casos y de forma excepcional. Es más gratificante, de cara al futuro, promover su curiosidad y animarle a que nunca se rinda y luche por sus objetivos. Sin embargo, no siempre basta con las palabras de aliento. Si no le entregamos las herramientas y le enseñamos a manejarlas, acabará por rendirse ante la imposibilidad de alcanzar su meta. Sabemos que el alumno se resiste a trabajar las técnicas de estudio, porque las percibe como un retraso en la ejecución de las tareas diarias, pero debemos mostrarle que son las herramientas las que le permitirán mover el mueble.

Para aumentar la motivación por el estudio es muy importante que el propio profesor enseñe la polea antes que el escritorio y que su propia presencia y actitud ayuden a ese aprendizaje no siendo ni muy tirano ni muy blando, al igual que el objetivo a alcanzar no debe ser ni imposible ni demasiado asequible, sino acorde con sus posibilidades y ganas de saber. De todas formas el adolescente debe comprender que en su avanzar hacia el mundo adulto descubrirá que no todo en la vida es divertido ni agradable -madrugar, pagar la hipoteca, trabajar, tener poco tiempo libre…-, por lo que tampoco debe esperar que el colegio sea una fiesta continua de audiovisuales, juegos, libros con poco texto y asignaturas simpáticas. Sería trasmitirle una idea falsa de lo que le espera de mayor. Siempre el término medio nos da el equilibrio.

Antiguamente un joven estudiaba para tener trabajo, aspirar a una mayor riqueza y formar una familia. Hoy en día esas metas han variado considerablemente. Es cierto que el objetivo de alcanzar un buen estatus social y tener pareja siguen entre sus prioridades, pero resulta que en los últimos años los adolescentes perciben que viven muy bien, con sus necesidades cubiertas a nivel básico y de ocio, por lo que piensan en la etapa adulta como un entorno hostil que le puede privar de sus privilegios. ¿Por qué no divertirse ahora que puede, tanto en la escuela como en casa? Ya comenté en un capítulo anterior que la percepción del tiempo para el adolescente nos es como la nuestra.

Por eso pienso que aquello que se decía antes de “estudia para ser algo en la vida” suele caer ahora en saco roto. Quizás sea mejor fomentar la curiosidad y el afán de superación entregando carretillas y poleas, y dejar que el poso de la adolescencia y la ilusión por lograr autonomía buscada hagan el resto.

Antonio Javier Roldán

 

Colaboraciones


Las creencias dañinas (II): No soy lo suficientemente valiosa como persona

Cuando hablamos de autoestima nos estamos refiriendo al valor que nos damos como personas. Todas somos únicas, diferentes, irrepetibles e insustituibles, y en eso radica nuestro valor. Independientemente de nuestra apariencia, de las cosas que hagamos, de las personas que conozcamos, de las hazañas y éxitos que logremos, de los bienes que acumulemos o de los lujos o riquezas que consigamos…, todas las personas somos importantes, interesantes y especiales, y merecemos ser apreciadas, reconocidas y respetadas.

Pero algunas personas sienten que no tienen el suficiente valor. Están convencidas de que son incompetentes para afrontar con éxito los retos y desafíos de la vida y se desaprueban y rechazan continuamente a sí mismas, sintiéndose mal por ser como son. Cuando esto ocurre, creen básicamente tres cosas: que necesitan a otras personas “más fuertes” en quienes confiar y, por lo tanto, sienten que dependen de ellas; que necesitan el amor y la aprobación de todas las personas que les rodean; y que tienen que evitar, por encima de todo, que los demás descubran su nulo valor.

En consecuencia una persona sin autoestima:

  • Tiene un deseo por complacer y satisfacer a todo el mundo, tan perjudicial como inútil.

  • Siente que vive constantemente usando una máscara o representando un papel, como una impostora que espera, tarde o temprano, ser descubierta.

  • Es hipersensible a la crítica, lo que la hace sentirse fácilmente cuestionada y atacada por los demás.

  • Tiende a defenderse continuamente, bien adoptando una actitud agresiva intentando demostrar que son otros los equivocados, procurando desbancar sus argumentos, probando que se tiene razón, desconfiando de los motivos de los demás o dudando siempre de su sinceridad, o bien adoptando una actitud pasiva aceptando la crítica, buscando justificaciones o excusas, culpabilizando a otros, ocultando la verdad o mintiendo, o permitiendo que se invadan los límites personales.

  • Muestra un alto grado de perfeccionismo o autoexigencia para hacer todo sin fallos, lo cual fácilmente la conduce al desmoronamiento emocional cuando las cosas no salen con la perfección exigida, esto es, siempre.

  • Es indecisa, no tanto por falta de información y alternativas, como por miedo a equivocarse y fracasar como persona.

  • Se resiste a los cambios por la misma razón.

  • Siente que su autoeficacia personal es inexistente.

  • Se critica de manera dura y excesiva, lo que la lleva a sentirse insatisfecha consigo misma.

  • Responde con suspicacia o incredulidad ante los halagos, reconocimientos o cumplidos.

  • Tiene continuos sentimientos de culpabilidad: Se acusa por conductas que no siempre son objetivamente censurables, exagerando la magnitud de sus errores y lamentándose por ellos indefinidamente, sin llegar a asumirlos nunca.

  • Depende afectiva y emocionalmente de los demás. No tiene libertad, autonomía ni control sobre su propia vida.

Por eso algunos de los comportamientos más frecuentes hacia las demás personas son: Hacer todo lo posible para agradar, obtener el cumplido y el halago continuo, evitar las críticas, responder siempre a sus peticiones y demandas, cumplir sus expectativas y deseos, esforzarse en resultar útil, necesaria e imprescindible, estar siempre disponible, disimular sus sentimientos, sus emociones, sus deseos, su dolor…, preocuparse constantemente por sus problemas, intentar tener la respuesta perfecta para cada persona y en cada ocasión, huir de los conflictos y las confrontaciones, evitar mostrar desacuerdos de cualquier índole, dar más credibilidad a los criterios y juicios de los demás que a los suyos propios y confirmar todo previamente con ellos. Además siempre procuran conseguir todo lo que se proponen y obtener éxitos y logros en su vida (belleza, talento, éxito profesional, capacidad económica…), evitan cometer errores y equivocaciones, esquivan los fallos y eluden todo fracaso posible, ocultan sus debilidades, defectos y limitaciones, siendo extremadamente cuidadosas con todos los detalles y pormenores, evitan que en su vida se produzcan cambios imprevistos e inesperados, rechazan riesgos y experiencias nuevas, rehuyen retos y desafíos, o limitan sus opciones, posibilidades, metas y objetivos.

Lograr lo anterior es imposible: Pensemos lo que pensemos, sintamos lo que sintamos y hagamos lo que hagamos, siempre habrá personas que no estén de acuerdo porque es imposible contentar y satisfacer a todos a la vez. Los desacuerdos, conflictos y confrontaciones forman parte de la vida.

En ocasiones, por querer resultar útil y necesarias, las personas podemos acabar siendo utilizadas y manipuladas. Los demás pueden ser un espejo en el que mirarse, pero en ocasiones pueden resultar reflejos distorsionados.

Además, la perfección no existe, todo puede mejorarse siempre. Cometer errores y fracasos es una parte intrínseca de la vida. Los adolescentes, en su etapa de exploración y medida de sus límites, deberían saber que no hay posibilidad de aprender y avanzar sin equivocarse: Si no corremos el riesgo de hacer una cosa mal, tampoco podremos saber que somos capaces de hacerla bien.

Trinidad Nieves Soria López (Psicóloga Clinica)

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Javier Urra

Web: Oficial

1.Pregunta de Matemáticas: ¿A qué edad recuerda que se inició su adolescencia?

13 años.

2.Pregunta de Ciencias Sociales: ¿Cómo percibía entonces la sociedad que estaba descubriendo?

Como un reto.

3.Pregunta de Tecnología: Hoy en día muchos adolescentes se sienten fascinados por las consolas, los ordenadores, los móviles… ¿En qué empleaba usted su tiempo libre?

En leer, en jugar al football, en montar en bicicleta..

4.Pregunta de Lengua: ¿Cómo era su comunicación con los adultos?

Amplia: era (y soy) hijo único.

5.Pregunta de Educación Física: ¿Le importaba mucho su aspecto físico?

Sí. Pero más tener buenos amigos..

6.Pregunta de Educación Plástica: En la adolescencia procuramos escoger nuestra ropa según la imagen que queremos transmitir a los demás. ¿Cómo era su imagen entonces?

Pelo largo. Gafas Rayban. Pantalón Levis-strauss..

7.Pregunta de Ciencias Naturales: ¿Recibió alguna información sobre educación sexual o prevención de drogas fuera del entorno familiar?

No.

8.Pregunta de Música: ¿Qué tipo de música o artistas escuchaba en su adolescencia? ¿Los sigue escuchando?

Mike Oldfield; Serrat; Los Brincos. Sí.

9.Pregunta de Idioma extranjero: ¿Sintió alguna vez que nadie le comprendía?

No

10.Pregunta de Religión/Ética: Al llegar a esta etapa de la vida, ¿hubo algún cambio en sus valores o principios?

Interioricé más y me preocupé más por la religión..

¡Muchas gracias, Javier!

Materiales recomendados

Web: Educared
Este portal educativo pertenece a la Fundación Telefónica. En él podemos acceder a todo tipo de recursos para familias, alumnos y docentes. Dentro del apartado de “Recursos” podemos encontrar una entrada dedicada al “Software educativo” donde informarnos de los términos más usuales de Internet así como algunas herramientas para proteger a los jóvenes en la navegación por la red, y otras entradas a enciclopedias y a un manual ortográfico. En la sección de “Comunidad virtual” hay un lugar de encuentro para padres y madres con reportajes y foros.

Índice

  1. Formación
  2. Educación en valores
  3. Comunidad virtual
  4. Herramientas y servicios
  5. Información
  6. Actividades
  7. Recursos educativos

  8. Esperamos tus sugerencias.


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miércoles, septiembre 10th, 2008

Derribando el pedestal

 

Desde pequeño sus padres fueron su referencia, esos seres todopoderosos capaces de curar las heridas, alejar los malos sueños, multiplicar con tres cifras o hacer malabarismos con el balón. Para David ellos eran la solución a todas las preguntas, el puerto seguro para sus pequeñas aventuras y la corrección afectuosa cuando los juegos se volvían travesuras. Sin embargo, desde hace unos meses todo está cambiando. Según su cuerpo le transmite las señales de despedida de su vida de niño, su acercamiento al mundo de los adultos le hace ver a sus padres más reales, con más defectos y menos idealizados. Papá y mamá ya no tienen todas las respuestas, es más, diría que tienen tantas dudas como él.

Los padres de David sienten que su hijo se está alejando y perciben esta nueva situación como un distanciamiento afectivo, preguntándose si con la adolescencia él ha dejado de quererlos. La duda duele tanto como la sensación de abandono. Pero el alejamiento de David no tiene que ver con el vínculo que siempre les ha unido, sino con la huída de la dependencia que tenía hacia ellos. La búsqueda de su nueva autonomía le invita a soltar amarras sin percatarse de sus escasas posibilidades de emancipación.

Nunca se ha encontrado David tan lejos, y a la vez tan cerca, del mundo adulto. Por un lado no entiende sus responsabilidades en las tareas domésticas, no acude solo al médico, no se ve capaz de resolver un conflicto con un profesor por sí mismo o tampoco entiende que deba ser él quien se compre unos vaqueros. Para eso están los padres, esos mismos de los que quiere independizarse. Tiene un pie infantil en las cuestiones menos atractivas de la nueva etapa, pero con el otro pisa fuerte en todo aquello que tenga relación con su recién estrenada sensación de autonomía y de vocación por la exploración en la nueva sociedad a la que quiere pertenecer.

Los adultos ya no son infalibles. Han abandonado aquel pedestal en el que se mostraban. Ahora sus relaciones con ellos son intensas, pero más breves. El famoso futbolista era una crack hasta el día que falló el penalty y se transformó en un paquete. A aquel profesor tan enrollado, al que antes le confiaba sus problemas, le ve ahora como un testigo incomodo que no sabe de que va el tema. Con lo que molaba su padre antes, ahora es una especie de dictador que coarta su libertad. Su valoración de las personas que le rodean varía según cumplan sus expectativas a corto plazo, olvidando lo anterior. David vive al día en todos los sentidos.

Vivir al día… Los adultos hemos aprendido a mirar más allá, a invertir nuestros esfuerzos en el futuro, con nuestras hipotecas, pendientes de proyectos familiares, sabiendo por experiencia que lo que hoy es negro mañana puede ser blanco y que tenemos que estar preparados para la adversidad o para recoger el fruto de nuestra paciencia. Para David el futuro es ahora. Su percepción del tiempo es mucho más inmediata, por lo que su ansiedad por ser atendido y por encontrar solución a sus cuestiones pendientes le hacen parecer impaciente y caprichoso, tachando, por ejemplo, a sus padres de “pachorras” por tomarse su tiempo para las cosas. También el ritmo de su vida le aleja de los adultos.

El abandono del pedestal obliga a los padres a mirar a su hijo a la misma altura, de igual a igual, sin serlo, sin caer en la fácil trampa de disfrazarse de amigos (ver capítulo 2) para recuperar rápidamente el rol perdido. Aquellos padres y profesores que buscan la coherencia, el afecto, la comunicación y la libertad vigilada, lograrán construirse un nuevo pedestal, mucho más pequeño y menos dorado que el anterior, pero resistente al paso del tiempo y a los terremotos.

 Antonio Javier Roldán

Colaboraciones

 

 Las creencias dañinas (I): Introducción

Rara vez los adultos nos interrogamos sobre lo queremos hacer en -y con- nuestra vida. Sólo en determinados momentos, coincidiendo con frecuencia con experiencias vitales significativas y cambios de rumbo imprevistos, nos preguntamos sobre quiénes somos, cómo ha sido nuestra vida, lo qué deseamos realmente, por qué nos sentimos de esa forma, para qué hacemos las cosas que hacemos y cuál es el camino a seguir desde ese momento. Cuando reflexionamos sobre lo queremos, y no queremos, en nuestra vida, nuestra respuesta suele ser siempre la misma: Ser felices, evitar el dolor y alcanzar nuestras metas.

La mayoría pensamos que nuestras emociones y sentimientos son reacciones a las cosas que nos suceden, a los acontecimientos que nos vienen de fuera o a los comportamientos de otras personas. Pero, en realidad, la ansiedad, la depresión, la ira, la culpa, el placer o el dolor más extremos provienen siempre de nuestras creencias.

Las creencias son juicios de probabilidad que hacemos sobre el mundo. Cuando hacemos un juicio de probabilidad relacionamos objetos, personas, conceptos o situaciones, con cualidades, características y atributos concretos, y establecemos la probabilidad subjetiva de que esa relación sea verdadera. A través de nuestras creencias interpretamos el mundo, damos valor a lo que nos rodea, a los acontecimientos y a nuestra propia existencia. Estas creencias expresan la importancia y el significado que damos a las cosas y dan sentido a nuestra realidad y a nuestra vida. También dan coherencia a nuestras actitudes y comportamientos. Pero eso no significa que sean ciertas, eternas o inmutables.

De hecho existe un tipo de creencias sobre nosotros mismos, sobre las demás personas y sobre el mundo, que nos genera malestar, nos predispone a actuar de manera perjudicial, complica nuestra vida y nos daña, lo cual nos hace infelices, nos causa dolor y nos impide alcanzar nuestras metas. Este tipo de creencias se denomina creencias dañinas.

Las creencias se aprenden en la infancia, se refuerzan en la adolescencia y se mantienen en la edad adulta. La adolescencia se puede convertir en un período esencial para cuestionar dichas creencias o, por el contrario, para que estas se asienten de cara a la madurez.

Podemos sospechar la existencia de creencias dañinas cuando pensamos que algo debería o tendría que ser diferente de lo que es; cuando afirmamos que una situación no debería haber sucedido así o que debería haber ocurrido de una determinada manera; cuando consideramos que es imposible sufrir, tolerar o soportar una situación o  a una persona concreta; cuando calificamos a una situación determinada de horrible, terrible u espantosa; cuando estamos seguros de que alguien debería o tendría que haberse comportado de forma distinta a como lo ha hecho o cuando creemos que hay personas que merecen un castigo por su comportamiento.

Existen once creencias dañinas que se encuentran en la base de la mayor parte del sufrimiento y del malestar del ser humano:

  1. Necesito el amor y la aprobación de todas las personas que me rodean.
  2. No puedo confiar en mí. Necesito a personas más fuertes que yo en quienes confiar. Dependo de ellas.
  3. No puedo cometer errores ni tener fracasos. Tengo que conseguir todo lo que me propongo. Tengo que hacer todo perfecto.
  4. El que las cosas no marchen como yo deseo es algo terrible, horrible e insoportable.
  5. Existen personas indeseables, despreciables y malas, que deben ser censuradas y castigadas por sus comportamientos.
  6. Ante una situación peligrosa y amenzante debo pensar que va a ocurrir lo peor y preocuparme mucho por ello.
  7. Debo preocuparme constantemente por los problemas de los demás.
  8. Las circunstancias que me ocurrieron en mi pasado son determinantes de mis conductas presentes y futuras.
  9. Es mejor evitar que afrontar las responsabilidades y las dificultades que se presentan en la vida.
  10. Todos los problemas tienen una solución perfecta y es terrible no dar con ella.
  11. No puedo hacer nada por conseguir mi felicidad. La felicidad depende de circunstancias externas que están fuera de mi control.

Todas las creencias dañinas señaladas están enlazadas entre sí. Se pasa muy fácilmente de cada una de ellas a la siguiente porque todas ellas derivan de otro tipo superior de creencias, que podrían ser enunciadas de la siguiente manera:

I.- No soy lo suficientemente valiosa como persona.

II.- El mundo es un lugar horrible: Impredecible, incontrolable, malévolo, injusto y lleno de peligros y amenazas. 

III.- El mundo debería ser un lugar maravilloso: Predecible, controlable, benévolo, justo y protector.

IV.- Existe una forma única, correcta, inflexible e indiscutible de comportarse y de hacer las cosas (que por supuesto es la mía).

Es posible reemplazar cada una de esas cuatro creencias por otras más constructivas y saludables. Las personas podemos aprender a elegir cómo nos sentimos y actuamos. Ser conscientes de su existencia es el primer paso.

Durante los próximos cuatro artículos vamos a profundizar en cada una de ellas.

Trinidad Nieves Soria López (Psicóloga Clinica)

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Rosa Montero

Biografía: Wikipedia

Web: Oficial

1.Pregunta de Matemáticas: ¿A qué edad recuerda que se inició su adolescencia?

Supongo que a los trece o catorce.

2.Pregunta de Ciencias Sociales: ¿Cómo percibía entonces la sociedad que estaba descubriendo?

Increíblemente complicada y misteriosa…. Leía desde muy pequeña novelas de mayores, por ejemplo “Las uvas de la ira”, de Steinbeck, y el mundo adulto me parecía confuso y fascinante.

3.Pregunta de Tecnología: Hoy en día muchos adolescentes se sienten fascinados por las consolas, los ordenadores, los móviles… ¿En qué empleaba usted su tiempo libre?

Fundamentalmente en leer. También en escribir, en salir con las amigas y en ir al cine.

4.Pregunta de Lengua: ¿Cómo era su comunicación con los adultos?

Dependía mucho de los adultos. Pero en general no creo que fuera muy buena.

5.Pregunta de Educación Física: ¿Le importaba mucho su aspecto físico?

Muchísimo.

6.Pregunta de Educación Plástica: En la adolescencia procuramos escoger nuestra ropa según la imagen que queremos transmitir a los demás. ¿Cómo era su imagen entonces?

Era fan de los Beatles y procuraba vestirme muy moderna…. Aunque no tenía dinero y tenía que tricotarme yo misma los “minipulls”.

7.Pregunta de Ciencias Naturales: ¿Recibió alguna información sobre educación sexual o prevención de drogas fuera del entorno familiar?

Aparte de lo que se comentaba con las amigas, no.

 

8.Pregunta de Música: ¿Qué tipo de música o artistas escuchaba en su adolescencia? ¿Los sigue escuchando?

Bob Dylan, los Beatles, los Rolling, y sí, sigo escuchándoles de cuando en cuando.

9.Pregunta de Idioma extranjero: ¿Sintió alguna vez que nadie le comprendía?

Todo el tiempo.

10.Pregunta de Religión/Ética: Al llegar a esta etapa de la vida, ¿hubo algún cambio en sus valores o principios?

¿A qué etapa, a los catorce? Yo creo que también muchísimo un poco más tarde, a los 16 o 17. Pero ahora que lo pienso supongo que el cambio empezó a larvarse por entonces, a los catorce o así.

¡Muchas gracias, Rosa!

Materiales recomendados

Libro: “Salir de noche, dormir de día” (Paulino Castells-Gema Salgado)
Tras este título se esconde un libro que nos muestra algunas claves para entender la vida social de los adolescentes, especialmente en sus salidas en grupo. Este tema sirve de hilo conductor para hablarnos de la negociación de los horarios, la sexualidad y las vivencias de los adolescentes. Especialmente interesante es la información sobre las drogas y las tribus urbanas.

Índice

  1. Los jóvenes de principios del siglo XXI
  2. Vivir la noche
  3. ¿Qué pasa cuando salen?
  4. Su relación con el sexo
  5. Su relación con el alcohol y las drogas
  6. Su relación con la música
  7. Su relación con los audiovisuales
  8. Su relación con la violencia
  9. Alternativas a la juerga nocturna
  10. Comunicación y afecto: La clave del éxito

Esperamos tus sugerencias.


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domingo, septiembre 7th, 2008

El despertar

 

Si el lector conoce el libro “La metamorfosis” (Frank Kafka) recordará la historia de Gregorio Samsa, un tipo corriente que un día se despierta dentro del cuerpo de un escarabajo gigante sin saber el porqué. Encerrado en su habitación aguarda con miedo el momento en el que su familia, inquieta por su ausencia, acudirá a buscarle para descubrir con horror lo sucedido. A pesar de la sorpresa, la familia procura alimentarlo y cuidarlo con resignación, aunque noten en él que ha perdido la racionalidad de su antigua condición humana y eso provoque rechazo general e incluso agresividad por parte de su padre.

Sin llegar al extremo del relato de Kafka, sí es verdad que el adolescente va descubriendo poco a poco que su cuerpo está cambiando rápidamente, teniendo la rara sensación de estar confinado en un cuerpo que no le pertenece, como si fuera un espectador ajeno a lo que pasa. La imagen que le devuelve el espejo, los signos de la pubertad como el vello, el acné, el crecimiento desigual, el desarrollo de los genitales, forman un conjunto de síntomas que inevitablemente dan lugar al cambio psicológico. Cuando hablamos del despertar de la pubertad podemos caer en la tentación de quedarnos en los aspectos fisiológicos -de los cuales se hablará en este blog en los próximos días- olvidando que la madurez psicológica y la física, aunque relacionadas, no conviven de forma armónica.

Desgarbado, con pérdida de control muscular, estrenando aroma corporal, necesitado de un nuevo aprendizaje en su coordinación, sujeto a las expectativas que tenía sobre su imagen desde niño y observando con curiosidad su madurez sexual, es fácil que sienta un rechazo inicial por esos cambios. Por eso cada día anota mentalmente los síntomas que se van produciendo, censando el número de granos, el tamaño de los senos, la altura o el peso. Si a esto le unimos las nuevas responsabilidades, el derrumbe del estatus de los adultos en su vida, las nuevas necesidades sociales y el cambio afectivo que le produce el despertar, nos haremos una idea de lo inseguro que se puede sentir al caminar por su mundo.

Al igual que ocurría con el coleóptero de Kafka, la reacción que tenga su entorno ante los cambios será determinante para comprender lo que le está pasando, por lo que es conveniente que sepa de antemano, uno o dos años antes, lo que le va a ocurrir. Como sucede con la educación afectiva y sexual, es interesante recibir una formación con tiempo, para que esta cubra todas las etapas. También puede ser una buena idea hacerle notar que los cambios son positivos, buenas noticias. En el caso de las chicas, son muchas las familias que celebran la llegada de la primera menstruación, incluso con un regalo. Ahí los chicos pueden sentirse más abandonados y cohibidos ante la falta de notoriedad externa de sus cambios en el ámbito familiar.

Además, la pubertad significa también que físicamente el joven puede ser padre o madre, una realidad tan increíble para el adolescente que le abre un abanico de expectativas que, animado por las hormonas, le invita a la exploración de su cuerpo y el de los demás. Cualquier avance en su relación con el sexo opuesto significará un tanto a favor en su autoestima y en su humor, pero también es capaz de venirse abajo por un comentario negativo sobre su físico, su madurez o su forma de actuar. Por eso el amor suele ser una buena noticia para la persona que se está afianzando, incluso puede ser un gran aporte en su crecimiento. Cierto es que también se puede abrir un nuevo frente de fracasos y desengaños, pero forma parte del entrenamiento y de su educación afectiva.

Mientras tanto, los que estamos al otro lado de la puerta y que un día nos topamos con “el escarabajo”, tenemos que estar listos para mantener la normalidad, recordarle que todo lo bello se forma lentamente y ayudarle a convivir con ese cuerpo que parece ajeno, aceptando aquellas metamorfosis que no sean lo agradables que esperaba y que le acompañan desde ese día en el que se miró al espejo y descubrió que la infancia se estaba alejando.

Antonio Javier Roldán

 

Colaboraciones

 

Recuerdos de un profesor jubilado (III): Clandestinos e infiltrados

En los últimos años del franquismo no te fiabas de nadie. No sólo en la Universidad, sino también en los institutos, especialmente en los nocturnos. En el alumnado convivían activistas de izquierdas con confidentes de la extrema derecha y con policías de la Social matriculados a propósito. Gente con el carné del PCE se sentaba junto a falangistas, pero nadie se descubría ante nadie. El profesorado también estaba dividido y sólo se manifestaba en los claustros, haciendo una confusa mezcla de educación y política que paralizó la enseñanza durante una década.

Los muy jóvenes vivían la clandestinidad heredada de sus padres. Eran familias de gran tradición en la lucha antifranquista, y sus hijos hacían lo que podían en los institutos, y la verdad es que lo hacían muy bien, porque podían inundar de carteles el centro en un cambio de clase u organizar una asamblea ilegal espontánea en un recreo. Los había de dos clases: los oradores, que intervenían en todas las asambleas con palabras sencillas y llenas de fuego, y los verdaderos organizadores, que raras veces se destacaban y se situaban siempre en la periferia. Recuerdo a uno de ellos, que durante todo el bachillerato pasó como alguien abúlico y mal estudiante, y resultó ser uno de los más comprometidos en la lucha.

En el otro extremo ideológico se daba menos la cara, pero la policía aparecía de improviso en el momento oportuno, como avisada por un invisible espíritu del orden que les guiaba a donde eran necesarios. Aquí se sospechaba más de profesores y conserjes, que tenían los teléfonos más a mano. Las autoridades sabían mucho de los institutos, aunque a veces, ante la inminente caída de la dictadura, dejaban las cosas correr. Otras veces se veían obligados a intervenir, especialmente después de la publicación del famoso decreto de 1975 que amenazaba con acusar de subversión al funcionario que conociera a alguien sospechoso y no lo denunciara. ¡Y los centros estaban llenos de sospechosos, alumnos a los que queríamos y no hubiéramos podido denunciar! Fue el momento más tenso de todos aquellos años.

La policía comenzó a hacer cada vez más preguntas sobre el alumnado. Yo he visto a doscientos estudiantes de catorce o quince años plantados en asamblea ilegal, temblando de miedo y mirando al patio en el que entraban los coches llenos de policías y a su jefe conminando a unos menores de edad a deponer su actitud con la amenaza de ordenar a sus tropas pasar a la acción. Y no hablaba en vano, porque en otro centro algunos chicos y chicas tuvieron que saltar desde un primer piso para huir de una intervención similar. Si el profesorado intervenía, podía terminar en la cárcel, como un famoso caso que recogió la prensa.

Los centros vivieron esos años una verdadera guerra de carteles, folletos y prensa ilegal. Nos robaron dos veces la multicopista y nunca aparecieron los autores. Lo que fijaban unos lo arrancaban otros, mientras los jefes de estudios vivían amenazados permanentemente con la denuncia o el expediente. No queríamos ni pensar qué contendrían algunas carteras de nuestros alumnos. El decreto de 1975 se columpiaba constantemente sobre nuestra cabeza.

Instaurada la democracia, con motivo de una reforma integral del centro, se renovaron los falsos techos del instituto, y comenzaron a caer, en un vuelo juguetón y solemne, como un homenaje tardío, panfletos de organizaciones clandestinas, ejemplares de Mundo Obrero, llamamientos a la lucha y convocatorias de huelgas, algunos quizás impresos con nuestras multicopistas robadas, testigos ocultos del sacrificio de algunos jóvenes que pusieron en peligro sus estudios y su libertad para traer la sociedad en la que vivimos ahora.

Antonio Roldán Martínez (Web)

Puedes enviar tus reflexiones, poesías o artículos sobre la adolescencia para que se publiquen en “La pavoteca” enviando un correo electrónico.

 

 

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Miguel Ríos

Biografía: Wikipedia

Web: miguel-rios.com

1.Pregunta de Matemáticas: ¿A qué edad recuerda que se inició su adolescencia?

Adolescencia. Que palabra tan bonita para una época de la vida tan difícil. No recuerdo tener una “clara” adolescencia. Salí del colegio a los 14 y me puse a trabajar sintiendo todavía un niño. Me puse a cantar a los 17 en un mundo de hombres. Sólo me sentía adolescente cuando veía las películas americanas, en las que la juventud tenía un papel protagonista..

2.Pregunta de Ciencias Sociales: ¿Cómo percibía entonces la sociedad que estaba descubriendo?

Temerosa de Dios y del infierno. La Granada de finales de los 50 era una sociedad pacata y rural y muy conservadora. La modernidad venía del roce con los extranjeros que visitaban la ciudad y de los estudiantes de la Universidad. Pero yo la recuerdo como una luminosa oscuridad.

3.Pregunta de Tecnología: Hoy en día muchos adolescentes se sienten fascinados por las consolas, los ordenadores, los móviles… ¿En qué empleaba usted su tiempo libre?

Lo del “tiempo libre” es un concepto moderno. En los Almacenes Olmedo, donde trabajaba entonces, se curraba de lunes a sábado, y todo el mundo sabe que lo más triste de la adolescencia son los domingos. Guateques, excursiones y partidos de futbol, futbolines, cine, los tebeos y alguna novelita del oeste ocupaban ese escuálido tiempo libre.

4.Pregunta de Lengua: ¿Cómo era su comunicación con los adultos?

Supongo que corta e interesada. Cuando eres joven desconfías mucho de los mayores. Además, la adolescencia no estaba muy prestigiada en aquellos años.

5.Pregunta de Educación Física: ¿Le importaba mucho su aspecto físico?

Si, pero todavía no relacionaba educación física con el aspecto físico. Hacía deporte sin método y sin conocer sus beneficios en la salud y en la imagen.

6.Pregunta de Educación Plástica: En la adolescencia procuramos escoger nuestra ropa según la imagen que queremos transmitir a los demás. ¿Cómo era su imagen entonces?

El rock&roll hizo mucho por mi generación. Siempre se buscan modelos en los que te crees reflejado. Yo intentaba parecer lo menos cateto posible, pero viviendo en casa de mis padres tampoco podía ser todo lo moderno que quería .

7.Pregunta de Ciencias Naturales: ¿Recibió alguna información sobre educación sexual o prevención de drogas fuera del entorno familiar?

En Granada, en aquellos días, hacer el amor no era pecado, era un milagro, y las drogas sociales, el alcohol y el tabaco fundamentalmente, eran ampliamente jaleadas en la sociedad. 8.Pregunta de Música: ¿Qué tipo de música o artistas escuchaba en su adolescencia? ¿Los sigue escuchando?

Tuve la suerte de crecer con el Rock&Roll, como he dicho antes, y esa música se convirtió en la banda sonora de mi vida y en una forma de entenderla, pero, aunque conservo algunos de los discos de mi adolescencia sólo los escucho ocasionalmente.

9.Pregunta de Idioma extranjero: ¿Sintió alguna vez que nadie le comprendía?

No. Nunca. Siempre me he buscado la vida para hacerme entender.

10.Pregunta de Religión/Ética: Al llegar a esta etapa de la vida, ¿hubo algún cambio en sus valores o principios?

En el colegio me machacaron tanto con la religión que me convirtieron en un ser agnóstico. Desde entonces entiendo la bondad sin recompensa eterna, y supe muy pronto que el infierno era un invento de los hombres que se sufre en vida.

¡Muchas gracias, Miguel!

Materiales recomendados

DVD: “Verano Azul” (Antonio Mercero)
Esta serie de televisión nos cuenta el verano de una pandilla de chicos y chicas de diferentes edades en una ciudad costera. Están allí de vacaciones con sus respectivas familias. Se hacen amigos de un chico del pueblo, Pancho. También conocerán a una pintora, Julia, y a un peculiar pescador, Chanquete. A lo largo de la serie iremos viendo sus vivencias, amores, amistad y los problemas típicos de la adolescencia.


Cuando me documentaba para este blog estuve repasando esta serie y me llevé una agradable sorpresa al comprobar que, como el buen cine, permanece atemporal y que las emociones de la adolescencia, los conflictos familiares, el papel de la pandilla como escenario social en el que crecer o la iniciación a la vida adulta a través de las experiencias del amor, la ecología, el alcohol, la muerte o la amistad, mantienen su vigencia muchos años después. Es interesante tanto para padres como hijos.

Índice

  1. El encuentro.
  2. No matéis mi planeta, por favor.
  3. Pancho Panza.
  4. Eva.
  5. A lo mejor.
  6. La sonrisa del arco iris.
  7. Beatriz, mon amour.
  8. El visitante.
  9. La burbuja.
  10. La cueva del Gato Verde.
  11. Las botellas.
  12. La bofetada.
  13. La navaja.
  14. La última función.
  15. El ídolo.
  16. El guateque de papá.
  17. No nos moverán.
  18. Algo se muere en el alma.
  19. El final del verano.
  20. Esperamos tus sugerencias.


    IMPORTANTE: Cuando pongas un comentario el Blog te pide que sumes dos números para que este sea aceptado y evitar el spam. Por ejemplo: Si pone “Por favor añada 10 y 5” entonces hay que escribir 15. Si haces mal la suma te suspende en matemáticas.



miércoles, septiembre 3rd, 2008

No me abandones

 

Decía el titular del Juzgado de Menores de Granada, Don Emilio Calatayud (Ver vídeo de su ponencia), que a aquellos adolescentes, cuyos padres presumen de ser los mejores amigos de sus hijos, se les puede considerar como huérfanos potenciales. Es posible que el propio miedo a reproducir el sistema patriarcal y autoritario de otras épocas haya llevado a algunos adultos a procurar relacionarse con los más jóvenes de igual a igual, de colega a colega, empleando incluso el mismo lenguaje y pautas de comportamiento que ellos. Estos jóvenes, en lugar de sentirse reconfortados por la amistad familiar perciben que han perdido su referencia en la aventura de la adolescencia, esa cuerda a la que se sujetan para tirarse por el puente y sumergirse en su búsqueda de la propia identidad o de su lugar en una sociedad que comprenden a medias.

Si esos padres o profesores, cuya sana intención es aventurarse en un mundo ajeno para empatizar más con el joven, pretenden acompañarle mejor en esa etapa, sólo están logrando crearle un sentimiento de abandono. Hoy en día, entre colegio, deportes, barrio, nuevas tecnologías, resulta muy fácil encontrar colegas, y de ahí saldrán verdaderos amigos, pero sólo existen unos padres. Incluso legalmente, según el artículo 154 del Código Penal, los padres deben velar por sus hijos, tenerlos en su compañía, alimentarlos, educarlos, procurarles formación integral, representarlos y administrar sus bienes. Por su parte, los hijos deben obedecer a sus padres, respertarles y contribuir a levantar las cargas familiares. ¿Es esta una relación de amistad?

Los adultos debemos bajar de nuestro pedestal y comunicarnos con el adolescente con buena disposición, procurando comprender lo que está sintiendo e incluso intentando que reine la reciprocidad en el diálogo, pero sabiendo cuál es nuestro lugar, tanto si somos profesores o padres. Es muy distinto el mantener una comunicación fluida y sincera, basada en el respeto y el amor, a pretender convivir con ellos en un ambiente de amistad de igual a igual. Resulta ridículo escuchar a un adulto hablar como un joven, cuando curiosamente es ese el lenguaje que ellos usan para desmarcarse del mundo de los mayores.

Los amigos se eligen según las afinidades, la empatía o los intereses comunes, y luego esa relación va evolucionando por caminos más afectivos surcados por lealtad y respeto. Sin embargo, aunque los padres no se eligen, su vínculo e influencia recorren toda la vida siendo una parte importante de la personalidad que se ha ido formando a lo largo del tiempo. En la niñez eran los seres todopoderosos que cubrían todas las necesidades físicas y emocionales, y ese es un rol que actúa como salvavidas cuando el adolescente se encuentra nadando en las aguas turbulentas en las que se busca a sí mismo. Privarle de esa recurso es equivalente a abandonarlo.

El adolescente debe saber que su familia siempre va a estar ahí, para cuidarlo y corregirlo cuando haga falta, actuando como el titiritero en la sombra que es capaz de cortar cuerda y anudarla pacientemente cuando así lo exijan las circunstancias. Tanto los padres como los profesores sabemos que tratamos con personas que ya tienen un pie en la sociedad adulta y que por lo tanto son los únicos dueños de un proyecto de vida en la que van a necesitar orientación, empujones y más de una red de seguridad, pero que deben recorrerlo solos.

El gran problema es que no siempre los adultos estamos en disposición de realizar con serenidad esa “vigilancia en la sombra”. Los profesores a menudo damos la impresión de estar sobrepasados al tener que gestionar clases de treinta personas en “fase de evolución” seis horas al día. Los padres bastante tienen con pagar la hipoteca, llevar la casa y atender las necesidades familiares. Tanto unos como otros podemos dar una imagen de inestabilidad y nerviosismo que retrae al adolescente a la hora de sentirse seguro con nuestros consejos y directrices, dando la impresión de que todo lo que decimos no es fruto de la reflexión y que está sesgado por los intereses del adulto en ese momento. Afortunadamente a veces tenemos un maravilloso recurso en casa, cuya buena imagen aún no ha sido emborrada con la llegada de la adolescencia: Los abuelos. Para un adolescente los abuelos son una muestra más natural del mundo adulto, más cercana y que no parece estar influenciada por las responsabilidades e intereses personales que unos padres o un profesor puedan tener en las orientaciones que le hacen. Ojalá que esa tendencia actual a convertir a los abuelos en unos segundos padres por motivos de horarios no les priven de ese maravilloso papel de vínculo entre la niñez y la madurez.

Durante la búsqueda de la autonomía del joven, los adultos siempre estaremos ahí para acompañar y cuidar, pero evitando ser el dictador del “porque yo lo digo” o el coleguilla de “amiguetes para siempre, tronco”. Nuestros únicos recursos serán la paciencia, el respeto, la coherencia o el afecto.

Antonio Javier Roldán

 

Colaboraciones

 

Recuerdos de un profesor jubilado (II): Fumar en clase

Primero fue en los exámenes de COU. Eran mayores de edad, estaban nerviosos, se jugaban mucho, y un cigarrillo ayudaba. Además, había profesores que fumaban. Vale, se autoriza. Después, los de sexto, ya que los repetidores también eran mayores, y también se jugaban un título. Bien, se fuma. Y de ahí se pasó a quinto, y al nuevo BUP. De los exámenes se pasó a dejar fumar en clase, y al final, en cualquier parte. ¿Cómo pudimos llegar a eso?

En aquellos años nadie quería pasar por facha. Estábamos en un centro situado en un barrio obrero. Allí había que ser progre. Cualquier decisión que pudiera parecer autoritaria se pagaba con miradas de desconfianza y silencios al pasar junto a los corros de profesores. El facha podía ser incluso un delator o amigo de la Social. Se podía decretar su aislamiento. Pues bien, se fuma.

Algunos profesores ya habíamos autorizado el tuteo, dejábamos ver los exámenes después de corregirlos, comentábamos las notas, antes sagradas, y no exigíamos que la gente se levantara cuando entrábamos. Lo hicimos por convencimiento, y nos salió muy bien, porque se produjo una cercanía muy beneficiosa. Si el siguiente paso era el de fumar, pues vale, y no pensamos en las consecuencias.

Estábamos atentando contra la salud colectiva. Entrar en una clase era sumergirse en una nube de nicotina, que secaba las gargantas de los profesores y llenaba de humo los pulmones de los sufrientes no fumadores. A veces teníamos que abrir de par en par las ventanas en pleno invierno, y someter a los cuerpos al dilema entre ensuciar los pulmones o helarlos, pero éramos muy avanzados y enrollaos.

Por fin, llegó el momento en el que alguien impuso el sentido común por decreto, se dejó de fumar en clase, aunque sí en los patios, y poco a poco se llegó a la situación actual sin grandes enfrentamientos. Recuerdo todo esto no por una culpabilidad sobrevenida con treinta años de retraso, sino porque ahora estamos viviendo un fenómeno juvenil similar, y es el del botellón.

En mis paseos veraniegos cruzo una zona de las de botellón, y voy pisando vasos de plástico, envases, cristales y botellas vacías de bebidas de muy alta graduación alcohólica. A veces las botellas están a medio consumir, y quien deja una botella cara sin apurar es porque se ha llenado hasta arriba de alcohol. En esa zona se arrancan literalmente los bancos y hay competiciones para destruir las papeleras.

¿Qué excusa tenemos ahora? ¿Ser progres y enrollaos? No. Ahora no hay que demostrar nada, no es como en la Transición, y con nuestra dejadez estamos contribuyendo a crear un profundo problema de salud pública, y quizás impidiendo la felicidad futura de nuestros jóvenes. Si el fumar en clase se fue eliminando con un verdadero sentido de la autoridad que busca el bien de todos, ¿por qué no intentarlo con las borracheras nocturnas? ¿Es que alcaldes, padres y educadores han de seguir con los brazos cruzados viendo a nuestros jóvenes perjudicándose de esta manera? ¿Habrá que esperar treinta años?

Antonio Roldán Martínez (Web)

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Juan Ramón Lucas

Biografía: Wikipedia

Web: Programa de radio

1.Pregunta de Matemáticas: ¿A qué edad recuerda que se inició su adolescencia?

Tan impreciso tengo el comienzo como el final…Quizá a los diez años, que es cuando recuerdo que empezó a molestarme casi todo lo que hacían o decían mis padres.

2.Pregunta de Ciencias Sociales: ¿Cómo percibía entonces la sociedad que estaba descubriendo?

Luminosa y esperanzadora. Me creía capaz de conseguir cualquier sueño. Veía lejana la dictadura y muy cercana la droga por eso no fui consciente de lo primero hasta pasar la adolescencia y la segunda la rocé sin dejarme la vida en ella… Pero solo por miedo, no por convicción. Vivíamos mucho más peligrosamente de lo que pensábamos.

3.Pregunta de Tecnología: Hoy en día muchos adolescentes se sienten fascinados por las consolas, los ordenadores, los móviles… ¿En qué empleaba usted su tiempo libre?

En los billares y en las chicas. A veces hasta leía, sobre todo tebeos y revistas de música…Veía poca tele.

4.Pregunta de Lengua: ¿Cómo era su comunicación con los adultos?

Inexistente, salvo para escuchar broncas o pedir permiso.

5.Pregunta de Educación Física: ¿Le importaba mucho su aspecto físico?

Según el día. Normalmente procuraba cuidarlo.

6.Pregunta de Educación Plástica: En la adolescencia procuramos escoger nuestra ropa según la imagen que queremos transmitir a los demás. ¿Cómo era su imagen entonces?

Pseudo-Hippie de barrio del extrarradio…Pelo largo y aspecto desaliñado (cuidadamente desaliñado, ojo).

7.Pregunta de Ciencias Naturales: ¿Recibió alguna información sobre educación sexual o prevención de drogas fuera del entorno familiar?

Ni fuera …Ni casi dentro. Estamos hablando de finales de los sesenta…

8.Pregunta de Música: ¿Qué tipo de música o artistas escuchaba en su adolescencia? ¿Los sigue escuchando?

Rock&Roll mucho. Y, naturalmente, lo sigo escuchando. Me gustaban Canned Heat y Uriah Heep, Deep Purple, …A veces hasta Status Quo, Pink Floyd… Los clásicos, vamos.

9.Pregunta de Idioma extranjero: ¿Sintió alguna vez que nadie le comprendía?

Solo me entendían mis amigos. ¿Qué más necesitaba?

10.Pregunta de Religión/Ética: Al llegar a esta etapa de la vida, ¿hubo algún cambio en sus valores o principios?

Si. En un momento determinado, al final de la adolescencia, después de flirtear con la droga, cometí un último acto de rebeldía, que fue irme a un seminario a los 12 años. Por escapar, básicamente.

¡Muchas gracias, Juan Ramón!

Materiales recomendados

 

Web: “Alimentación y adolescencia” (Saludalia.com)
En esta interesante web dedicada a la medicina familiar podemos encontrar atlas anatómicos, juegos y animaciones para los peques, pero también información sobre drogas, temas de salud, entrevistas a especialistas o temas monográficos, como una completa guía para la alimentación en la adolescencia en la que disponemos de una distribución de los alimentos a lo largo del día y de una explicación detallada sobre la importancia de cuidarse en esta etapa.

Índice

  1. ¿Cómo se debe afrontar la alimentación del adolescente?
  2. Necesidades y recomendaciones nutricionales
  3. Recomendaciones en macronutrientes
  4. ¿Qué minerales y vitaminas tienen especial importancia en la adolescencia?
  5. ¿Qué alimentos y en que cantidad garantizan una dieta adecuada para un adolescente?
  6. ¿Cómo se estructura la alimentación?
  7. La alimentación en la adolescencia
  8. ¿Qué situaciones del adolescente requieren especial atención sobre la alimentación?

Esperamos tus sugerencias.


IMPORTANTE: Cuando pongas un comentario el Blog te pide que sumes dos números para que este sea aceptado y evitar el spam. Por ejemplo: Si pone “Por favor añada 10 y 5” entonces hay que escribir 15. Si haces mal la suma te suspende en matemáticas.


sábado, agosto 30th, 2008

El carrusel de las emociones


La tormenta empezó con una tontería. Sandra llevaba más de veinte minutos al teléfono, con su mejor amiga, cuando su madre le dijo que lo dejara ya, que se pusiera a estudiar y que le dijera a sus compañeros que nadie podía llamar hasta las ocho. Al parecer estaba consultando unas dudas sobre lo que entraba en el examen de lengua, pero entre la metáfora y la hipérbole se coló la movida del recreo, y ya se sabe lo que pasa con esas cosas. ¿Qué son esos gritos, tía? Nada, mi madre que está parana y no quiere que hable contigo. Mejor cuelgo y me conecto luego al Messenger.

Sandra se dirige ahora al salón para decirle a su madre que ya ha terminado y que si está ya contenta por haberle hecho quedar mal con su amiga. A mí no me levantes la voz, que soy tu madre y llevas una temporada que no hay quien te aguante, rica. Sandra le dirige una mirada desafiante y se aleja en silencio, dando un portazo del 10 en la escala de Ritcher. ¡Que no me aguanta dice! ¿Qué sabrá ella lo que tengo que aguantar yo cada día? La rabia, que últimamente confunde con la tristeza, da lugar al llanto.

La mochila, repleta de libros, descansa sobre la cama, junto a aquella muñeca de trapo que le recuerda tiempos mejores. ¿Qué fueron de aquellos días en los que se sentía segura, en los que apenas tenía responsabilidades. Cuando era una niña tenía todas sus necesidades satisfechas y era el objeto de los cuidados permanentes de sus padres. Su papel en la familia estaba claro y delimitado: Soy vuestra cachorrita, la alegría de vuestra casa, la que pasa toda la tarde jugando después de hacer diez minutos de caligrafía y la que no tiene que preocuparse de nada, salvo de respirar.

Sandra se acerca al espejo. Sí, la niña queda lejos. Parecía más bonita hace años, una auténtica monada con su pelito rubio. No tenía este enorme culo, ni esos granos, ni debía preocuparse por el dichoso vello. Estoy metida en un cuerpo que no es el mío, mejor dicho, en varios cuerpos, porque cada día me llevo una sorpresa nueva. Soy varias personas encerradas en distintos cuerpos, porque no hay mañana en que no perciba mi mundo de forma diferente pero, claro, eso a mi madre le trae sin cuidado.

En el corcho de las fotos contempla sus recuerdos del colegio, de las vacaciones del pueblo, sus cumpleaños o cuando era un bebé. Por aquel entonces sólo existían dos sentimientos, la alegría y la tristeza. Ahora está dando vueltas en un carrusel de emociones en las que cada minuto que pasa es una incitación a sentir, pero con una advertencia en forma de descomunal señal de “Prohibido dejarse llevar, que eres novata”.

Abraza a su muñeca. Su olor le transporta a la añorada infancia durante unos instantes, procurándole un puerto donde amarrar en la tempestad, pero sabe que volverá a zarpar para probarse a sí misma y buscar su lugar en este mundo imperfecto al que le están invitando los adultos y sus hormonas. Tiene que probarse, saber hasta donde puede llegar, cuáles son los límites y premisas sobre los que construirá su vida, un juego delicado lleno de obstáculos en el que no todos los días desea participar, avanzando por el parchís aguantando que te manden de vuelta a la casilla de salida cada vez que ve cerca la meta.

Mientras ella se autocompadece sobre la cama, Celia, su madre, recoge la ropa del tendedero echando la memoria atrás, añorando a la Sandra niña, pero también su propia juventud. Ya se encuentra en la cuarentena y el progresivo alejamiento de la niñez de su hija le confirma que el tiempo ha pasado y que ha entrado definitivamente en la madurez. Su cuerpo también está cambiando, como el de Sandra, y también su percepción de todo cuanto le rodea. Atesora muchas certezas en su corazón, pero también sabe que existen puertas que a estas alturas serán difíciles de abrir. Sonríe brevemente. Al fin y al cabo ella también está pasando su segunda adolescencia y percibe que sus fuerzas no son las mismas que cuando nació la cría.

Celia deja la ropa seca sobre la cama y se acerca a la “habitación-castillo” de Sandra. Llama a la puerta con delicadeza. Al segundo intento, tras escuchar el esperado ladrido, logra entrar. Como imaginaba la mochila sigue cerrada y ella está tumbada con los ojos hinchados y aferrada a la muñeca. Traga saliva. Cariño, como veo que no estás muy centrada en el estudio, ¿por qué no me acompañas un momento a la farmacia? Así te da el aire y quizás luego te concentres más, ¿no? Sandra siente ganas de mandar esa falsa amabilidad a paseo con un exabrupto de aquí te espero, pero puede más el amor que siente por su madre y el reconocimiento del primer paso que ha dado esta. Aprecia, en la preocupación que siente por ella y en los límites que le pone, ese refugio seguro en su recién estrenada autonomía, algo así como un oasis al que volver cuando se pierda en el desierto o suelte el hilo de la cometa que le permite explorar el mundo al que se está incorporando.

Procura mostrarse orgullosa a pesar de todo, por lo que acepta la invitación asintiendo, pero sin decir una sola palabra y trotando a grandes zancadas hasta el baño para darse un retoque -que tiempos aquellos en los que bastaba con ponerse unas deportivas-. Otro portazo, pero más suave que el anterior. Celia se siente satisfecha, porque imagina que cada vez será más complicado encontrar pequeños lugares de encuentro con su hija.

Cuando las dos adolescentes llevan unos metros caminando por la calle, la más pequeña toma el brazo de la otra y le susurra un tímido “perdona mamá”.

Antonio Javier Roldán

 

Colaboraciones

 

Recuerdos de un profesor jubilado (I): La valla

Los iba a haber inaugurado Franco, pero al final no pudo ir. Los dos centros educativos compartían los patios, la capilla y el salón de actos. Un armazón de metal y plástico servía de protección al pasillo de cemento que unía las dos puertas de entrada, y que habría servido para proteger al Caudillo en su frustrada inauguración. Sólo había un problema, y es que uno era masculino y el otro femenino. En los recreos se encontraban los alumnos de uno con las alumnas del otro en un ambiente alegre y festivo. Media hora para verse en aquel patio común, mientras alguien, en secreto, vigilaba con cuidado sus encuentros.

Un año, después de las vacaciones de verano, nos encontramos con que una valla de mampostería separaba en dos el espacio común, y en ella se abría una puerta con cerrojo y llave que dejaba el paso a la voluntad de quien mandaba. Alguien había decidido que los encuentros deterioraban la moral, o la buena imagen de los centros, o quién sabe por qué previsión de peligros. Algunos profesores impartían clases en ambos centros, y tenían que dar la vuelta por la calle, en lugar de usar el acogedor camino cubierto.

La protesta de los jóvenes fue inmediata. En esos años no era fácil discrepar de la autoridad, por lo que su primer recurso, inútil, fue acudir a los conserjes, tutores y directivos en demanda de explicaciones, pero la obra la había decidido una sola persona, y entonces no se hacían muchas preguntas a la superioridad. Durante todo el curso aparecieron pintadas en la valla, por ambos lados, que a las pocas horas eran tachadas por el eficiente aparato antipintadas, tan activo en los últimos años del Regimen. Siempre se podían adivinar las palabras “represión” “sexual” y “facha”.

La primavera da nuevas energías a la gente joven, y un día de marzo, por sorpresa, como entonces se tenía que hacer, unos extraños corrillos se fueron formando en los dos patios, mientras algún profesor timorato gritaba: “Asamblea ilegal”, “Asamblea ilegal”…y antes de que alguien llamara a la policía, los corros se convirtieron en dos hileras de chicos y chicas, cada uno por un lateral de la valla, cogidos de la mano y gritando con todas su fuerzas: “No a la represión”. A más de un profesor se le saltaron las lágrimas al ver sus caras pálidas llenas de miedo, sus manos cogidas con fuerza, y sus ojos pendientes de la calle para ver si llegaba la “lechera” de la policía. Pero no llegó. Nadie la llamó, y al sonar el timbre cada uno volvió a sus clases, y en sus miradas se transparentaba el espíritu que después traería la democracia. Ningún profesor se atrevió a unirse a ellos. Eran malos tiempos.

Durante el resto del curso la valla fue presentando grietas, agujeros y desprendimientos no casuales, mientras las pintadas nuevas lucían colores, y algún dibujo primaveral entre los textos. En ese trimestre salió el decreto que declaraba mixtos todos los centros, con lo que la valla se fue transformando en ruina histórica, cada vez más deteriorada, hasta que un verano, alguien con sensatez ordenó derribarla. Para entonces habían llegado a mi centro (el masculino) dos niñas gemelas idénticas, primeras alumnas femeninas, que pronto se vieron mimadas y cuidadas por quinientos varones solícitos.

Antonio Roldán Martínez (Web)

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Antonio Fraguas (FORGES):

Biografía: Wikipedia

Web: forges.com

1.Pregunta de Matemáticas: ¿A qué edad recuerda que se inició su adolescencia?

A los 12 años.

2.Pregunta de Ciencias Sociales: ¿Cómo percibía entonces la sociedad que estaba descubriendo?

Con muchas necesidades y muchos pobres por todas partes.

3.Pregunta de Tecnología: Hoy en día muchos adolescentes se sienten fascinados por las consolas, los ordenadores, los móviles… ¿En qué empleaba usted su tiempo libre?

En la máquina tecnológica más perfecta jamás creada por el ser humano: el libro.

4.Pregunta de Lengua: ¿Cómo era su comunicación con los adultos?

Dialogaba con ellos observándoles.

5.Pregunta de Educación Física: ¿Le importaba mucho su aspecto físico?

No mucho, pero era un buen gimnasta, sobre todo con los aparatos.

6.Pregunta de Educación Plástica: En la adolescencia procuramos escoger nuestra ropa según la imagen que queremos transmitir a los demás. ¿Cómo era su imagen entonces?

Era rara para la época: tuve, quizá, el primer ‘pantalón vaquero’ que hubo en el Madrid de 1951; me lo trajo de Londres mi madrina. En un mundo de niños con pantalones de pana aquello de los vaqueros era rompedor. Por cierto, tenían vueltas de dibujo escocés.

7.Pregunta de Ciencias Naturales: ¿Recibió alguna información sobre educación sexual o prevención de drogas fuera del entorno familiar?

No, nunca jamás. No sé si ha quedado claro.

8.Pregunta de Música: ¿Qué tipo de música o artistas escuchaba en su adolescencia? ¿Los sigue escuchando?

Si, con cierta añoranza: Elvis, Los 5 Latinos, Nat King Coole, El Dúo Dinámico…

9.Pregunta de Idioma extranjero: ¿Sintió alguna vez que nadie le comprendía?

Nos faltaban demasiadas cosas como para llegar a sentirnos incomprendidos.

10.Pregunta de Religión/Ética: Al llegar a esta etapa de la vida, ¿hubo algún cambio en sus valores o principios?

El ser humano debe evolucionar en sus principios: la madurez es el estado progresivo del conocimiento. Supongo.

¡Muchas gracias Antonio!

Materiales recomendados

 

Libro: “Adolescencia y trastornos del comer” (Diana Guelar-Rosina Crispo)
A pesar del título, este libro trata de todos los aspectos de la adolescencia con un lenguaje muy claro para padres y educadores, evitando los términos demasido técnicos. Es fácil de encontrar, tanto en bibliotecas como en librerías.

 

Índice

  1. ¿Qué es la adolescencia?
  2. Revolución corporal
  3. Revolución emocional
  4. De padres, hijos y familias
  5. Amor y sexo en la adolescencia
  6. Amigos, modelos, ideales, libertad y sociedad
  7. La alimentación en la adolescencia
  8. Alcohol y drogas
  9. Depresión y suicidio en la adolescencia
  10. Desde la escuela hasta el primer empleo
  11. Cómo y cuándo pedir ayuda: entrenamiento de habilidades y desarrollo de recursos
  12. Esperamos tus sugerencias.


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