Blog de Antonio Javier Roldán sobre adolescencia y educación

La Pavoteca


domingo, abril 19th, 2015

Una gran partida

“Profesor de matemáticas” is loading…

Primera interacción. El profesor, o Gran Master, hace una cuenta atrás a ver si sorprende a algún alumno levantado. Todos corren a su silla. El que se fue a Sevilla (ventana) perdió su silla. Sonia02 ha sido la última en sentarse. Su almacén de energía vital retrocede hasta alcanzar la reserva. Su imprudencia le ha costado cara. Es la sacrificada.

El Gran Master extiende la pantalla y enciende el proyector para reanudar la partida del día anterior. Su lenguaje corporal y la expresión de su cara demuestran que el mensaje “Bienvenidos a mi juego” es sincero. Usa buenos gráficos emocionales para que los jugadores se sientan cómodos.

Los jugadores conectan el modo 3D para que el Gran Master, conocido como GM, el administrador del juego, coja su mando a distancia y se mueva por toda la clase.

Primer reto de hoy: el que descubra el dominio de la función 3/x gana una tarjeta con nota extra. Los jugadores disparan sus conocimientos sobre el objetivo sin dejar de observar los ensayos que hacen sus compañeros de partida. Cada error, propio o ajeno, es una forma de aprendizaje. La función 3/x es esquiva, huye al acercarse al cero…


– ¡GM! ¡Algo está pasando! ¡Estoy cayendo hacia el infinito! -informa Sonia02 apurada.
– ¡Rápido! ¡Retrocede, estimada Sonia02!
– No puedo, el cero me empuja…
– Eso te pasa por no respetar el dominio… ¡Estás perdiendo créditos! Y te quedaban pocos por haberlos gastado en el cambio de clase.
– ¡Profesor! A mí me ocurre lo mismo…
– Tranquilo, JavierBest16, salid los dos a la pantalla con el puntero. Hay que descubrir qué os está pasando.
– ¿Podemos conectar el programa de representación de funciones? –sugiere Sonia02.
– ¡Claro! En mi ordenador, el icono de abajo.
– GM, ¿dónde tiene la calculadora?
– Búscala en Windows, JavierBest16 –dice Julia_Maths_Spider desde el fondo de la nave.
– GM, ¿puedo conectarme al móvil para recordar la definición de dominio? Sólo será un momento, lo prometo –suplica Sonia02 consciente de su delicada situación.
– De acuerdo, te concedo un minuto, pero luego deberás apagarlo. Recuerda las normas del programador. Nada de móviles durante la partida.

0 Cuadrante


Mientras tanto JavierBest16 ha convocado a su grupo de aprendizaje cooperativo. Él actúa como secretario. La coordinadora presenta el problema al resto mientras que el documentalista revisa el cuaderno de bitácora de la nave.

GM ha puesto en marcha el cronómetro… Sonia02 ya ha averiguado lo que es el dominio, pero no tiene muy claro como aplicarlo a 3/x. En un intento desesperado por continuar la partida hace un rápido requiebro para acercarse al grupo de JavierBest16. La portavoz del grupo la recibe cordialmente. Se hace necesaria una alianza. Intercambian información. Hay un buen documentalista en el grupo y Sonia ha sido eficaz con el móvil.


– ¿Y bien? –pregunta GM.
– Pensamos que la función huye del cero porque no existe en ese valor –responde JavierBest16.
– Interesante –dice GM acariciándose la barbilla.
– Así que el dominio deben ser todos los números salvo el cero –concluye Sonia02 suspirando aliviada.

GM para el cronómetro. Prueba conseguida. Ceremoniosamente entrega a Sonia y a Javier sendos badges en los que se acreditan su maestría en el manejo de funciones. También informa al resto de jugadores de la valía de sus compañeros, para que su almacen de energía se recargue. Para Sonia es un mérito que le servirá en la gran prueba del final del trimestre. Javier hace cuentas y descubre que sólo precisa ganar un reto de ingenio tipo Gold para lograr el badge “Grand Slam”. Sabe que ese día será especial porque GM lo publicará en Twitter y todo el colegio se hará eco de su triunfo.

Cambio de pantalla…

Aparece un parque de atracciones. GM comienza a narrar la existencia de máximos y mínimos navegando por una montaña rusa. Julia_Maths_Spider pregunta si existe alguna función con infinitos máximos. GM le invita a cargar un nuevo juego, pero esa vez de un curso superior. ¿Te consideras preparada, joven aprendiz? Expectación. ¿Qué hará la intrépida jugadora? Julia_Maths_Spider acepta y descubre la función coseno. Luego GM regresa al juego habitual y le dice que muy pronto podrá conocer en profundidad el nuevo juego, pero hay que dar tiempo al tiempo. ¡Atención, spoiler! Dentro de dos años os van a enseñar que hay unas funciones trigonométricas…

Queda poco tiempo… GM propone retos cortos para aumentar el badge de notas de clase. Sara_araS sugiere utilizar la música de One Direction como fondo. Los más rockeros refunfuñan, pero hoy le tocaba a ella. Son las reglas que venían en el manuel de instrucciones de septiembre. El ritmo acompaña a los jugadores en el tramo final de la partida.

Más 3D… GM ha mutado en Gran Oráculo, GO, y sobrevuela las mesas reparando las bitácoras con su rayo de grafito. El cronómetro indica que quedan pocos segundos para el cambio de pantalla. ¡Suena la alarma! Las armas caen sobre la mesa. GO vuelve a transformarse en GM.

La ruleta espacial comienza a girar… ¡_Sergio_ ha sido el elegido! GM desenfunda su smartphone y fotografía la bitácora del jugador. En la pantalla aparecen los trazos realizados con la Pilot Láser por _Sergio_, el cual toma el mando de la escuadrilla para explicar el plan de ataque sobre f(x)=3x-2. La ejecución es buena. La pobre f(x) se rinde ante la puntería de _Sergio_, que logra una de las diez piezas que componen el badge “pizarra”. Paciencia, que ya queda menos.

Suena el timbre. Game Over. GM se despide.

Ha sido un buen día en 2º de ESO.

sábado, febrero 21st, 2015

Mamá, ¿qué deberes tengo?

Aunque mis alumnos no se lo crean sólo llevo poco más de un año usando el Whatsapp. ¡El coordinador de TIC de un colegio! Pues sí… La verdad es que ahora me facilita mucho esa labor de coordinación, aunque también siento que voy con “la oficina a cuestas”, para lo bueno y lo malo. También me permite comunicarme con mi compañera de forma más efectiva, ya que pasamos muchas horas trabajando y nos gusta saber el uno del otro.

Tampoco es de extrañar que en un país como España, líder europeo en uso del “guasap”, los adolescentes hayan encontrado en sus móviles una alternativa barata para gestionar su vida social a través del móvil. Las “llamadas perdidas” y los SMS han sido desplazados por el este servicio que además facilita el compartir archivos multimedia.

En el mundo de la educación existe una herramienta similar llamada Remind, que permite a los profesores enviar o programar mensajes, fotografías o documentos directamente a los teléfonos móviles de los alumnos y de sus padres. Teniendo en cuenta que el teléfono móvil es hoy en día el regalo estrella de las primeras comuniones podemos imaginarnos un peligroso escenario en el que un profesor de primaria se convierte en “Community Manager” de familias (que a veces actúan como clientes) y de niños, todavía inmaduros para moverse con soltura en la sociedad, pero a los que se invitan a hacerlo en su imagen virtual de las redes.

A raíz del éxito de estos sistemas han surgido los grupos de whatsapp “para madres” (no es una expresión machista por mi parte, se llaman así) en las que se comentan los deberes, los exámenes y lo sucedido en las clases, sustituyendo paulatinamente a los corrillos llamados popularmente “Radio patio”. Parece lógico que este tipo de grupos puedan resultar eficientes en las edades tempranas, especialmente en educación infantil, donde funcionan mucho los avisos, circulares o el diálogo diario con los docentes, haciendo muy necesaria la presencia de los padres a la salida de clase.

El problema surge cuando los niños van creciendo y se acercan al final de primaria, y no digamos ya en secundaria. ¿Por qué? El inicio de la pubertad coincide con el aprendizaje de la autonomía, ejerciéndola con responsabilidad y cierta libertad marcada por los límites. Este cambio significa que los padres deben alejarse poco a poco del aula dejando a sus hijos que se erijan en los protagonistas absolutos de su aprendizaje e interviniendo sólo en los casos en los que ellos le demanden alguna ayuda puntual. Tan ridículo es sentarse a estudiar con un alumno de secundaria como intentar conocer cada una de sus tareas a través de un grupo de mensajería.

Veamos el ejemplo de Pascualito: Nuestro protagonista se rasca los testículos a dos manos durante las horas de matemáticas. A veces abandona tan estimulante tarea para echarse unas risas en clase, por lo que al terminar la jornada su único logro ha sido calentar la silla y haber estrechado lazos con Pascualita, la compañera de al lado que, dicho sea de paso, está de buen ver. Total, que llega a casa, merienda y se sienta a estudiar. ¡Mamá! Dime hijito. Mira en el grupo de madres qué deberes tengo para mañana. ¿Qué pasa, te has dejado en casa la agenda? No, no es eso, es que el profe habla muy bajo en clase y con el jaleo que se monta no se oye nada. Vaaale, lo miro.

 

0 Ivan

La madre regresa al dormitorio de su hijo y le explica los deberes que tiene para ese día. Luego regresará para comprobar si Pascualito los ha hecho. ¿Qué tal hijo? Pues fatal, no entiendo el problema este de las gallinas y los conejos. Déjame que lo mire… ¿A qué es complicado, mamá? Un poco, espera que lo consulte…

0 Ivan

 

Hijo, te mando el problema por whatsapp. Mamá, me has prohibido encender el móvil de lunes a viernes. Es un momento, no te preocupes.

Y así, justo en esa etapa en la que Pascualito debe aprender a ser autónomo, a resolver sus conflictos en el colegio y a responsabilizarse de sus tareas, su mamá decide sobreprotegerle, evitarle las consecuencias de su actitud y ayudarle a que no se traumatice ante el esfuerzo.

Lo que no sabe esta madre es que el propio Pascualito y sus amigos tienen otro grupo de whatsapp en el que se pitorrean de sus madres, padres y profesores, y que a veces usan para acosar a la pobre Carmencita, una compañera muy tímida que es el objeto de sus burlas. Pero eso ya será otra historia…

 


domingo, noviembre 9th, 2014

Sueños tardíos

 

Ya han pasado más de diez años desde mi visita a Berlín y veinticinco desde que cayó su muro. Fue un viaje extraño, el último que hice con mi antigua cámara, que casi tenía mi edad, porque allí mismo decidió jubilarse, justo ante la panorámica de la ciudad desde la torre de televisión.

Aquel viaje tenía un sabor especial, porque me disponía a cumplir un sueño tardío de adolescencia: visitar el escenario de los dos grandes conciertos de mi grupo de rock favorito, Barclay James Harvest. Fue en al año 1980 cuando BJH dio un concierto gratuito en la explanada del Reichstag, reuniendo a unas 175.000 personas y creando para siempre un vínculo con Berlín. Cuentan que, a pocos metros, tras el muro, muchos aficionados al rock escuchaban la música desde la lejanía. El concierto fue grabado para su edición en vídeo y audio, pero precisó de muchos arreglos antes de su edición. Ese fue mi primer disco de BJH.

Siete años más tarde, una tarde de julio, BJH volvió a tocar en Berlín, pero esta vez al otro lado del muro, en el Treptower Park, convirtiéndose en el primer grupo de rock en tocar en la Alemania Oriental. 150.000 alemanes acudieron al evento y de nuevo fue grabado y editado. La intención del título estaba clara: Glasnost.

Así que cuando viajé a Berlín me hice las correspondientes fotografías en los lugares que habían pisado mis ídolos y, de su mano, me fui enamorando de aquella ciudad. Me impresionaron aquellas calles anchas y frías de la Alemania comunista, muchas de ellas convertidas en avenidas solitarias flanqueadas por edificios oficiales, pero sobre todo fue la  historia del muro y el colorido de los graffitis, que entonces cubrían sus restos, los que permanecen más en mi memoria.

Ahora que estoy en mi segunda adolescencia me agrada comprobar que todavía hoy persigo muchos de aquellos sueños que tuve en los comienzos de mi juventud y que, con el paso del tiempo, me han servido para conformar mi personalidad. Estoy convencido que si el camino hubiera sido menos largo también habría sido menos rico en valores como el esfuerzo o la paciencia. También fue un sueño tardío ver a BJH en directo, porque tuve que esperar al año 2013 peregrinando literalmente a Lisboa, pero con el paso del tiempo creo que me sirvió para disfrutar más del momento y paladear cada minuto del concierto.

Me preocupa la inmediatez en la que esta sociedad está educando a nuestros adolescentes… Todo a tu alcance, a golpe de clic, si tienes datos o acceso a internet. Proyectos que requerían constancia y que ahora dejan de tener sentido tras ver como nuestro estado del bienestar se va quebrando. Paro, viviendas a precios inalcanzables, desprecio político por la educación, ausencia de becas, corrupción del sistema en el que han crecido… ¿Cómo decirles que se puede esperar treinta años para cumplir un sueño? O algo tan simple como estudiar a largo plazo, “en junio lograrás aprobar”, parece lejano y carente de sentido. Necesito aprobar ahora, que me castigan sin el móvil. Si mi generación vivía al día, ellos lo hacen ahora al minuto. Por eso no me extraña que me miren como a un marciano cuando les animo a sembrar ahora sus sueños para recoger los frutos de ese anhelo en el futuro.

Hoy, 9 de noviembre, me encantaría estar de nuevo en Berlín para celebrar la caída de ese muro, porque quizás nos sirva para animar a los más jóvenes a que saquen el mazo para derribar el que le hemos puesto a ellos en este inicio del siglo XXI, uno con forma de espiral que ya no separa dos formas de ver el mundo, sino que te sumerge en un gran hermano económico en el que la insurgencia se paga con la pobreza o la exclusión del sistema.

Y mientras eso ocurre yo seguiré invitando a mis pavitos a soñar a largo plazo y a paladear cada rincón del camino. No sé cuántos de ellos me seguirán, pero todavía percibo en sus miradas reflejos del adolescente que un día compró en Discoplay una grabación de un concierto en la lejana Berlín de los ochenta.

 

“In memory of the martyrs” – Barclay James Harvest – Berlín – 30 de Agosto de 1980.

Canción que BJH escribieron para recordar a las víctimas del Muro de Berlín

http://www.youtube.com/watch?v=V3v0aT5ON94



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sábado, noviembre 1st, 2014

El camino de Al-Deir

Nico y Sonia se percataron de que Zahra estaba despidiéndose lentamente de Al-Deir, atesorando el juego de luces que la propia Al-Lat, la diosa del sol que se solía representar con la figura de un león, había trazado sobre la explanada. Junto a ella caminaba, con la cabeza erguida, y el paso orgulloso del rey de los felinos, un pequeño gatito negro rescatado de los bajos de un coche en Glastonbury. Su sombra se proyectaba sobre la arena anaranjada, agrandando su silueta y desafiando a cualquiera que se atreviera a volver a robarle su colgante a Zahra.

Descarga gratuita en:

http://www.antoniojroldan.es/Zahra.htm


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sábado, octubre 11th, 2014

Cuestión de confianza

 

Hace unos días cumplí veinte años en la enseñanza…

En ese período me ha dado tiempo a  sobrevivir a la politización de la enseñanza (seis leyes educativas distintas), a soportar el desprestigio de una profesión que aboga por los límites y el esfuerzo en una sociedad acomodada, o a adaptarme a las nuevas tecnologías para que mis clases resultaran atractivas para un grupo de nativos digitales. También he podido disfrutar de la energía vital y alegría de los más jóvenes que hacen que cada día me levante motivado por coger el metro y acudir a mi colegio (Síndrome de Estocolmo, lo llaman los expertos).

Hace treinta años, cuando yo estaba al otro lado de la barrera, recuerdo admirar a mis profesores, odiar a algunos e incluso percibir el cariño de unos pocos. Cierto es que a mi llegada al bachillerato sí pude disfrutar de más cercanía, pero en mi educación primaria hubo más autoridad y miedo que respeto.

Hoy en día mis estudios de matemáticas suponen sólo una ínfima parte de la formación que necesito para ejercer mi labor. Ahora soy “moderador educativo en el aprendizaje cooperativo orientado a las competencias básicas“. Casi nada… Eso incluye conocimientos en psicología aplicada, redes sociales, motivación, dinámica de grupos, ordenadores y proyectores, gestión de recursos, ofimática, orientación familiar y “coaching”. Y, claro, a veces te miras al espejo y te preguntas si todo eso sirve para algo, si no estaremos engañando a los alumnos con un mundo ideal en el que las oportunidades  están ahí para el que las quiera pelear, y si algún día ell@s disfrutaran de un buen futuro allá por Alemania o China.

Pues resulta que, a pesar del desprestigio de la enseñanza, en el último estudio sobre Jóvenes y Valores 2014 (http://adolescenciayjuventud.org/images/pdf/Jovenes-y-valores-1-ResumenEjecutivo.pdf) el sistema educativo español está a la cabeza en la lista de instituciones en las que nuestros jóvenes depositan su confianza, por delante de las ONG´s, Internet, las fuerzas armadas o los medios de comunicación. Entonces te dices a ti mismo: ¿A ver si va a resultar que no los estamos haciendo tan mal como nos hacen creer? Luego te fijas en las instituciones que cierran la lista y descubres que el vagón de cola lo ocupan el sistema financiero y la clase política. En ese momento te pones cómodo, evocas las leyes educativas, la falta de becas, la interesada I+D y la formación basada en la productividad, y te tomas algo a la salud de los jóvenes que respondieron a la encuesta. ¡Va por vosotros, mis pavitos!

Es una de esas escasas ocasiones en los que un profesor recibe una paga extra muy superior a la que nos quitaron con la crisis. Porque, con la que está cayendo en esta cueva de ladrones, es muy meritorio que la maltratada enseñanza sea todavía una referencia para los más jóvenes. También nosotros confiamos en ellos, pero eso no se lo digo, que se crecen…

 



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miércoles, junio 25th, 2014

La despedida

 

El aula se ha quedado vacía. Al fondo, sujeto al corcho con una chincheta superviviente, cuelga un calendario que promociona una editorial. Son tiempos difíciles para publicar libros de texto que caducan cada cuatro años. A la derecha del calendario, una lista de cumpleaños en la que nunca había reparado, haciéndome recordar cuantas felicitaciones se me habrán pasado en esa clase. Colgado bajo el panel, una bolsa con materiales de plástica que debió pertenecer al trabajo perpetrado por un grupo de difícil convivencia, como delatan los extraños trazos de una hoja acuarelada por inquietantes manchas rojas, dignas de un escenario del CSI.

 

La mujer de la limpieza se acerca por el pasillo cuando cierro la puerta. Ella sí que podría hacer un análisis de cada grupo que nos sorprendería a los tutores. Sabe que esta es la última limpieza rutinaria antes de la general para el curso siguiente. A menudo se queja de los malos modales de los alumnos, de la falta de cuidado de las instalaciones o que la papelera sea el rincón más limpio de la clase. Me mira con la complicidad de quien ha vivido muchos meses de junio. También a ella le inquieta el silencio.

 

Según camino por el pasillo, contemplo el patio desértico, en el que la silueta azul del encargado de mantenimiento destaca junto a la puerta de metal. Por fin podrá repintarla para cubrir los graffitis. ¡Menudo año! Ya ni se acordará de las veces que ha tenido que subir con el cubo y la brocha al atardecer. Lo peor de todo habrá sido aguantar todo el curso la chufla de algunos alumnos que ya planeaban la siguiente pintada antes de que terminara de adecentar la puerta.

 

Al fondo del patio, en una esquina, emboscado tras un árbol, observo la figura de un niño frente a la pared. Es extraño. Todos están ya fuera, disfrutando de la piscina, haciendo las maletas o lamentándose camino de casa por haber dejado todo para última hora. Decido bajar a ver, porque sé que son días difíciles para los que no tienen nada que celebrar. Mis pisadas en la arena parece que no le hacen percatarse de que tiene visita. Está ensimismado escribiendo algo sobre el muro. Genial, la pintada de despedida. ¿Quién me mandaría a mí meterme en líos justo un día como hoy?

001

 

El último niño del curso va vestido de rojo, con una casaca con bordados dorados, como si fuera algún tipo de uniforme. No parece del colegio, así que abandono la delicadeza inicial para conectar el modo policía. Él se vuelve y me mira tranquilamente. Para mí que me conoce. Sus ojos negros me miran con curiosidad, como si estuviera calibrando en mi rostro la gravedad de lo que está haciendo, un corazón en la pared dibujado con tizas de colores. Un haz en forma de arco iris lo atraviesa, como lo hacen las flechas de los enamorados.

 

Estiro mi brazo para sujetar el suyo pero, antes de que pueda asirle por la manga, él deposita una tiza roja en mi mano. No me dice nada, pero parece desear que le ayude a rellenar el corazón que surge en el cemento de la pared. Observó a mi alrededor, por si alguien me viera siendo cómplice de la trastada,  y me decido a echarle una mano.

 

Los minutos van pasando y la tiza se va consumiendo. Empiezo a creer que el polvo se lo está llevando el viento. Cuando mis dedos arañan ya el corazón, veo complacido que mi trabajo ha terminado. A su izquierda, el arco iris brilla entre las sombras de las hojas de los árboles.

 

El niño se aleja en dirección al portón, donde los graffitis van despareciendo entre disolvente y sudor, mientras que yo me quedo contemplando lo que ha sido mi despedida por este curso.

 

Ya nunca podré decir que no hay corazones de tiza en las paredes del patio.

2CBC

(Publicado el 17 de jun de 2007 en “Corazones de tiza en las paredes del patio”)



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domingo, mayo 18th, 2014

Esta poesía es una aportación de Silvia Tinajero, alumna de 2º de Bachillerato del Colegio Ntra. Sra. del Buen Consejo. ¡Muchas gracias!

 

Dicen que su tristeza tiene un poder especial,

curativo;

que sus lágrimas son de fénix

y pueden curar cien almas quebradas

sin apenas rozarlas. 

Dicen que sueña en grande,

en gigante,

pájaros en su cabeza aleteando en libertad

enjaulada,

encadenada a la realidad;

pero basta su vuelo elegante. 

Dicen que su belleza es deslumbrante,

comparable únicamente al intenso azul

que adorna el cielo de sus ojos

incluso bajo vientos tormentosos. 

Y digo yo, ¿su sonrisa, entonces?

¿Qué es, sino felicidad encarnada?

Guardiana de la inocencia misma

que concede vida sin reparos. 

Bendita inocencia.

Silvia Tinajero Regueiro

@Shelovesthefire

todaunavidaenmetamorfosis.blogspot.com




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sábado, abril 26th, 2014

El barco Pirata

La adolescencia… Esa etapa en la que te levantas cada mañana mirando el espejo con ansiedad, intentando adivinar cuál será esta vez la mutación física que provocará tu espanto. ¿Por qué no podemos cambiar de una noche para otra? Te ahorrarías los granos y los sobresaltos, reflexionaba yo a mis quince años. Las chicas al menos tienen su reconocimiento por ser mujer cuando llega la regla, pero ¿y a nosotros quién nos celebra? Además, esto de la adolescencia no lo puedes hablar con nadie. ¿Los adultos? Resulta que ya no eran perfectos y que tenían defectos. ¿Los amigos? Están todavía más gilipollas que yo. Nada, que esto lo tiene que pasar uno bastante solo. Si al menos tuviera un hermano mayor…

Según escribo estas líneas estoy escuchando un disco en directo de Iron Maiden, un grupo de heavy metal que conocí en los ochenta. Siempre cuento que el rock me atrapó por sus letras, pero también por su inconformismo. La música comercial de las radiofórmulas, tan producida y dirigida al éxito efímero, me parecía una forma de seguir el anzuelo tendido por los adultos, aquel colectivo al que estaba condenado a incorporarme en contra de mi voluntad. El rock, sin embargo, era rebelde, barroco en sus melodías y brutal en su imagen. Para colmo ¡molestaba a las mentes “bienpensantes”!

Fue en ese contexto donde encontré “un hermano mayor”. Se llamaba Juan Pablo, pero era conocido en la radio como “El Pirata”. Realizaba su emisión de heavy metal de lunes a viernes, desde la cadena de los obispos, lo que le daba cierto morbo añadido. Te pasabas el día entero aguantando a los profesores, estudiando, enamorándote sin éxito, peleándote con tu cuerpo, intentando comprender el mundo y al llegar la noche se producía el reencuentro con tu alma, con la esencia que latía bajo tus preocupaciones en esa puerta previa al descanso tras la dura jornada, y allí  “El Pirata” te daba una palmadita en la espalda cuando la ciudad se iba a dormir. Y tú, con tu walkman encendido, penetrabas en el mundo de los sueños escuchando a Scorpions, Barón Rojo o Bon Jovi, en aquella vigilia en la que ella sí te hacía caso, los profesores mordían el polvo y tu movías tu inexistente melena al viento subido en un caballo con alas.

Pues resulta que, así a lo tonto, han pasado treinta años… Y ahora compruebas divertido qué hueso crujirá primero o si te ha brotado algun nueva cana, y sonríes al espejo diciéndote que ya estás en la segunda adolescencia, que tu cuerpo está cambiando como antaño, pero que esta vez no para convertirte en joven sanote y lozano. No. Esta nueva etapa es parecida a la de los quince, pero consiste en deshacer el camino.

Lo más sorprendete es que lo llevo bien, incluso con alegría, quizás porque con el paso de los años te das cuenta de lo difícil que es cumplirlos. No me puedo quejar. Así que desayuno, me voy a afeitarme y enciendo la radio para sintonizar a mi hermano mayor, “El Pirata”, que ahora madruga en vez de trasnochar, y me hace que me levante con energía y una sonrisa gracias a “la banda” que le acompaña. Y pensar que en otras emisoras sólo hay noticiarios, la mayoría oficiales de capital público o privado, en los que te cuentan eso de que España va bien, como un tiro hacia el milagro económico a ritmo desbocado.

Lo más curioso es que en los ochenta “El Pirata” me ayudaba a viajar al mundo de los sueños, pero ahora me acompaña a vivir mi sueño cumplido, levantarme cada día feliz junto a mi compañera de vida, e ir a trabajar con mis “pavitos”, que me regalan su energía y su cercanía haciendo que mi profesión sea más bien un “hobby pagado”. Sospecho que a Juan Pablo le pasa como a mí, que realmente acude a la radio a pasárselo bien y sacar unas perras para vivir.

Pero ese será nuestro secreto de familia, “hermano mayor”.



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